Tras los pasos de Naguib Mahfuz en la vieja El Cairo

El Mausoleo Qalawun, una de las joyas arquitectónicas de El Cairo. TURISMO DE EGIPTO

Viajar Ahora

La palabra Egipto evoca, de manera automática, imágenes de pirámides, faraones, antiguos templos y valles cuajados de tumbas excavadas hace milenios. Esa arteria vital que para el país supone El Nilo, esa autopista que lleva al viajero país arriba país abajo en busca de esos tesoros de tiempos remotos, también atraviesa a El Cairo. La capital del país es, en la mayoría de las ocasiones, una simple escala antes de remontar el río; la visita de sus lugares emblemáticos suele ser una mera excusa: tránsito hacia las espectaculares Pirámides de Giza o sede del Museo de Antigüedades de El Cairo, centro que guarda de la mayor colección de objetos egipcios del mundo. Y lo cierto es que, más allá de estas visitas obligadas, la vieja El Cairo es un destino en sí mismo. Basta un paseo por la paradigmática calle Al Moez para darse cuenta de lo mucho que esconde esta metrópolis, en apariencia, desordenada y bulliciosa. La antigua capital de los imperios Fatimí y Mameluco atesora alguno de los edificios más notables del arte islámico del mundo y, aún hoy, sus instituciones educativas y religiosas se cuentan entre las más prestigiosas del orbe musulmán. No vale con llegar, pasar uno o dos días e irse río arriba; explorar las huellas del pasado cairota más glorioso requiere de tiempo, curiosidad y paciencia. Viajar Ahora te descubre los hitos que no pueden faltar en una excursión a la orilla este del sagrado Nilo a su paso por la capital del Egipto de hoy.

Hace algunos años, Egipto celebraba la restauración del entorno de Al Moez. Esta calle atraviesa gran parte de la medina histórica, un laberinto de callejuelas que esconden antiguos palacios, mezquitas, madrassas y cafés que nos traen a la memoria las mejores páginas de Naguib Mahfuz. Este escritor local, Premio Nóbel de Literatura, supo retratar el viejo El Cairo como nadie y aquí puede respirarse su esencia. Al Moez es una buena manera de adentrarse en la compleja trama de la medina: a parte de monumentos notables como las mezquitas de Al Hakim o la de Al Aqma, también alberga uno de los zocos más interesantes de la ciudad. Además, la cercanía de la calle siempre es un seguro para los que se atreven a internarse en el laberíntico entramado de la Medina.

Los zocos de Khan el Khalili son los más conocidos y célebres de la ciudad. A dos pasos de Al Moez se esconde una red intrincada de callejeras donde se puede encontrar casi de todo: telas, especias, joyas… Para los amantes de la literatura queda un dato crucial: en estos pagos se encuentra el Callejón de Midaq, escenario de ‘El Callejón de los Milagros’, obra maestra de Mahfuz y una de las novelas imprescindibles del siglo XX. Es una buena idea internarse en este aparente caos para descansar tras haber visitado el Complejo de Qalawun (dirección: Al Moez; Horario: LD 9.00 – 16.00) un espectacular conjunto del siglo XIII que incluye una mezquita, una madrassa, un hospital y el mausoleo del sultán Al-Mansur Sayf al-Din Qalawun. Este rosario de edificios son una de las cumbres del arte islámico de todos los tiempos.

Tras la primera prueba uno puede ir más allá de la Calle El Azhar y explorar a fondo los distritos de Helmeya y Gedida. El viajero puede transitar sin rumbo y dejar que cada esquina lo sorprenda o ir directamentepor la calle El-Qalaa hacia la Plaza del mismo nombre y dejarse asombrar por las mezquitas, las madrasas, los palacios. Y uno entiende porque a la ciudad se la conoce, en el orbe islámico, como la ciudad de los mil minaretes. Qaala es el centro patrimonial más importante de El cairo y uno de los más impresionantes del mundo musulmán.

