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The Guardian en español

El idioma islandés lucha contra la amenaza de la extinción digital

Katrin Jakobsdottir, primera ministra de Islandia.

Jon Henley

Reikiavik —

A diferencia de la mayoría de los idiomas, cuando el islandés necesita una palabra nueva no la suele importar. En su lugar, se acuña un nuevo término arraigado en el antiguo pasado nórdico de la lengua: un neologismo que parece, suena y se comporta como el islandés.

La palabra en islandés para computadora, por ejemplo, es tölva, una mezcla entre tala, que significa número, y völva, profetisa. Un buscador de internet es vafri, derivado del verbo deambular. Podcast es hlaðvarp, algo que “cargas” y “lanzas”.

Esto hace al islandés bastante especial, un idioma cuya compleja gramática sigue siendo como era hace un milenio y cuyo vocabulario se mantiene sin adulterar, pero que a su vez no tiene ningún inconveniente en lidiar con conceptos tan del siglo XXI como pantalla táctil.

Pero por muy antiguo, puro e ingenioso que pueda ser, igual que es fundamental para la sensación de identidad nacional y cultural, el islandés apenas lo hablan 340.000 personas, y Siri y Alexa no están entre ellos.

En una era de Facebook, YouTube, Netflix, teléfonos inteligentes, reconocimiento de voz y asistentes personales digitales, el idioma de las sagas islandesas –escritas sobe cuero entre 1200 y 1300– se hunde en un océano de inglés.

“Se llama minimización digital”, señala Eiríkur Rögnvaldsson, profesor de islandés y lenguaje en la Universidad de Islandia. Es decir, “cuando un idioma mayoritario en la vida real se convierte en un idioma minoritario en el mundo digital”, añade.

Los profesores de secundaria ya informan de que los alumnos de 15 años mantienen conversaciones de recreo enteras en inglés y cuando los especialistas en lenguaje muestran a los niños mucho más pequeños determinadas tarjetas con imágenes, ellos dicen saber “cuál es la palabra”, pero no en islandés.

Como los jóvenes pasan buena parte de sus vidas en un mundo digital prácticamente por completo en inglés, ya no reciben las aportaciones que necesitan para construir una base fuerte de gramática y vocabulario en su lengua materna, explica Rögnvaldsson. “Puede que estemos ante una generación que está creciendo sin una lengua materna real”, añade.

El islandés ha sobrevivido a extranjerismos en el pasado, por ejemplo bajo el dominio danés. El efecto del inglés, sin embargo, “es único en escala de impacto, intensidad de contacto y velocidad de cambio”, asegura Rögnvaldsson. “Los teléfonos inteligentes no existían hace 10 años. Hoy prácticamente todo el mundo está en contacto constante con el inglés”, añade.

El alcance y volumen del inglés fácilmente accesible a los islandeses ha crecido de manera exponencial y es más relevante y absorbente que nunca antes, explica Iris Edda Nowenstein, una estudiante de doctorado que trabaja con Rögnvaldsson en un exhaustivo estudio de tres años sobre el impacto del contacto con el lenguaje digital en 5.000 personas.

“Antes, fuera del colegio hacías deporte, aprendías un instrumento, leías, veías los mismos programas de televisión y jugabas a los mismos juegos de ordenador”, señala Nowenstein. “Ahora en los teléfonos, las tablets, los ordenadores y las televisiones hay infinidad de juegos, series, películas, vídeos y canciones. Hablas con Google Home o Alexa. Y todo en inglés”, añade.

Puede que el inglés no sea el enemigo –en principio, el multilingüismo es obviamente algo positivo–, pero su auténtico peso y variedad en la red son abrumadores, señala Nowenstein. No solo en el islandés. Hasta 21 lenguas europeas están en riesgo potencial de “extinción digital”, de acuerdo con un estudio.

“No hay negocio”

Las relativamente pocas personas que hablan islandés tienen también una fluidez inusual en inglés y se adaptan bien y rápido a las nuevas tecnologías. “La preocupación evidente es que los jóvenes empiecen a decir: 'Vale, si no podemos usar este idioma en el extranjero y tampoco lo usamos mucho en Islandia, ¿qué sentido tiene?'”, afirma Rögnvaldsson.

En lo que equivale a una tormenta perfecta para una lengua tan pequeña, el islandés también está sitiado en el mundo real. La salvaje isla del Atlántico Norte recibió el año pasado unos dos millones de visitantes extranjeros, cuatro veces más que la cifra de 2008, y los inmigrantes ahora representan un 10% de la población, lo que quintuplica la cifra en tan solo dos décadas.

La mayor parte de los trabajadores comunitarios con contratos a corto plazo en el sector turístico o el procesamiento de pescado y los nuevos residentes en la isla no tienen por qué emplear el islandés –con sus tres géneros, cuatro casos y seis formas verbales–. En los bares, restaurantes y tiendas del centro de Reikiavik puede ser difícil para los locales ser atendidos en su lengua materna.

En Internet, sin embargo, reside la mayor preocupación. Aparte de Google –que ha añadido el reconocimiento de voz en islandés en Android principalmente porque tiene un ingeniero islandés–, los gigantes de internet no tienen ningún interés en ofrecer opciones en islandés para una población del tamaño de Cardif.

“Para ellos, cuesta lo mismo apoyar el islandés en el mundo digital que apoyar el francés”, apunta Rögnvaldsson. “Apple, Amazon... Si miran a sus hojas de cálculo, nunca lo harán. No hay negocio”.

Cuando existen versiones en islandés, señala Nowenstein, no son perfectas. “Puedes traducir Facebook al islandés, pero no lo hace bien y la gente se cansa de ver su nombre mal escrito gramaticalmente, así que vuelve a cambiarlo al inglés”.

Max Naylor, académica británica también involucrada en el estudio, afirma que ha escrito a Apple varias veces, pero que nunca ha recibido respuesta. “No esperamos un sistema operativo que funcione a la perfección, pero la idea es que al menos se abran a la colaboración”, señala Naylor.

El Gobierno islandés aporta 450 millones de coronas islandesas (3,5 millones de euros) al año durante los próximos cinco años para un fondo de tecnología del lenguaje que espera sea capaz de producir materiales en código abierto que puedan usar los desarrolladores, pero el reto es inmenso, desde aplicaciones a neveras activadas con sonido, redes sociales y coches autónomos.

El islandés ha sobrevivido intacto durante unos mil años y pocos expertos temen que muera en un futuro próximo. “Sigue siendo el idioma mayoritario y oficial de un Estado nación, de la educación y del Gobierno”, sostiene Nowenstein.

“Pero la preocupación es que se vuelva obsoleto en más y más aspectos y se restrinja su uso hasta convertirse en el segundo idioma en aspectos enteros de la vida de la gente. Entonces preocupa que los islandeses entiendan peor, por ejemplo, su herencia cultural”, añade.

Mientras tanto, explica Naylor, las tasas de alfabetización entre los niños islandeses están decayendo a medida que se hunde su vocabulario. “Pronto se podría dar una situación en la que los islandeses no fuesen nativos ni en islandés ni en inglés”, explica. “Cuando la identidad está tan vinculada a la lengua... es difícil saber qué puede conllevar algo así”, añade.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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