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The Guardian en español

Soy un padre aborigen australiano y no quiero que mis hijos lean viñetas racistas en los medios

Viñeta publicada en 'The Australian'.

Luke Pearson

A Bill Leak le gusta hacer viñetas racistas. Piensa que son divertidas. Piensa que no son racistas porque son “verdad”. Cree que está ayudando a que surja un “debate” en Australia. Juzgando por la viñeta,  y por su pobre defensa, supongo que el debate sería sobre que los padres aborígenes son todos borrachos y las miles de razones por las que esto es divertido.

Gracias, Bill.

Pues ahora que hemos iniciado el debate, ¿hablamos sobre jóvenes que son torturados en centros de detención? ¿O como eso no es gracioso no amerita entrar en el debate?

¿Hablamos de trauma intergeneracional? ¿O sobre problemáticas como el alcoholismo y la disfuncionalidad familiar, que no se solucionan con el odio y el ridículo público? ¿O mejor hablamos de que el gobierno recorta fondos para servicios sociales que podrían ayudar a estas familias? ¿Mejor no? Vale.

Al parecer, lo único que debe saber el lector es que el alcoholismo y la disfuncionalidad familiar en comunidades aborígenes australianas “es verdad y tiene gracia”. Problema resuelto. No hace falta examinar el rol del gobierno o los medios.

La población australiana blanca no quiere ver que las comunidades aborígenes se esfuerzan por superar estas problemáticas, ni admitir que el trabajo se hace muchísimo más difícil si el gobierno recorta fondos y cambia las políticas sociales. Mejor sentarse a reír y sentirse absuelto de cualquier responsabilidad en que existan estas problemáticas y, lo que sería más importante, de formar parte de la solución.

Eso es lo que sucede cuando se reducen los conflictos a “los padres son borrachos y son responsables de la situación”, y si se le suma la conclusión de que “es gracioso”, no solo se absuelve a la población australiana blanca de cualquier agencia o culpabilidad, sino que se anima el odio y las burlas a costa de esta comunidad.

Yo soy un padre aborigen. Sé los nombres de mis hijos y no soy alcohólico. No quiero que mis hijos y mi hija aprendan que la gente puede reírse de ellos y pensar que no los conozco, que ando borracho por ahí. No quiero que sus profesores tengan bajas expectativas de ellos, ni que los padres de sus amigos duden sobre si dejar a sus hijos jugar con los míos.

No quiero que sus futuros jefes imaginen que vienen de un hogar destruido o que las personas de las comunidades aborígenes no tenemos sentido de la responsabilidad. No quiero que mis hijos crezcan con miedo de encender el televisor o abrir un periódico porque se pueden encontrar con contenido racista.

No quiero que sientan la presión social de “unirse a la broma”, que tengan que aceptar la noción de que está bien reírse de las personas aborígenes y que si no lo hacen, es culpa suya y no de los racistas que perpetúan estos estereotipos o la sociedad que los respalda.

No pensaba escribir nada sobre la viñeta que se publicó el pasado jueves, ya que el artículo que escribí la vez pasada ya resume todo. De hecho, hasta predecía que esto sucedería. Y no me gusta repetirme.

Pero cuando vi que el viernes salió a defenderse, queriendo hacerse ver como la víctima de los blancos “santurrones”, como si no hubiera infinidad de personas aborígenes enfadadas por la viñeta, y lo peor, diciendo que él está contribuyendo positivamente a que surja el debate, superó el límite que yo puedo soportar.

Leak tiene razón cuando dice que Australia necesita debatir, pero está absolutamente equivocado si cree que está ayudando a que eso suceda, al menos no sobre los temas que él dice que tenemos que debatir.

Igual que cada vez que alguien muere en una pelea en un bar se debate sobre la violencia en el país, Bill Leak ha hecho lo mismo respecto del problema del racismo en los medios de comunicación. Lo ha personificado. Ha llevado a cabo el pecado en cuestión, y esto debería generar el debate sobre la responsabilidad de los medios, especialmente de un medio como The Australian que a menudo se erige como líder del diálogo sobre problemáticas aborígenes.

Quizás los editores de The Australian necesitan debatir sobre cómo esto daña su propia imagen de líder periodístico en temas aborígenes.

Respecto del debate al que Leak piensa que estaba contribuyendo, lo ha hecho más difícil ya que ahora más personas están convencidas de que las respuestas son solo culpar, demonizar y ridiculizar a las comunidades aborígenes, y no empoderar a esas comunidades y apoyar a las personas y organizaciones que trabajan para resolver la grave situación de abuso de sustancias y disfuncionalidad familiar.

Bill Leak no ayudó al debate, sino que ofreció un chivo expiatorio, una salida fácil para no tener que reflexionar. Y con la viñeta que le siguió, demostró que yo tenía razón, que se trata de “¿cuáles blancos son los buenos y cuáles son los verdaderos racistas?”.

Las personas aborígenes quedan relegadas en el debate, nos niegan la representación y una vez más somos carne de cañón para que la gente blanca supuestamente bien intencionada siga creyendo que los que están del otro lado del espectro político son los “verdaderos racistas”.

Traducido por Lucía Balducci

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