Guía de Tilcara: antiguos dioses, artistas y cerros encantados en mitad de La Quebrada de Humahuaca

la Paleta del Pintor, uno de los paisajes característicos próximos a Tilcara. VIAJAR AHORA

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En la margen izquierda del Río Grande, los muros de piedra y las antiguas casas ocupan la práctica totalidad del promontorio que domina todo el sector central del valle. Este Pucará (antiguo poblado fortificado con casi mil años a sus espaldas) es, con sus seis hectáreas, el más grande de las cuatro ‘ciudades prehispánicas’ que se suceden junto al cauce del río que excavó a fuerza de milenos la espectacular Quebrada de Humahuaca. La nueva Tilcara está a poco menos de un kilómetro del impresionante conjunto de casas, muros, calles y patios que habitaron las mujeres y hombres que andaban por estas tierras mucho antes de que llegaran los españoles. Los cardones que crecen entre las ruinas añaden dramatismo a un lugar sencillamente único.

El Pucará de Tilcara (Dirección: Acceso por calle Belgrano; Tel: (+54) 0388 422 1325; Horario: LD 9.00 – 18.00) es la gran joya de esta ciudad chata verdadera capital quebradeña. Muros levantados por las gentes del lugar que sufrieron la conquista de dos imperios y el reinado de dos grandes dioses; incas y españoles; el dios de los cristianos y la Pachamama; los apus que moran en las montañas y los santos católicos; los carnavales europeos y los ritos más auténticos y antiguos de la Cordillera de Los Andes. Mestizaje. El fruto de los choques y encuentros entre las diferentes civilizaciones que habitaron estas tierras se puede rastrear en el completísimo Museo Arqueológico Dr. Eduardo Casanova (Dirección: C7 Belgrano, 445; Tel: (+54) 0388 495 5006; Horario: LD 9.00 – 12.30 y 14.00 – 18.00) en el que se dan no pocas claves para entender el pasado y el presente de toda la comarca. Lo incaico, lo tilcareño y lo español han conformado una cultura única en el que los sustratos indígenas son tan fuertes como la pervivencia de ritos y costumbres hispánicas que, incluso, ya se han perdido en la propia España.

Los ecos de aquellas gentes del Pucará aún resuenan con fuerza; en las casas de adobe y techos de cardón; en los olores y colores que se esparcen desde los puestos de artesanía de la Plaza Álvarez Prado o el Mercado Municipal (Dirección: C/ Bolívar, 375); en los sabores de los restaurantes del pueblo y, cómo no, en los rostros de las mujeres y hombres de este rincón del Noroeste argentino tan auténtico y vivo. Basta con caminar algunos kilómetros más allá de las calles de los grandes pueblos para ver como esos usos milenarios, pese al tamiz de las conquistas, de las imposiciones o del turismo, siguen guardándose con una ferocidad que, a veces, puede ser interpretada por el foráneo como retraimiento, desconfianza o, incluso, hostilidad. Camino de las Cuevas de Wayra (a 4 kilómetros del centro del pueblo) pasamos por algunos caseríos dispersos, restos de antiguas casas y tumbas y ascendemos hasta el enorme boquete que atraviesa la montaña de lado a lado. Alturas donde planea el cóndor y desde las que se puede ver el impresionante marco que ofrece la Quebrada.

No es de extrañar que este lugar haya sido fecundo en artistas. Desde el principio. Las vitrinas de los museos rebosan en ejemplos tan variados como cerámicas pintadas, pequeñas joyas o telas de diseños que firmaría el más afamado de los diseñadores contemporáneos. Después llegaron nuevos hábitos y creencias y los artistas se amoldaron a los nuevos modelos y formas. Pero conservando ese toque del lugar. Y como fruto de la mezcolanza se crearon nuevos referentes como la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario (Dirección: C/ Alvarado, 447; Tel: (+54) 0388 495 5092) el más grande de los templos quebradeños pese al adobe, los techos de madera de cardón y la torta de barro y paja que la resguarda de las lluvias. Dentro, el viajero podrá ver como los cuadros de la escuela cuzqueña resumen a la perfección esta historia de mezclas, idas, venidas y violencias.

