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Cómo sobrevivir a una cárcel iraní

La entrada de la cárcel de Evin, donde hay numerosos presos políticos.

The Guardian

Como estudiante y activista político, Abbas Hakimzadeh fue encarcelado tres veces entre 2007 y 2010. Sobrevivió a abusos físicos y mentales, en sesiones de torturas que duraban hasta 15 horas por día.

En 2010, con la sospecha de que una cuarta detención era inminente, Hakimzadeh huyó hacia la frontera con Turquía. Las autoridades iraníes le habían confiscado el pasaporte, así que Hakimzadeh se arriesgó a que los guardias de frontera le dispararan con tal de evitar un nuevo período tras las rejas.

Según Hakimzadeh, la terrible experiencia que sufrió hace más de cinco años no es nada en comparación con lo que le ocurriría en la actualidad a un activista o periodista que cayera en manos del sistema judicial de Irán. Desde los levantamientos de 2009, la república islámica expandió el uso de herramientas legales, incluida la pena capital, para acallar las voces disidentes.

“Ahora los riesgos son mayores. En mi época, el precio de ser activista se pagaba con la cárcel, pero desde la Revolución Verde, el precio es mucho más alto”, asegura Hakimzadeh.

Un ejemplo de lo que cuenta Hakimzadeh es la acusación de moharebeh, “enemigo de Dios”, que se castiga con la pena de muerte. Las autoridades iraníes han ampliado el alcance de la definición, que pasó de “lucha armada en contra del Estado” y “herejía” a incluir “debilitar los cimientos del islamismo” y “cooperación con agentes o entes extranjeros”. Los oficiales iraníes ajustaron el significado de moharebeh para que pueda aplicarse a cualquier cosa, desde una publicación enfadada en Facebook o Twitter hasta la participación en una marcha espontánea de protesta.

Hakimzadeh cree que hay algunas medidas que pueden ayudar a los activistas iraníes a protegerse mejor, dentro y fuera de los muros de una prisión. Hakimzadeh forma parte de un grupo de más de una docena de activistas que utilizaron la dura experiencia personal que sufrieron para crear un manual de 19 capítulos, redactado en persa y en inglés, llamado Safe Activism: Reducing the Risks and Impact of Arrest (Activismo seguro: Guía para reducir el riesgo y los efectos de una encarcelación).

El manual se diseñó con el propósito de enseñarle a los activistas y a los periodistas cómo evitar conductas negligentes que los pudieran poner en peligro a ellos y a sus familiares y amigos más cercanos. Actualmente se puede encontrar en Internet y ofrece pautas de qué hacer en caso de ser arrestado y cómo sobrellevar las consecuencias del encarcelamiento.

Mahdieh Javid, que huyó de Irán cuando era apenas una adolescente, tuvo un papel determinante en la creación del manual. Durante su trabajo con otros activistas que habían huido del país entre 2009 y 2010, hizo un descubrimiento alarmante al entrar en contacto con los activistas que seguían en Irán: “Nos dimos cuenta de que muchos de los arrestos podrían haberse evitado con solo seguir unas simples medidas. Se repiten muchos errores, ya que se habla poco y nada del tema”.

En el primer capítulo del manual de “Activismo seguro”, esas medidas de seguridad se encuentran resaltadas. Se les recuerda a los lectores tomar precauciones antes de asistir a una junta con otros activistas y no comunicar información importante por teléfono. Se les recomienda que guarden la documentación de importancia, identificaciones y pasaportes en un lugar seguro que no sea su lugar de residencia y que no dejen en el hogar ningún tipo de artículo ilegal, como drogas, alcohol y material prohibido.

Mehdi Aminizadeh, otro activista que participó del proyecto, cuenta que, durante uno de sus cuatro períodos en la cárcel, su familia le envió libros de la biblioteca de su casa, sin darse cuenta de que uno de esos libros estaba considerado como contrabando. Más tarde, la posesión de ese libro ilegal se añadió a los cargos que le imputaron.

La guía también dedica un apartado a la seguridad digital. Se les recomienda a los lectores memorizar los números de teléfono, direcciones y cualquier otra información de suma importancia, en lugar de dejarla anotada. Además, se les recomienda usar diferentes cuentas de correo electrónico para los intercambios que tengan que ver con la actividad política y utilizar programas como el File Shredder para evitar que se recuperen los archivos que se hayan borrado.

Haciendo memoria, Hakimzadeh recuerda que uno de los errores más graves que cometió fue escribirle un correo electrónico a su novia con instrucciones de qué hacer en caso de que él estuviera detenido. “No sé si guardé el archivo en mi ordenador o si lo borré y lograron recuperarlo, pero mis interrogadores sabían que existía y lo usaron en mi contra”.

