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El realojo de los afectados por el incendio de Londres en un edificio de lujo desata la polémica

Londres busca viviendas alternativas para los afectados por el incendio de Londres

Harriet Sherwood

Tres kilómetros al sur del esqueleto carbonizado de la torre Grenfell hay un gran complejo de lujosos apartamentos nuevos que algunos de los desplazados por el incendio de la semana pasada pronto empezarán a llamar hogar. Los cuidadosos jardines de Kensington Row, los árboles podados y las burbujeantes fuentes son como un refugio frente al tráfico atronador de las dos carreteras principales de Londres. Sus amplios y espaciosos vestíbulos climatizados son puro alivio frente la ola de calor del mes de junio.

Cuatro bloques aún sin terminar albergan 68 pisos y han sido adquiridos por la Corporation of London (el Gobierno municipal) para las familias que lo perdieron todo durante el incendio de la torre Grenfell (el Gobierno ha prometido que los damnificados serán realojados en ese mismo distrito). A los trabajadores que están terminando estas viviendas se les ordenó no hablar con los medios, pero uno de ellos ha asegurado que en estos momentos hay prisa por terminar las labores de construcción. “Es una gran idea”, dijo sobre el plan de realojo.

Los vecinos que pasean a sus perros o que salen de paseo con niños pequeños tienen puntos de vista muy diversos. “Es muy injusto”, dice Maria mientras lee las noticias en el Evening Standard con dos vecinos más. Ella compró su piso hace dos años por una suma que no quiere detallar. “Pagamos mucho dinero para vivir aquí, trabajamos muy duro por esto. Ahora esas personas van a venir y ni siquiera van a pagar los costos del servicio”.

Nick, que paga 2.500 libras al mes (2.800 euros) por un piso de una habitación dentro del complejo, también tiene algunas dudas en torno a este plan. “¿Quiénes son los verdaderos inquilinos de la torre Grenfell? Parece que un montón de pisos estaban subarrendados. Ahora las personas cuyos nombres figuran en los alquileres tendrán un alojamiento alternativo aquí, y después ellos lo alquilarán a otras personas en el mercado privado. Y la gente que verdaderamente vivía de manera no oficial en la torre en el momento del incendio no será realojada”.

“Me pone muy triste que personas pierdan sus hogares, pero hay un montón de gente aquí que ha comprado pisos y que ahora ve cómo su valor cae en picado. Esto degradará las cosas y abre una caja de Pandora en el mercado inmobiliario”.

A. J., que hace dos meses se mudó a su apartamento de una habitación, que cuesta 2.500 libras al mensuales, dice no tener una posición respecto del plan. “Soy suizo”, bromea mientras pasea con su chow chow Enzo. “Esto me encanta. Hay instalaciones geniales, una piscina, un cine, un gimnasio, un spa. Hay porteros las 24 horas al día, está bien construido y tiene un buen mantenimiento. El otro día tuve un problema con el aire acondicionado que estaba solucionado en media hora”, asegura.

Dice que quedó horrorizado por el fuego. “Fue espantoso, tenía amigos viviendo allí. Les dimos cosas, y subimos y les ayudamos durante un par de días de la semana pasada. Para mí todo el mundo es igual”.

A las puertas de la escuela de primaria Kensington está Jaime Paul esperando para recoger a sus hijos. Cree que el plan para realojar a los residentes de la torre Grenfell en el complejo es algo bueno. “Hay pisos que se están desperdiciando, muchos están vacíos”, apunta. “Las personas que están preocupadas por el hecho de que sus casas pierdan valor son unos egoístas”.

En la oficina de ventas del edificio, una vendedora bien vestida no quiso dar detalles sobre el anuncio o las instalaciones que estaban disponibles para los residentes. Un conserje llevó a the Guardian hasta el gerente del edificio, que insistió en que los pisos en los que iban a vivir los residentes de la torre Grenfell se gestionaban de forma independiente, aunque su construcción y propiedad dependían de los mismos promotores.

Edmond, un trabajador albanés que pone suelos de parquet en los apartamentos, apuesta a que el plan de realojo nunca se hará realidad. “No va a suceder, créeme. Ven y echa un vistazo a los coches que hay allá abajo”, comentó señalando a un aparcamiento subterráneo mientras un Jaguar negro con una matrícula personalizada resuena en la rampa hacia las puertas accionadas por control remoto. “Puedes escribir lo que quieras, pero créeme, el dinero controla el mundo. ¿Personas como yo viviendo aquí? De ninguna manera”.

Traducido por Cristina Armunia Berges

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