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The Guardian en español

El 'James Bond' alemán que puede ir a la cárcel por evadir impuestos

Werner Mauss en el tribunal ante sus abogados defensores J. Fischer (izq) and Rainer Hamm (derecha).

Philip Oltermann

Bochum (Alemania) —

Werner Mauss ha sido uno de los agentes secretos alemanes más destacados y ha realizado varias misiones internacionales con organizaciones terroristas y grupos criminales

Los agentes del servicio secreto lo conocían como “Institución M” o “el hombre con nueve dedos”, ya que le falta un dedo en la mano izquierda. Sus vecinos pensaban que se llamaba “Richard Nelson”, pero un empleado de su entidad bancaria lo conocía como “Claus Möllner”. Los altos cargos políticos del Gobierno simplemente lo conocían como “007”.

Durante al menos treinta años, Werner Mauss fue el James Bond real de Alemania: un agente sagaz que se movía en el tenebroso mundillo de las organizaciones criminales y de las agencias de inteligencia, atrapando a narcotraficantes, recuperando objetos robados, negociando con terroristas, cambiando de identidad y volando en su avioneta privada.

Ahora, tras pasar toda su vida esquivando balas y conduciendo a toda velocidad, este hombre de 77 años está en apuros por un tema mucho más mundano: el fisco.

Este lunes, Mauss ha comparecido ante un juez provincial en Bochum para el alegato final de un juicio en el que se le acusa de haber evadido 14 millones de euros en impuestos mientras se compraba bólidos y caballos pura sangre. Si la Fiscalía se sale con la suya, esta misma semana tendrá que empezar a cumplir una condena de seis años y tres meses de cárcel.

Nacido en la ciudad de Essen en 1940, Mauss descubrió que tenía una habilidad especial para ganarse la confianza de los desconocidos mientras trabajaba como comercial de una empresa de aspiradoras. Cuando era un veinteañero, fundó una agencia de detectives privados con su primera esposa. Primero espiaban a maridos infieles y a personas que intentaban estafar a las compañías de seguros, pero más tarde empezaron a espiar a organizaciones criminales.

Mauss se hacía pasar por un intermediario interesado en comprar coches robados, pieles o joyas y filtraba la información a la policía cuando los delincuentes le contaban los detalles de su próxima operación. Como contó al periodista Stephan Lamby en un documental producido en 1998, su método consistía en “pasear a su presa por distintas estancias psicológicas” para luego plantearle algunos retos intelectuales que le obligaban a proporcionarle más información de la deseada.

De 1970 a 1996, el nombre de Mauss estuvo conectado con prácticamente todos los grandes casos criminales de la Alemania Occidental. Según una biografía escrita por el periodista Stefan Aust, el espía aseguraba que entre junio de 1970 y mayo de 1971, él fue el responsable de la detención de 162 traficantes de diamantes, ladrones o narcos.

En 1976, Mauss detuvo a un miembro de un grupo terrorista de izquierdas, la banda Baader-Meinhof, en un kiosco de Atenas. En 1983, el Gobierno le confió la misión de recuperar 41 barriles de residuos tóxicos que se habían extraviado. El espía los localizó en una granja del norte de Francia.

A finales de la década de los ochenta y en la década de los noventa, este agente secreto hecho a sí mismo empezó a trabajar en misiones internacionales. Negoció con Hezbollah la liberación de unos empresarios secuestrados en Líbano y se desplazó hasta la jungla de América del Sur para conseguir la liberación de un alemán secuestrado por los guerrilleros del ELN.

Durante esta última misión, el Gobierno colombiano descubrió su identidad y las autoridades de Bogotá expresaron su preocupación por el hecho de que el agente secreto negociara un rescate con los secuestradores. Tras pasar nueve meses en la cárcel, quedó libre de todos los cargos en 1998.

Su vida de espía venía acompañada de lujos muy caros: relojes suizos, abrigos de piel, hoteles de lujo, Porsches, Jaguars y un Cessna 172, un avión monomotor que le permitió volar desde su finca de 16.200 hectáreas, situada en la región de Hunsrück, en el suroeste de Alemania, a muchas partes del mundo.

Esta finca vallada, adquirida por Mauss a finales de los sesenta, incluye, en palabras del periódico local Rhein-Zeitung, un castillo Disney con pagodas, un zoo privado con gamuzas, pavos reales y muflones y el picadero privado más grande de Alemania.

El fiscal general de Alemania cree que Mauss ha costeado esta vida de lujo con dos cuentas de UBS situadas en Luxemburgo y las Bahamas. Si atendemos al periodo entre 2002 y 2012, habría evadido el pago de impuestos sobre bienes de capital por valor de más de 42 millones de euros. Un responsable de UBS que colaboró en la investigación indicó que Mauss había viajado regularmente a Luxemburgo para retirar efectivo de su cuenta. Habría retirado unos 300.000 euros al mes.

El fisco alemán descubrió las cuentas en el extranjero de Mauss tras comprar en 2012 unos documentos filtrados con información de clientes de bancos suizos. El año pasado, el periódico Süddeutsche Zeitung encontró su nombre en las filtraciones de los Papeles de Panamá y publicó un artículo. Mauss asegura que el dinero que tiene en las cuentas del UBS está libre de impuestos ya que se lo dieron las agencias de inteligencia de varios países occidentales para financiar sus operaciones secretas contra el crimen organizado y el terrorismo.

A lo largo de doce meses de juicio, Mauss ha comparecido ante el juez con una chaqueta con capucha para evitar ser fotografiado por la prensa, a pesar de que en su página web se puede ver un vídeo en el que aparece su rostro.

El hombre asegura que sigue haciendo de James Bond a pesar de que en 1996 las autoridades colombianas revelaran su identidad. Indica que no solo ha estado a cargo de operaciones en Irak, Myanmar y Tailandia, sino que también ha participado en la “lucha contra el Estado Islámico”. De hecho, asegura que en 2011 este fondo fiduciario en el extranjero le permitió salvar al Papa Francisco de un intento de envenenamiento por parte de la mafia siciliana y los narcos colombianos, gracias a un soplo de los servicios secretos de China.

Mauss aseguraba que determinados testigos clave confirmarían su versión, pero estos nunca se han personado ante el juez. Uno de ellos, un responsable de la Agencia Federal de Policía, murió hace cinco años. El agente secreto tampoco ha podido explicar al Ministerio Fiscal por qué las agencias de inteligencia extranjeras habrían creado un fondo fiduciario cuyos estatutos establecen que tras la muerte del espía este dinero servirá para levantar el “Museo Werner Mauss”. Según el fiscal Timo Dörfer, la versión de Mauss se ha hecho añicos durante el juicio. El abogado que lidera la defensa de Mauss tiene la audiencia final el próximo lunes, tras lo cual el juez Markus van den Hövel dispondrá de once días para dictar sentencia.

Traducido por Emma Reverter

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