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The Guardian en español

La UE evalúa copiar la polémica política australiana de 'parar la embarcación'

El fotógrafo australiano Warren Richardson ha ganado el premio World Press Photo con esta imagen de una embarcación de migrantes.

The Guardian

Michael Safi/ Patrick Kingsley - Sydney/ Estambul —

El primer ministro del Reino Unido, David Cameron, quiere convencer a los líderes europeos de la conveniencia de hacer retroceder a las embarcaciones que transportan a refugiados tan pronto como salgan de Libia y empiecen su travesía por el Mediterráneo.

La iniciativa recuerda a la que Australia impulsó en septiembre de 2001 y ejecutó durante seis meses y que retomó 12 años más tarde cuando la llegada de botes aumentó de forma significativa.

¿Cómo funciona esta medida?

Las embarcaciones que transportan migrantes y que se dirigen a Australia reciben la orden de retroceder “hasta donde sea seguro llegar”, independientemente del país de origen.

Si las autoridades sospechan que los pasajeros partieron de Indonesia, piden a los pasajeros que abandonen la embarcación, les proporcionan un bote salvavidas y los remolcan hasta aguas territoriales de ese país. En algunos casos, las autoridades entregan las embarcaciones a las marinas de otros países, como por ejemplo Sri Lanka.

Amnistía Internacional asegura que al menos en una ocasión las autoridades australianas pagaron a la tripulación de una embarcación para que llevara a los pasajeros a Indonesia. Si esto es cierto, el Gobierno podría estar implicado en un caso de tráfico de personas. Los funcionarios del Ministerio de Inmigración del país han negado esta acusación, que está siendo investigada por el Parlamento.

El ministro de Inmigración de Australia, Peter Dutton, ha confirmado esta semana que desde que se volvió a impulsar esta medida, en septiembre de 2013, han hecho retroceder a al menos 25 botes que transportaban a un mínimo de 698 personas.

¿Es una medida eficaz?

Depende. No se ha demostrado que esta dura medida haya conseguido reducir la cifra de personas que deciden intentarlo. La cifra de migrantes, entre los que se encuentran los musulmanes rohingyas de Myanmar, que se dirigen al sudeste asiático, ha alcanzado niveles casi sin precedentes.

En mayo de 2015, unas 8.000 personas se quedaron varadas en alta mar porque los países de la región, incluidos Tailandia, Malasia e Indonesia, se negaron a permitir que entraran en sus aguas territoriales y en algunos casos los remolcaron a alta mar.

Amnistía Internacional informó sobre las peleas a muerte por un poco de comida o agua entre los solicitantes de asilo que viajaban en esas embarcaciones, y Naciones Unidas alertó de que esos botes podían convertirse en “ataúdes flotantes”. Al final, los países de la región permitieron la entrada de la mayoría de las naves, pero son pocos los solicitantes de asilo que han conseguido un hogar permanente.

Aunque Australia presuma de ello, lo cierto es que esta medida no ha conseguido parar la llegada de embarcaciones. Si bien es cierto que se ha reducido la cifra de solicitantes de asilo que intentan llegar a Australia, lo cierto es que el goteo es constante. Al menos dos embarcaciones han conseguido llegar hasta aguas territoriales australianas.

Esta estrategia de obligar a las embarcaciones a retroceder, así como otras medidas como la que obliga a los solicitantes de asilo a vivir en centros de detención situados a lo largo de todo el Pacífico, en Nauru y Papua Guinea, o la de asegurarles que nunca conseguirán instalarse permanentemente en Australia, ha hecho que la cifra de embarcaciones que intenta llegar a Australia haya caído en picado.

Como es lógico, la cifra de migrantes que ha muerto en aguas australianas también ha disminuido. Se calcula que unas 1.100 personas han muerto cuando intentaban completar su travesía entre 2009 y 2013.

¿La UE podría imitar a Australia?

En el marco de un discurso de homenaje a Margaret Thatcher, el ex primer ministro australiano, Tony Abbott, elogió las políticas migratorias de su país y recomendó a los líderes europeos que impulsaran medidas parecidas.