Manteniendo la cordura

Los activistas no tienen forma de saber si serán arrestados, cuándo o con qué castigo. Las estrategias de arresto de los oficiales iraníes también varían. Algunos arrestos son rápidos y predecibles y, otros, se realizan de sorpresa mientras las autoridades se toman su tiempo para “reunir información y conocer con más detalle al sujeto”.

“Para otros, se arman situaciones y se espera que ocurran ciertas cosas antes de tomar cartas en el asunto… Primero esperan a que madure la situación y luego dan el golpe”, dice Hakimzadeh.

El manual les brinda a los lectores los pormenores sobre qué esperar durante el arresto y el ingreso a prisión, así como también información con las tácticas más comunes de los interrogadores: amenazar con hacer daño o arrestar a los miembros de la familia del individuo detenido, torturar física y psicológicamente, abusar sexualmente y, además, realizar actos de bondad inesperados. 

Se les recomienda a los lectores que, en sus “confesiones”, no incriminen a otras personas. Cuando se trata de confesiones escritas, los autores del manual recomiendan brindar respuestas vagas y que incluyan las preguntas de los interrogadores en la declaración. También se les aconseja a los detenidos escribir lo que más les convenga a ellos, en lugar de lo que le dijeron al interrogador. Para impedir que la parte querellante utilice la confesión como evidencia en contra del detenido en un caso posterior, todas las páginas deben estar enumeradas y con fecha. Además, tachando todos los espacios en blanco, se evita que se agregue información que antes no estaba en la declaración. También, las personas privadas de su libertad pueden escribir de manera ilegible y tachar palabras para que la confesión no se admita en un tribunal.

Tal vez, una de las tareas más importantes del manual es preparar a los activistas para el régimen de aislamiento, una práctica muy común utilizada para quebrar la voluntad de los detenidos. Hakimzadeh, que estuvo un total de 190 días en aislamiento, describe la experiencia como un vacío que se parece a la muerte.

“No he experimentado la muerte pero creo que así es como debe sentirse. Es repentino e inesperado. En un instante, te aíslan de todo y de todos. Las cosas sin importancia, que antes eran normales y se daban por hecho, como abrir una puerta, mirarse la cara en el espejo o mirar el móvil para saber la hora, ya no se pueden hacer”, explica Hakimzadeh.

A medida que pasaba el tiempo, el ejercicio, la meditación, los pensamientos positivos y la limpieza de su celda, entre otras cosas, ayudaron a que Hakimzadeh no perdiera la cordura.

“En mi celda, tenía el Corán y un libro de oraciones y los estudiaba y tomaba notas con un papel y un lápiz que había encontrado y que pude esconder. El material para escribir era ilegal en ese lugar. Pensaba en lo que había escrito y tenía charlas conmigo mismo. Me hablaba a mí mismo. Caminaba en la celda durante horas”, cuenta.

El manual de Activismo Seguro no es el primero que se conoce de su clase, pero los creadores creen que es el que está más al día con los métodos de las autoridades iraníes. Fue escrito por un gran grupo de activistas, con historias de persecución y encarcelamiento recientes, y suma las voces de estudiantes activistas, de defensores de los derechos de la mujer y de la Revolución Verde, y de otros grupos.

“Algunos puntos son nuevos incluso para mí. Por ejemplo, sabía qué vivían los activistas políticos y estudiantiles en la sección 209 [de la prisión Evin de Teherán], pero no sabía nada de lo que les ocurría a los prisioneros de otras ciudades, como Sanandaj o Ahvaz o a las minorías religiosas. Este manual también incluye esas experiencias”, cuenta Hakimzadeh.

Aunque el manual está dirigido a los activistas, las autoridades de la república islámica también tienen acceso a la información debido a que está publicada en Internet. A los autores de Activismo Seguro no les preocupa que revelar los métodos de persecución de las autoridades contra los activistas vaya a generar un cambio en las tácticas utilizadas. Es posible que la lectura del manual lleve a que los oficiales iraníes aborden el tema con “más sagacidad”, pero, según Hakimzadeh, no va a cambiar en nada que, una vez que “la persona sabe lo mínimamente indispensable acerca de lo que va a ocurrir, esta información le ayudará a adaptarse”.

O como explicó otro de los colaboradores, que prefirió permanecer en el anonimato, “por lo menos, les ayuda a saber que no están solos, que otros ya han pasado antes por la misma experiencia y que, ahora, algunas de esas personas se encuentran a salvo”.  

Traducción de Francisco de Zárate

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