Artistas, decíamos. Algunos llegaron desde lugares remotos. Como el escultor Erenesto Soto Avendaño que llegó desde Buenos Aires en 1927 para empezar los trabajos del Monumento a la Independencia de Humahuaca y que pasó largas temporadas en la zona hasta que, en 1950, su obra más conocida estuvo totalmente terminada. Parte de su trabajo en tierras quebradeñas se guarda en el Museo Soto Avendaño (Dirección: C/ Belgrano sn; Tel: (+54) 0388 495 5134; Horario: XD 9.00 – 13.00 y 15.00 – 18.00). En el Museo Regional de Pintura José A. Terry (Dirección: C/ Rivadavia, 587; Tel: (+54) 0388 495 5005; E-mail: museoterry@tilcanet.com.ar) se guarda buena parte de la producción pictórica de este pintor porteño que estudio en París y Madrid pero quedó fascinado por la luz, los colores y las gentes de este rincón del mundo.

Y a apena unas cuadras completamos el listado de instalaciones culturales con el Museo de Bellas Artes Irureta (Dirección: C/Bolívar esquina Belgrano; Tel: (+54) 0388 495 5124; Horario: LD 10.00 – 13.00 y 15.00 – 18.00) que exhibe obras del propio pintor porteño Hugo Irureta y otros artistas nacionales e internacionales. Pocos lugares tan pequeños pueden presumir de atesorar tanto arte en apenas unos centenares de metros. La luz es la clave. Para los pintores y para los fotógrafos. Y por eso no es de extrañar que en la cercana Quebrada de Huichairea se creara el Museo en los Cerros (Dirección: Quebrada de Huichairea; Tel: (+54) 0388 15 686 3013; E-mail: info@museoenloscerros.com.ar), un proyecto que pretende aunar a lo mejor de la fotografía argentina.

EXCURSIONES DESDE TILCARA

SUBIR A LA GARGANTA DEL DIABLO.- La Avenida Huasamayo corre en paralelo al río del mismo nombre que sube en perpendicular, en una vida breve de apenas un par de kilómetros, al Río Grande. De aquí parte el sendero que en poco más de cinco kilómetros conduce hasta la Garganta del Diablo, una impresionante grieta abierta en la montaña por el río que culmina en una espectacular cascada de más de 15 metros de altura.

VISITAR MAIMARÁ.- A pocos kilómetros al sur de Tilcara (7,6 kilómetros por la Ruta 9) se encuentra la población agrícola de Maimará, famosa en toda la Argentina por el impresionante cerro de colores que guarda el flanco oriental de La Quebrada que recibe el nombre de ‘La Paleta del Pintor’. Del pueblo, rodeado de chacras (tierras de cultivo) y un sistema de acequias que data de la época prehispánica, cabe destacar su iglesia colonial de Nuestra Señora de La Candelaria, el viejo Molino de Chipaka (junto al Río Grande y al norte del pueblo) y el impresionante Cementerio de Nuestra Señora del Carmen, que muestra la particular relación de estas gentes con la muerte. Para llegar hasta aquí se puede acudir a los taxis y al servicio de buses regulares.

LA POSTA DE HORNILLOS.- Esta pequeña posada (a 4,6 kilómetros de Maimará por la Ruta 9 –Dirección Sur-) es uno de los escasos vestigios de la época colonial que quedan en la región. El edificio, que consta de habitaciones, caballerizas y cocinas, forma parte de la red de alojamientos públicos que cubrían los principales caminos del Imperio Español en América. Hoy la Posta es un museo (Dirección: RN 9 Km 72; Horario: ML 9.00 – 18.00) que ilustra sobre los caminos y postas del camino que unía las minas de Perú y Bolivia con el Río de La Plata y sobre los hechos y nombres de la Guerra de la Independencia por estas comarcas. La visita merece la pena.

HUACALERA y la QUEBRADA DE JUEYA.- En esta ocasión hay que viajar por la Ruta 9 pero siguiendo la ruta norte que lleva a Humahuaca y la frontera boliviana. La Quebrada de Jueya es un poblado de casas dispersas cubierta por campos de cultivo. En la escuela se ha instalado un pequeño Museo Arqueológico con piezas del pequeño pucará que se sitúa al otro lado del río. A 17 kilómetros de Tilcara se encuentra el pequeño pueblo de Huacalera que, como todas las poblaciones de la zona cuenta con su propio pucará. También hay en el lugar una antigua posta colonial y una bonita iglesia de la misma época. Esta población es famosa por su monumento al Trópico de Capricornio que pasa, justamente, por este lugar.

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