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The Guardian en español

La guerra interminable: las series de EEUU no abandonan el campo de batalla

La española Christina Ochoa en la nueva serie Valor, de la cadena CW

Paul Gleason

Las series de televisión bélicas siempre han ocupado un lugar especial en el panorama televisivo estadounidense, muchas veces reflejando la opinión del país sobre sus Fuerzas Armadas y el papel que ellas tienen en el mundo. En las décadas de los cincuenta y los sesenta, predominaba la ligereza. Comedias como The Phil Silvers Show, Gomer Pyle, USMC y Los héroes de Hogan pintaban la vida militar como algo torpe y divertido, aunque tuviera lugar dentro de un campo nazi para prisioneros de guerra.

En la década de los setenta, cuando se ensombreció el ánimo nacional, la tragicomedia M.A.S.H. mostró la creciente desilusión que sentía el país por la guerra de Vietnam (aunque estaba ambientada en Corea). Incluso en los ochenta, la exagerada serie El Equipo A giró alrededor de la desconfianza generalizada hacia el gobierno generada tras una sucesión de escándalos, entre ellos el Irangate.

Desde el 2001, la guerra mundial contra el terrorismo se ha convertido en el centro de las principales series bélicas, la mayoría con un tono de miedo o de furia. Desde series como 24 hasta propuestas de primer nivel como HomelandHomeland, la amenaza terrorista ha sido real, inminente y, muchas veces, mortal. Los enemigos de Estados Unidos no se rendirán y no pedirán la paz. Deben ser derrotados. Afortunadamente, Estados Unidos está defendido por soldados ejemplares. Series de televisión sobre brigadas militares de élite, como The Unit (2006-2009) y Six (2017), ensalzaron el valor, la camaradería y la lealtad de los soldados estadounidenses. Solo contadas excepciones, como Generation Kill (2008), de David Simon, mostraron un profundo escepticismo sobre las incursiones estadounidenses en el extranjero.

Novedades de este otoño

Las tres series bélicas que se estrenarán este otoño, The Brave, Seal Team y Valor, no comparten el escepticismo de Simon. Tal vez sean más diversas en cuanto a su elenco pero los soldados estadounidenses siguen siendo héroes; sus enemigos, villanos irredimibles; y la guerra contra el terrorismo, necesaria y hasta justa.

Estas series aparecen en un momento en que la opinión pública estadounidense tiene una visión ambivalente sobre la misión de Estados Unidos en el mundo. Según una encuesta del Centro de Investigación Pew de 2016, el 57% de sus ciudadanos querría que Estados Unidos “se encargara de sus propios problemas y dejara a los otros países encargarse de sus propios asuntos lo mejor que pudieran”.

Pero la encuesta también reveló que una multitud de estadounidenses también quería más presupuesto militar. Una gran parte de la población quiere que EEUU siga siendo la única superpotencia militar del mundo, y una abrumadora mayoría señaló a ISIS como la principal amenaza mundial.

La Administración Trump ha intentado sacar partido de esta tensión, convirtiendo la protesta de los jugadores de la NFL contra la injusticia racial en una simple consulta popular sobre la bandera y los militares de EEUU. Aunque ninguna de estas series tiene una postura de derecha tan evidente, lo cierto es que apoyan sutilmente al complejo militar-industrial.

La serie The Brave, de la cadena NBC, es posiblemente la de mayor conciencia social en esta nueva camada. Nunca pierde la oportunidad de recordar que en la lucha contra el terrorismo las mujeres y los musulmanes del escuadrón tienen tanto compromiso y capacidad como cualquiera.

“Amir, ¿no te pone furioso estar sentado en una mezquita al lado de un tipo que algún día podría volarte la cabeza?”, pregunta el bromista del equipo, un tipo poco diplomático. “Me pone más furioso de lo que tú, que no eres musulmán, podrías entender”, responde Amir, interpretado por Hadi Tabbal. Durante un momento de respiro en medio de la acción, la francotiradora de la unidad dice a su líder de escuadrón: “Es el único oficial a cargo que he tenido que me mira y no me trata primero como a una mujer”. Esa diversidad, al parecer, es su fuerte.

Pero bajo esa fachada de tolerancia religiosa y feminismo motivador, la serie The Brave es agresiva y hasta sangrienta. En el episodio piloto, la encargada de unidad de la “Agencia de Inteligencia de la Defensa” dice: “Luchamos contra gente que quiere borrarnos de la faz de la Tierra. Eso significa que debemos ser tan implacables como ellos”.

