Un fin de semana enorme en la pequeña ciudad de Tallin

Puerta de Viru, una de las imágenes más bonitas de Tallinn. Jean-Pierre Dalbéra

Viajar Ahora

Tallin es la joya de los países bálticos, un destino viajero que se ha puesto de moda en los últimos años. Una joya pequeña, manejable y accesible que rivaliza con Riga por el título de ciudad más bonita de la región y que cuenta con uno de los cascos medievales mejor conservados de Europa. Una ciudad pequeña que se puede recorrer íntegramente en uno o dos días y que, por su tamaño, es ideal para pasar un fin de semana o para combinar como escala en algún viaje largo por los Países Bálticos (se encuentra a 310 kilómetros de Riga) o en una escapada de puente que incluya, también, la ciudad de Helsinki, con la que está conectada a través de barcos que tardan menos de dos horas en recorrer los escasos 80 kilómetros que separan a ambas capitales ( ver compañías y horarios ). También hay una conexión marítima con Estocolmo .

Tallin es una ciudad amurallada. Pero amurallada a lo bestia. El antiguo muro defensivo de la capital estonia es de los mejor conservados de Europa y, también, testigo de siglos convulsos y muestra de la importancia estratégica y comercial de la urbe desde tiempos remotos. La Puerta Viru es la mejor forma de encontrarse con la vieja Tallin. Las dos torres cilíndricas rematadas con rejados cónicos, adelanta la imagen de ciudad de cuento que nos espera a intramuros. Allá dentro nos encontraremos con un laberinto de callejuelas estrechas que son la norma. La única Excepción es la Calle Viru, que corre casi recta hasta la Plaza del Ayuntamiento, centro neurálgico de la ciudad y, también, uno de sus lugares más vistosos.

Aquí tendremos la oportunidad de subir a la torre del Ayuntamiento (Dirección: Raekoja plats, 1), uno de los mejores miradores de la ciudad situado en el único superviviente del gótico civil del norte de Europa –curiosas las gárgolas en forma de ‘dragones naif’- y de visitar la Farmacia de Raeapteek –Farmacia del Ayuntamiento- (Dirección: Raekoja plats, 11), que lleva ahí desde 1422 siendo la más antigua del mundo aún en uso. Encima de la farmacia hay una tienda de antigüedades bastante curiosa. Pero más allá de los grandes y pequeños edificios, la propia plaza es, en sí, un gran monumento que pone de manifiesto la importancia que los habitantes locales dan a la conservación de su patrimonio: casas medievales y barrocas pulcramente pintadas en tonos pastel y un entorno limpio, cuidado y ordenado. No es de extrañar que los vecinos y vecinas de Tallin estén tan orgullosos de su ciudad . Es para estarlo. El casco histórico de la capital estonia forma parte del listado de Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1997.

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Cerca de la Plaza del Ayuntamiento (aunque decir lejos en esta ciudad es tener mal el sentido del espacio) se encuentra otro de esos lugares encantadores: el Callejón de Santa Catalina. La preciosa Iglesia de Santa Catalina da nombre a ese pequeño pasadizo de apenas dos metros de anchura dónde la piedra desnuda sustituye a la pintura y el cielo está dominado por los arcos que soportan viejos muros del siglo XII. Es un lugar muy fotogénico y especial. Aquí se puede visitar la iglesia y el antiguo monasterio dominico, con su espectacular claustro. También, casi por casualidad, descubrimos un lugar especial, la Casa de las Muñecas (Dirección: Katariina käik, 12; Tel: (+372) 52 50 553; E-mail: estoniadolls@gmail.com), un curioso museo taller en el que artesanos del arte de hacer muñecas (algunas bellísimas e inquietantes) alternan con una exposición de piezas traídas desde distintas partes del mundo. Una maravilla. Nos encantó. Los amantes de la historia no deben abandonar la zona sin rendir visita al Museo de la Ciudad Museo de la Ciudad (Dirección: Vene, 7) en la que se hace un repaso a los orígenes y desarrollo de la urbe. Está muy bien montado y si eres de los que te gustan las maquetas vas a flipar.

La catedral ortodoxa, Patkuli y las murallas

Tallin es una ciudad ideal para caminar sin rumbo. Lo ideal es marcar en el libro de ruta los hitos que no hay que dejar de ver y llegar a ellos mediante largos rodeos. O mejor aún, dejar que el azar nos los vaya mostrando. Las dimensiones de la capital estonia se prestan a ello. A El barrio del Castillo se encuentra a espaldas de la Plaza del Ayuntamiento ocupando una pequeña colina que domina el casco viejo. Aquí encontrarás rincones como la Puerta de la Pierna Larga, que formaba parte de las defensas del antiguo castillo construido por la Orden de los Caballeros Teutónicos que dio origen a la ciudad, o grandes monumentos como la Catedral de Alexander Newsky (Dirección: Lossi plats, 10), un edificio de principios del XX que nos recuerda de inmediato a los templos ortodoxos rusos. Este edificio mastodóntico es uno de los rastros de la dominación rusa y los estonios no le tienen un especial cariño. Pero ahí está y no es, ni mucho menos, feo. A dos pasos se encuentra el Kiek in de Kök o Museo de los Bastiones , una muestra de la historia militar de la ciudad instalada en una de las innumerables torres que refuerzan los muros de Tallinn –lo realmente interesante es poder ver las murallas por dentro-.

