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La memoria histórica no es cuestión de gustos o de colores, Sr. Van Grieken

El consejero de Educación de la Comunidad de Madrid, Rafael Van Grieken

Elena Sevillano

Diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid —

Tal día como hoy un 6 de noviembre de 1933 el Presidente de la II República Niceto Alcalá Zamora inauguró, además de otros siete colegios en Madrid, el Grupo Escolar 14 de Abril, actual Calvo Sotelo. Una denominación, la de ahora, inimaginable en aquel momento, cuando eligieron un nombre mucho menos personalista a petición del propio Presidente, ya que la intención inicial era llamarlo Alcalá Zamora. Pues bien, 85 años después de aquella democracia truncada por un sangriento golpe militar, el nombre de este histórico centro de enseñanza sigue dando de qué hablar. 

Lo que vino después de esa inauguración, que encajaba en una decidida apuesta por la enseñanza pública, lo sabemos: una guerra terrible, predecesora del horror que ocuparía el resto del continente y ultramar, a la que se sumaron cuarenta años de dictadura. En ella se impuso legislación propia, parte de la cual nos trae al caso de este artículo. 

Me refiero a una Orden Ministerial emitida del 20 de abril de 1939 que ordena el cambio de nombres de 16 colegios de Madrid entre los que se encuentra el 14 de abril, “por nombres insignes de una significada representación de los mártires de nuestra Cruzada” cuya vigencia el Partido Popular de la Comunidad de Madrid pretende seguir prolongando por una cuestión de gusto o disgusto más bien, respecto al nombre original, a pesar de que dicha razón no es válida en democracia, o al menos no debería serlo.

No cabe otra interpretación tras la contestación del Consejero Van Grieken a pregunta del vecindario y de  asociaciones a la que puse voz hace unos días en la Asamblea de Madrid. 

Dicha pregunta versaba sobre la petición de restitución del nombre original del colegio, que en el marco de la Ley de Memoria Histórica solicita el Consejo Escolar por mayoría democrática, contando con la aprobación de la Junta Municipal de Retiro, distrito en el que se encuentra el colegio, siendo ambos los requisitos exigibles por la Comunidad de Madrid para tales casos. 

Y no nos deja otra el señor Van Grieken porque se da la paradoja de que con anterioridad se produjo una solicitud exactamente igual para la restitución del nombre original del colegio General Mola, con misma motivación y cumpliendo mismos requisitos, esta vez la Junta lo aprobó a petición del Partido Popular y fue concedida por el Gobierno regional del mismo signo político, sin ningún tipo de problema. 

Nos deja atónitos el señor Consejero cuando justifica su negativa en que no considera suficientes una mayoría de siete frente a cinco en el Consejo Escolar, o que “sólo” voten a favor los dos grupos que componen mayoría en la Junta Municipal. No puedo dejar de aprovechar este escrito para recordar a Van Grieken que en la Asamblea de Madrid con “sólo” los votos de dos grupos y un escaño de diferencia Partido Popular y Ciudadanos aprueban infinidad de propuestas y leyes. Así es la democracia. 

Del mismo modo nos dejó el argumento al que recurrió por el que estimaba -en base a un informe de inspección educativa- que se podría generar conflicto. ¿Acaso entiende la inspección educativa o el propio Consejero que la comunidad escolar no está capacitada para aceptar una decisión democrática? ¿No es más probable que se genere inestabilidad cuando no se llevan a término las decisiones del Consejo Escolar que representa a dicha comunidad? Pero voy más allá: ¿de verdad existe un informe de inspección escolar en esos términos? A Podemos nos resulta un tanto surrealista, así que lo hemos solicitado, para salir de dudas. 

Y usaría el emoticono con la cara perpleja para expresar cómo me quedo cuando el señor Van Grieken dice que a él no tiene que preocuparle el nombre del colegio, y que esto nada tiene que ver con la educación. A lo primero le digo que es una falsedad evidente, puesto que si no le preocupara el nombre del colegio ya estaría cambiado. Y a lo segundo le digo que mantener preceptos franquistas e ignorar este trabajo de memoria y dignificación de la democracia, que debería estar haciendo el Gobierno de la Comunidad de Madrid y que está haciendo la sociedad civil en su lugar, tiene mucho, pero mucho que ver con la educación, pero esto tampoco lo desconoce el señor Van Grieken. 

La propia ONU o la UE han enviado en numerosas ocasiones resoluciones vergonzantes a nuestro país, pues nos consideran una “anomalía democrática” por cuestiones como esta, que incide en mantener vigentes los efectos de las disposiciones de la dictadura. 

El vecindario, las asociaciones y la comunidad educativa llevan mucho tiempo trabajando por esta restitución, y no se van a rendir con esta decisión porque es arbitraria, discriminatoria, antidemocrática e injusta. Esta tarde volverán a reivindicarlo en la conmemoración el ochenta y cinco aniversario de la inauguración de un colegio que quiere recuperar su verdadero y legítimo nombre. Lo harán con un homenaje a las maestras cuya purga organizo el mismo hombre que firma la orden ministerial del cambio de nombres objeto de este artículo. Lo expresó con extraordinaria claridad uno de los actuales docentes del centro en una declaración publicada en El País: “El Partido Popular tiene aquí una ocasión de oro para demostrar si postula los valores cívicos democráticos o si perpetúa las concepciones franquistas”. 

Hoy ya podemos ver en la respuesta en Pleno hacia cuál de estas posturas se ha inclinado el Gobierno de la Comunidad de Madrid. Al que vuelvo a pedir desde aquí que cambie de actitud. Es incomprensible en los tiempos que corren que el Partido Popular pierda, con acciones como ésta, cada oportunidad que se le presenta para desvincularse del franquismo.

Estoy convencida de que si fuese casi cualquier otro nombre y no 14 de abril la restitución ya se habría realizado. Creo que una fecha histórica, que refleja el inicio del establecimiento de bases realmente democráticas por primera vez en nuestro país, no debería molestar a ningún demócrata, pero para gustos los colores. 

Y ante gustos y colores, normas que la sociedad civil, el vecindario de Retiro y la comunidad educativa han cumplido. Ahora toca al Gobierno de la Comunidad de Madrid hacer su parte ya que en democracia no deberíamos depender todos y todas ni de sus gustos ni de sus colores.

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