La Ciudadela de Saladino (Dirección: Al Abageyah Qesm Al Khalifah; Tel: (+20) 225 121 735; Horario: LD 8.00 – 17.00) es un resumen perfecto de aquella ciudad de leyenda que se convirtió en una de las capitales de referencia del imaginario musulmán. Construida sobre la colina de Mutazzan, es medio fortificación, medio palacio; zona residencial del mítico Saladino y asiento de maravillas como la Mezquita de Mohamaed Alí, más conocida como la Mezquita de Alabastro, una de las más bellas de toda la ciudad. Frente al complejo palaciego se encuentran otros punto de interés como la Madrassa del Sultán Hassan, la Mezquita de El Rifai o la Madrassa del Amir Akhur (todos los monumentos abren de lunes a domingo de 8.00 a 17.00). Y si el viajero aún no está abrumado por tanto arabesco, tanto mármol, tanta piedra hermosa, tanto vituosismo de cincel puede atravesar la Puerta de El Azab y echarle un vistazo a la pequeña pero coqueta Mezquita Azul (Dirección: Darb al-Ahmar).

Hacer un recorrido por todas las mezquitas, todas las madrassas, todos los palacios sería agotador y tedioso. Basta deambular sin rumbo en cualquier dirección para darse cuenta de que la lista de lugares a visitar es inabarcable. Ver todos los rincones de El Cairo requeriría de toda una vida; o quizás más. Pero una buena opción para conocer la ciudad vieja puertas adentro es el Museo Gayer Anderson (Dirección: Maydan Ibn Tulun, 4 (junto a la Mezquita Ibn Tulun; Tel: (+20) 023 647 822; Horario: LD 9.00 – 16.00), un antiguo palacete de época Otomana en la que se ha instalado la colección particular de un antiguo militar británico que atesoró gran cantidad de muebles, objetos de artesanía y obras de arte antiguas en los zocos cairotas. Este museo es una de las pocas oportunidades para ver el estilo de vida de las clases altas de esta parte de la ciudad. Las malas lenguas dicen que esta casa era el haren de un comerciante acaudalado.

El Cairo Viejo

Hacia el sur, a orillas del Nilo, se esconden las perlas más antiguas de la capital egipcia. Más allá del acueducto de El Ghuri, la ciudad se vuelve aún más añeja. Estamos en el lugar donde los romanos fundaron la ciudad allá por el 116 antes de Cristo aprovechando los cimientos de una vieja fortificación que algunos dicen que fue persa y otros egipcia. Por aquel entonces, la futura megápolis cairota (hoy tiene más de 16 millones de habitantes) no era más un villorio frente a Giza. Y así siguió hasta que tras la conquista musulmana (en el año 641) el lugar ganó algo de importancia tras la construcción de un campamento militar (o Al Askar), germen del actual El Cairo. De aquella primera etapa de ocupación islámica data la Mezquita de Arm Ibn el As, que tiene el honor de ser el templo islámico más antiguo de África. Aunque de la primitiva fábrica apenas quedan algunos restos de muros la visita a este lugar es clave para entender la historia de la ciudad. No es de extrañar que estas primeras muestras de presencia islámica compartan espacio con iglesias coptas, sinagogas y los escasos restos romanos que aún guarda la ciudad.

A la Isla de Rawda se accede a través de la calle Salah Salem. En el extremo sur se encuentra el Nilómetro, uno de los símbolos de la ciudad. Este edificio que data de los primeros siglos de dominación islámica, guarda un pozo que, a través de una columna graduada, sirve para medir las crecidas del Nilo. Este tipo de medidores se repiten a lo largo de todo el cauce del río, siendo los más antiguos de la época faraónica. El Nilómetro de El Cairo es una delicada pieza de arquitectura islámica perfectamente adaptada a esta infraestructura genuinamente egipcia. Dicen que el verdadero uso del lugar era prever la bondad de las cosechas futuras para subir los impuestos.

COMER EN EL CAIRO ISLÁMICO

Café Fishawi (Dirección: Midan Hussein) Un lugar emblemático en pleno Khan el Khalili. Ideal para tomar el delicioso té egipcio y ver la vida pasar. Frecuentado por locales, era uno de los cafés preferidos de Naguib Mahfuz.

Abou El Sid (Dirección: Calle 7, 45 –El Maadi-; Tel: (+20) 023 805 050) Uno de los mejores restaurantes de comida egipcia de esta parte de El Cairo. Un poco para turistas, pero seguro que no decepciona.

SEGURIDAD

Los cairotas son educados y se desviven por hacer que los turistas se sientan como en casa. Siguiendo el sentido común, la ciudad no es insegura y los problemas suelen limitarse a la acción de carteristas, cosa de la que no pueden presumir todas las ciudades occidentales. A lo que sí hay que tener atención es al tráfico y cruzar con mucho cuidado.

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