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Los traficantes en Yemen obligaron a decenas de refugiados a saltar al mar a punta de kalashnikov

un trabajador de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ayuda a migrantes somalíes y etíopes que, según parece, fueron obligados a arrojarse al mar en una una playa en shabua (Yemen).

Jason Burke

Nairobi —

Palizas y disparos. Esas fueron las amenazas de los traficantes contra más de 100 refugiados, entre ellos niños que no sabían nadar, para que saltasen a mar abierto frente a las costas de Yemen la semana pasada. Así lo han confirmado varios supervivientes. Al menos 51 personas fueron asesinadas. Este incidente es el último de una serie en las que cientos, si no miles, de refugiados han muerto.

The Guardian se puso en contacto con algunos de los supervivientes, que aseguran que miembros de la tripulación armados con fusiles de asalto AK47 dijeron a 120 hombres, mujeres y niños que no iban a poder llegar hasta las playas de Yemen. En ese momento, les obligaron a saltar al agua mientras estaban todavía al menos a un kilómetro mar adentro. Ocurrió en la madrugada del martes.

El barco zarpó de Bosaso, un puerto del Golfo de Adén en Somalilandia (una región del norte de Somalia fuera del control del Gobierno de Mogadiscio), unas 16 horas antes, cuenta el supervisor. Se ha confirmado la muerte de un total de 51 refugiados, la mayoría somalíes que trataban de llegar a Europa, y se espera que esta cifra se eleve.

“Los traficantes de personas nos dijeron que era muy peligroso llegar a la costa, ya que las autoridades habían arrestado a contrabandistas justo en esa zona. Así que nos dijeron que saltásemos. La gente empezó a gritar y a suplicar que nos acercasen un poco más, pero ellos se negaron y empezaron a pegarnos con palos. Tenían rifles AK47, por lo que tenían miedo de empezar una discusión y la gente empezó a saltar al mar”, recuerda Abdirahim Ilmi Aano, de 25 años, un obrero de Bosaso.

“Desafortunadamente, muy pocos han sobrevivido. Recuerdo que algunos eran verdaderamente jóvenes y no sabían nadar”, apunta Aano desde Yemen en una conversación telefónica.

La Organización Internacional para las Migraciones (IOM, por sus siglas en inglés) dice también que su personal encontró 29 tumbas de migrantes poco profundas en una playa en la provincia yemení de Shabwah durante un control rutinario realizado el martes por la mañana. Los muertos fueron enterrados a toda prisa por los propios supervivientes.

La IOM estima que alrededor de 55.000 migrantes han salido del Cuerno de África para llegar a Yemen desde enero. Más de 30.000 de esos migrantes eran somalíes y etíopes menores de 18 años, y un tercio eran mujeres. La mayoría emprende este viaje con la esperanza de encontrar mejores oportunidades económicas en los países del golfo o para viajar a otro lugar. Todos huyen de la sequía, la guerra y la dura represión de sus países de origen.

El jueves, en un segundo incidente, los contrabandistas con otro cargamento de refugiados mayormente etíopes obligaron a 160 personas a saltar al agua a punta de fusil. Hasta el momento, solo se han descubierto cinco cuerpos y unas 50 personas están desaparecidas, aseguró la IOM a través de un comunicado. Según la agencia, la edad media aproximada de los pasajeros de ese barco era de 16 años.

En marzo, el gobierno de Somalia culpó a la coalición liderada por Arabia Saudí que combate en Yemen por el ataque a un barco que acabó con la vida de al menos 42 refugiados somalíes en la costa yemení. A pesar del riesgo que supone, Yemen sigue siendo un destino atractivo para los migrantes africanos porque no existe una autoridad central que les impida continuar su viaje.

Sequía y hambre en Somalia

Este año, Somalia se ha visto duramente golpeada por una sequía que ha desplazado a medio millón de personas y que amenaza a muchos más con la hambruna. También se han intensificado los ataques cometidos por el grupo yihadista al-Shabab, vinculado a Al Qaeda, que controla zonas del centro y del sur del país.

Suban Abdinor Shukur, de 22 años, cuenta que su hermano de 19 (que esperaba encontrar trabajo para pagar su formación de ingeniero informático), se encontraba entre las personas que murieron el martes. “Es un desastre para nuestra familia. Le vi salir la noche que estaba viajando a Yemen... mi familia es pobre, por eso mi hermano quería ayudarnos a dejar esta mala vida. Nos dijo que después iba a viajar a Europa para conseguir un buen trabajo y continuar recibiendo educación y ayudar a nuestra madre”, explica Shukur, hablando por teléfono desde Bosaso.

Mimino Dhubow, madre de un chico de 17 años que viajaba en el mismo barco, dice que había vendido tierras familiares y que había pedido dinero prestado para pagar su viaje. Su hijo la llamó desde Bosaso para contarle que había pagado 500 dólares (unos 420 euros) a un contrabandista por su pasaje para cruzar el golfo y que iba a zarpar pronto.

“La vida es dura aquí. Hay guerra. Muere gente cada día. Al Shabab no permite que nos llegue la comida de la ayuda humanitaria. Por culpa de la sequía no podemos cultivar. Por eso mi hijo era la última esperanza que teníamos para sobrevivir. No sé nada de él. Rezo por que esté vivo”, apunta Dhubow.

Más de 111.500 migrantes llegaron a las costas de Yemen el año pasado, frente a los 100.000 del año anterior. Así lo confirma la Regional Mixed Migration Secretariat, un grupo de agencias internacionales que controla la migración en esa zona.

Aano cuenta que dejó atrás a tres hijos y a su mujer en la ciudad somalí de Beletwein, pero que no puede volver. Ahora planea viajar hasta Sudán en otro viaje marítimo peligroso e ilegal y después quiere llegar a Libia. El viaje le costará entre 5.500 y 7.000 dólares (entre 4.660 y 6.000 euros), según sus cálculos.

Traducido por Cristina Armunia Berges

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