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Sobre este blog

No está claro si dan risa o miedo: perfiles semanales con mala leche de los que nos mandan (tan mal) y de algunos que pretenden llegar al Gobierno, en España y en el resto del mundo.

Hasan Rohaní, un personaje de Tarantino para evitar una guerra nuclear en Oriente Próximo

Ramón Lobo

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No está claro si dan risa o miedo: perfiles semanales con mala leche de los que nos mandan (tan mal) y de algunos que pretenden llegar al Gobierno, en España y en el resto del mundo.

  • Fue estrecho colaborador del reformista Mohamed Jatamí y jefe del equipo negociador del programa nuclear, del que fue relevado nada más llegar a la presidencia Mahmud Ahmadineyad. No es un reformista, solo un moderado pragmático e inteligente

En un mundo de salvadores de la patria, los que al final cierran las vías de agua y limpian los desaguisados son los fontaneros, los Señor Lobo de Pulp Fiction, y el actual presidente de Irán, Hasan Rohaní (1948 en Sorjé), es uno de los mejores. Si se revisan las fotografías de la Revolución, desde la caída del sha-dictador Pahlevi el 11 de febrero de 1979 hasta hoy, Rohaní siempre ha estado ahí, a la vera del poder solucionando problemas. Primero con Jomeini –él fue el creador del título honorífico de imán con el que ha pasado a la historia–, después con Akbar Hasemi Rafsanyaní, hombre fuerte del régimen entre 1989 y 1997, ya muerto el fundador del Estado islámico. Fue estrecho colaborador del reformista Mohamed Jatamí y jefe del equipo negociador del programa nuclear, del que fue relevado nada más llegar a la presidencia el conservador populista Mahmud Ahmadineyad. No es un reformista, solo un moderado pragmático e inteligente.

En los primeros años, en los que la Revolución se movía entre dos polos, el conservador, que es el que ganó, y el izquierdista, Rohaní se mantuvo en el centro. Por un lado pleiteaban el actual guía supremo de la Revolución, Alí Jamenei; por otro, Mir-Hosein Musaví, quien fue primer ministro con Jomeini entre 1981 y 1989. Musaví fue el principal candidato reformista que desafió en las urnas a Ahmadineyad en 2009. El fraude electoral provocó un estallido social en las calles de Teherán y en las principales ciudades, pero no en el mundo rural. Es lo que en Occidente llamamos la Revolución Verde y que fue aplastada con inusitada violencia por las milicias basij, el principal instrumento de represión de los conservadores. Musaví y otros líderes reformistas quedaron en arresto domiciliario, otros fueron a la cárcel. Rohaní practicó la taqiyya política, es decir, el ocultamiento, una distante prudencia.