Este punto de las defensas medievales es un buen lugar para iniciar unrecorrido en paralelo a las murallas desde aquí hasta la Gorda Margarita, una torre enormemente ancha que defendía la puerta de la ciudad más cercana al puerto y que hoy alberga el interesante Museo Marítimo de Estonia (Dirección: Pikk, 70; Tel: (+372) 620 0550; E-mail: info@meremuuseum.ee). Un precioso parque permite ver uno de los trozos de muro medieval mejor conservados de Europa ( como nuestra querida Ávila ) y dar un paseo agradable. Por aquí conviene pasar varias veces y subir al Mirador de Patkuli –pese a las escaleras- para ver cómo va cambiando ese escenario de torres y tejados rojos que es el casco histórico a lo largo del día y con las primeras tinieblas de la noche. Ideal para hacer fotos. Escaleras. Como las que suben al campanario de San Olav (Dirección: Lai, 50), desde dónde también hay buena vista; y para colmo ver el edificio por dentro merece la pena. Dato para curiosos: su torre –siglo XII- de 155 metros de altura fue el edificio más alto de Europa durante 200 años.

Más allá del casco histórico: el Parlamento y el Tallin Soviético

Los viajeros y viajeras vienen hasta Tallinn atraídos por su imponente ciudad vieja. Pero hay Tallin más allá de las murallas. Un Tallin marcado a fuego por la presencia rusa en el país (hay que recordar que Estonia logró la independencia en 1990 tras más de dos siglos de ocupación). Algunos rastros del pasado vinculado a Moscú son imponentes: como el Palacio de Kadriorg (Dirección: Weizenbergi, 37; E-mail: kadriorg@ekm.ee), imponente residencia de verano de los zares rusos construido en el siglo XVIII hoy sede de un interesante Museo de Arte especializado en artes plásticas locales, rusas y europeas. El palacio es una verdadera pasada que nos traslada de inmediato a San Petersburgo y contrasta con la cercana y sencilla residencia estival que Pedro I el Grande compró poco después de la anexión del país. El entorno de los palacios, que incluye la residencia oficial del presidente estonio, es un impresionante parque versallesco que guarda, también, un coqueto jardín japonés . Para los valientes, a dos pasos, queda la Playa de Pirita, arenal extenso de aguas gélidas aún en los meses más tórridos de verano. Pero los locales se vuelven locos con el sol.

Otras huellas no son tan queridas por los estonios. Un ejemplo claro es la Fortaleza de Patarei (Dirección: Kalaranna 28), un antiguo cuartel y batería costera construida por el ejército zarista que, durante la época de la Unión Soviética, fue una cárcel especialmente destinada para los nacionalistas estonios y deportados que esperaban su traslado a Siberia. La ocupación alemana de la ciudad durante la segunda Guerra Mundial (1941-1944) convirtió al lugar en un centro de reclusión para detenidos judíos. El lugar hoy alberga un museo centrado en la ocupación rusa y nazi. Otro símbolo de la Tallin soviética es la Torre de la Televisión Torre de la Televisión (Dirección: Kloostrimtsa, 58), situado bastante lejos del centro en un barrio de bloques al más puro estilo comunista ruso. La torre no es bonita, pero si ofrece espectaculares vistas.

Llegar en avión desde España : Ryanair vuela a Tallin desde Girona y Vueling lo hace desde Barcelona. Iberia conecta España con Tallinn a través de código compartido. Air Baltic también conecta Tallinn con varios aeropuertos españoles.

Sacar la Tallin Card : Si eres de los que visitas museos y monumentos merece la pena sacar la Tallin Card . Esta tarjeta no sólo da acceso a un gran número de museos, a tours gratuitos y a la mayor parte de las líneas de transporte público.

COMER EN TALLIN

Olde Hansa . Dirección: Vana turg, 1; Tel: (+372) 627 9020; E-mail: reserve@oldehansa.ee. Un lugar curioso. Ambientado en la Edad Media y con platos que intentan respetar la gastronomía del norte de Europa en aquellos tiempos. La ambientación es genial y no es demasiado caro. Como experiencia está bastante bien.

Pegasus Pegasus . Dirección: Harju, 1; Tel: (+372) 662 3013. Durante la época soviética fue uno de los refugios preferidos de la intelectualidad local. Hoy sigue siendo uno de los mejores restaurantes de la ciudad con un menú centrado en la gastronomía centroeuropea con toques de creatividad. Más que recomendable.

Bogapott . Dirección: Pikk jalg, 9; Tel: (+372) 631 3181. Un económico que rebosa calidad y calidez. Menú típicamente escandinavo (impresionantes pescados, ahumados y postres espectaculares) y un ambiente genial. Repetimos dos veces. Y para colmo baratito.

F-Hoone . Dirección: Telliskivi, 60; Tel: (+372) 5322 6855; E-mail: reserve@fhoone.ee. El entorno es espectacular. El restaurante ocupa un antiguo almacén de la zona ferroviaria y ofrece un menú ecléctico con especialidades locales, escandinavas y continuas referencias a la cocina mediterránea. Muy buena relación calidad precio.

Fotos bajo licencia CC: Jean-Pierre Dalbéra ; Llya; Xiquinho Silva ; Alejandro; linesinthesand .

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