El resto de su unidad parece estar de acuerdo. “Desafortunadamente, hay maldad en el mundo y, a veces, el poder solo se doblega con más poder”, dice el capellán de la unidad, interpretado por Demetrius Grosse. Si es así, entonces tal vez sea cierto que el Ejército necesita más dinero. Lo que está claro es que debe mantener su presencia en el mundo.

Seal Team también contrasta la pericia, el coraje y la nobleza de los soldados estadounidenses con la crueldad de sus enemigos. En el episodio piloto, el líder del grupo (interpretado por el actor de Buffy Cazavampiros, David Boreanaz) prefiere capturar a un terrorista antes que matarlo. En otro episodio, el régimen sirio usa gas VX sobre su propio pueblo, mientras que los soldados estadounidenses arriesgan sus vidas para salvarlos.

Pero Seal Team al menos da indicios de los problemas relacionados con las guerras de EEUU: el personaje de Boreanaz sufre de TEPT (trastorno por estrés postraumático), un soldado señala que EEUU solía fabricar gas VX, y el Pentágono parece indiferente ante la suerte de los civiles sirios envenenados.

Pero son todos problemas que fácilmente pueden ser dejados a un lado. En esta serie, el TEPT es un obstáculo personal y no una razón para dudar de la sensatez de la guerra. En cuanto al gas VX, Boreanaz le recuerda a su amigo: “Somos los buenos, porque no vamos a usar realmente este gas”. Y cuando otro soldado insinúa que el alto mando tal vez esté en lo correcto (que quizás EEUU no puede hacerse responsable de los civiles que se encuentran en peligro en todo el mundo), Boreanaz responde que “no hay nada honorable en eso”, lo que significa que, en nombre del honor de EEUU, la lucha debe continuar.

La serie más escéptica de todo este grupo es Valor, de la cadena CW, que comenzó esta semana y versa sobre un escuadrón de pilotos de helicóptero de primer nivel. La serie cambia el formato moral del “monstruo de la semana” utilizado en las otras, por un arco argumental más largo, en el que los pilotos se preparan para rescatar a miembros de su escuadrón que se han quedado atrás en una misión fallida en territorio somalí.

La heroína del programa, Nora Modani (interpretada por la actriz española Christina Ochoa), se enfrenta al machismo en su trabajo, tanto por parte de sus jefes como de su novio. Mientras en The Brave y en Seal Team los soldados y los agentes de inteligencia trabajan en perfecta armonía, en Valor se insinúa que, en el fondo, a la CIA tal vez no le preocupe el bienestar de los soldados estadounidenses.

La serie incluso critica al público de EEUU y presenta a los estadounidenses como demasiado satisfechos con la idea de que sus batallas sean peleadas en el exterior por pequeñas unidades como estas. “La gente no quiere que se desplieguen soldados”, dice a Modani su copiloto. “Así que la guerra ahora es así: operaciones encubiertas, situaciones poco claras. A eso te has unido”.

Aunque al Gobierno no le importe el destino de sus soldados, y aunque las fuerzas especiales estadounidenses hagan borrosos los límites morales, la misión de rescate debe continuar. Por más que Valor critique la guerra de EEUU, todavía no parece haber otra opción.

Estas series dicen a los estadounidenses (el 57% de los cuales tiene dudas sobre la guerra inconclusa que su país mantiene por todo el mundo) que la causa probablemente es justa o, como mínimo, necesaria. Los soldados de estas series no son invasores, sino salvadores. Encargados de liberar a los prisioneros y defender a los indefensos, su misión, como la de la guerra contra el terrorismo, debe continuar semana tras semana, sin que importen los costos y sin final a la vista.

The Brave y Seal Team envían el reconfortante mensaje de que los estadounidenses pueden tenerlo todo a la vez: extender su poder militar a todos los rincones del planeta y, a la vez, involucrarse “cada vez menos” por la reducción en el número de soldados desplegados.

Es muy pronto para saber si Valor, como M.A.S.H., expresará constantes dudas acerca de la guerra más larga del país. Aunque es esencial evitar que esta Administración empiece nuevas guerras, tal vez sea aún más difícil terminar con las viejas. Si estas tres series sirven como indicador, hasta imaginar un fin a la guerra contra el terrorismo parece tarea difícil.

Traducido por Francisco de Zárate

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