Sin embargo, la situación europea presenta varias diferencias clave con respecto a la australiana. La mayoría de las embarcaciones que intentan llegar a Australia proceden de Indonesia, que es considerado un país de tránsito para los solicitantes de asilo de países como Irán, Afganistán o Siria. Los que huyen de Libia son en su mayoría personas que escapan de un peligro ya existente, en un país sacudido por una guerra civil que empezó hace dos años. Incluso en épocas de paz, a los migrantes de Libia no se les han respetado sus derechos y a veces han sido forzados a realizar trabajo de esclavos. Para ellos, el mar es la ruta menos mala.

En palabras de Paul Barrett, ex secretario del departamento de Defensa de Australia: “Cuando obligamos a las embarcaciones a retroceder hasta Indonesia, por muy cuestionable que pueda ser esta medida, lo hacemos porque sabemos que las autoridades del país no les dispararán cuando los vean llegar. En cambio, cuando obligas a una embarcación a regresar a Libia mandas a los pasajeros a la situación de peligro que intentaban evitar”.

Indonesia nunca ha apoyado la medida australiana de obligar a los botes a darse la vuelta pero sí tiene una marina capaz de interceptar a las naves que están en apuros en sus aguas territoriales.

No es el caso de Libia. El servicio de guardacostas del país solo dispone de tres buques para todo su litoral occidental, que es el epicentro del tráfico de personas. Debido a la división del país tras la caída de Gadaffi, estos buques son controlados por facciones diferentes y no pueden lidiar con el actual flujo de migrantes.

¿Qué socios libios podría tener la UE?

No existe ninguna opción clara. En la actualidad, el país se divide en cuatro grandes facciones: el gobierno electo, que ha tenido que abandonar la capital, Trípoli; una alianza rebelde, que ahora controla la capital; una nueva coalición auspiciada por la ONU, que quiere unir a las dos facciones en guerra pero que ha sido rechazada por ambas, y una rama local del Estado Islámico, que controla parte del litoral. E incluso en cada una de estas jurisdicciones hay milicias más pequeñas que ejercen su influencia en el ámbito local.

Cameron ha contemplado la posibilidad de retornar los migrantes a Libia a pesar de ser consciente de esta situación. Durante meses, su Gobierno ha informado a los periodistas sobre la posibilidad de desplegar soldados en Libia para derrotar al Estado Islámico.

Por otra parte, no se sabe quién daría apoyo a los migrantes cuando llegaran a la costa. Los capitanes de puerto a menudo son sobornados por los contrabandistas, que también tienen relación con las numerosas milicias del país. La mayoría de las instituciones internacionales ya han abandonado un país devastado por la guerra. En la práctica, los migrantes serían reclutados por la fuerza por las milicias locales o caerían en manos de los traficantes y serían víctimas de explotación laboral.

¿Son legales estos retornos?

La Convención de Refugiados de la ONU prohíbe obligar a retroceder un barco si las personas a bordo pueden ser perseguidas. Australia afirma que en algunos casos lleva a cabo un proceso sumario de “evaluación” para determinar si las vidas de los solicitantes de asilo interceptados en el mar corren riesgo si son devueltos al país de origen.

El Andrew and Renata Kaldor Centre for International Refugee Law, una institución australiana centrada en el estudio de la legislación internacional relativa a los refugiados, indica que probablemente Australia está incumpliendo el principio de no devolución.

La ONU se opone a las medidas impulsadas por el gobierno australiano, alegando que no se puede obligar a los solicitantes de asilo interceptados en el mar a regresar al país de tránsito o al de origen sin que previamente se haya evaluado su expediente en tierra firme.

El alto comisionado para los refugiados ha indicado que cada uno de los refugiados debe ser evaluado de forma rápida e individual, y que todos ellos deben ser capaces de comprender los trámites y tienen derecho a expresar sus necesidades. Este tipo de evaluación se hace mejor en tierra firme, ya que hacerlo en alta mar conlleva problemas de seguridad y otras limitaciones.

Australia también podría estar incumpliendo otro instrumento jurídico internacional, el derecho del mar, que prohíbe obligar a retroceder aquellas embarcaciones no aptas para la navegación y que también prohíbe que las autoridades de un país suban a embarcaciones que se encuentran fuera de sus aguas territoriales si llevan el pabellón de otro país.

Traducción de Emma Reverter

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