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Banco Popular: ¡Y al primer día resucitó!

Ana Botín tras explicar ante los medios la compra del Popular.

Guido Stein

Lo del Banco Popular parece una historia milagrosa. Ha pasado en 24 horas de estar rematado a ser la mejor operación del Santander en ¿lustros? A las declaraciones de los nuevos dueños me remito; acompañadas por las de los reguladores, competidores, el mercado financiero, y los medios de comunicación. Es como si no hubiera pasado nada, salvo para los que han perdido.

A bote pronto, sólo me caben dos explicaciones ante este hecho maravilloso: o que el enfermo tenía una patología grave pero tratable, pues sus básicos son los mismos ayer que hoy (plantilla de hierro, margen del negocio, base de clientes, penetración en las pymes, etc.), siempre y cuando no le retires el oxígeno (la liquidez), que sin él no hay quien viva; o que se ha usado inmediatamente el bálsamo de Fierabrás:

“Un bálsamo –respondió Don Quijote a Sancho–, de quien tengo la receta con el cual no hay que tener temor a la muerte, ni hay que pensar morir de ferida alguna; y así, cuando yo le haga y te le dé, no tienes más que hacer sino que cuando vieres que en alguna batalla me han partido por medio del cuerpo, como muchas veces suele acontecer, bonitamente la parte del cuerpo que hubiere caído en el suelo, y con mucha sutileza, antes que la sangre se hiele, la pondrás sobre la otra mitad que quedare en la silla, advirtiendo de encajallo igualmente y al justo. Luego me darás a beber solos dos tragos del bálsamo que he dicho, y verásme quedar más sano que una manzana”.

El Popular no estaba como una manzana, obviamente, pero tampoco partido en dos, hasta que aparentemente lo descuartizaron. La gracia es que nadie parece tener pudor. Eso sí, cuanto antes desaparezca cualquier vestigio de su existencia, mejor para muchos.

Albergo algunas dudas de que el marasmo anunciado de las demandas tenga como norte hacer justicia. Por lo pronto, y con perdón de mis amigos abogados, voy a apostar (porque esto va de apuestas) más por los medios de comunicación, a su pesar.

Los periodistas de investigación, que los tenemos muy buenos en España, quizá puedan seguir también en este caso el consejo de Garganta Profunda, la fuente misteriosa que ayudó a desenmarañar el escándalo del Watergate a los del Washington Post : “Follow the money!”.

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