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Arias Cañete se refería a Ana Botella

Ruth Toledano

La alcaldesa de Madrid, Ana Botella, ofreció esta semana una entrevista a la periodista Marta González Novo, de la Cadena Ser, que habría hecho relamerse de gusto a Miguel Arias Cañete. Por el nivel intelectual de ella, digo. Un par de días antes, Arias Cañete, candidato popular para representar a España en Europa, había quedado fatal en el cara a cara con la candidata socialista Elena Valenciano, lo que debió de producirle un cabreo de cojones que le impulsó a emitir una traca de eructos sobre lo “muy complicado” que es debatir con una mujer, dado que si un hombre demuestra “superioridad intelectual o lo que sea” frente a una “mujer indefensa” puede dar la impresión de “machista”. Este nivel de candidato europeo. O lo que sea.

Preguntada al respecto por la periodista, Botella respondió que no tiene “la sensación” de que Cañete sea machista y que “no hay que sacar las cosas de quicio”, aunque fueran declaraciones “desafortunadas”. Debía de referirse Botella al quicio de la mancebía de su partido, pues de todos los demás quicios nos está sacando el Ministerio del Interior, persiguiendo tuitarras que osen expeler algún aire más o menos desafortunado. El caso es que Botella redujo el escándalo de las declaraciones de Cañete a una cuestión de sensaciones personales: ya se sabe que las mujeres somos muy intuitivas. Sin embargo, los recortes del PP de un 42% del presupuesto para políticas de igualdad y de un 28% para políticas de género y lucha contra la violencia machista no le han producido a Botella sensación alguna. Es lo que tienen las sensaciones.

Sentadas las bases, sensitivas, de donde partiría el resto de sus respuestas, Ana Botella afirmó, categórica no obstante, que el aire de Madrid tiene en la actualidad la mejor calidad de su historia. La periodista le recordó entonces el informe anual de Ecologistas en Acción, que alerta de que por cuarto año consecutivo Madrid incumple los límites legales de contaminación por dióxido de nitrógeno, a lo que se añade la irrupción de la contaminación por ozono troposférico, que también supera los valores límite. “Bueno, es un punto de vista”, acertó a pronunciar Botella. Un punto de vista, el de los expertos de Ecologistas en Acción, que coincide con el de la Comisión Europea, que denegó al Ayuntamiento madrileño una prórroga que le permita superar durante 5 años (hasta 2015) el máximo de contaminación establecido por las legislaciones europea y española, y que le exige poner en práctica medidas más estrictas de reducción de la contaminación. Un punto de vista, el de los expertos de la Comisión Europea, que coincide con el de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre los valores recomendados para la protección de la salud humana, inadecuados en la capital española. Son, todos ellos, puntos de vista que llegan a recomendar que no se practique ejercicio físico en el centro de Madrid. Pero Botella no tiene esa sensación, sin embargo.

Inasequible al desaliento, la periodista quiere conocer las sensaciones de Botella sobre el descomunal agujero económico que dejó su antecesor, Ruiz Gallardón, en el Ayuntamiento de Madrid, el más endeudado de España. Las obras del Palacio de Cibeles, por ejemplo, costaron 500 millones de euros, una cifra escandalosa para una inversión innecesaria, pues la sede municipal anterior, en la plaza de la Villa, era suficiente y emblemática. Ahíta de sensaciones, Ana Botella se deshace en halagos a la “transformación urbana” llevada a cabo por Gallardón (el de la transformación del aborto, otro que da la sensación de que no es machista), pero González Novo insiste en preguntar a la alcaldesa sobre “la herencia recibida de su propio partido”. Y entonces, ¡tate!, Botella menciona a Zapatero. No tenía nada que ver con el asunto, así que lo clasificaremos en el apartado de “puntos de vista”.

Llega entonces el turno del asunto de la vivienda pública madrileña, dado que el Ayuntamiento ha vendido un paquete de 1.860 viviendas sociales de la Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo (EMVS) a un Fondo de Inversión o fondo buitre. El Ayuntamiento se embolsará un total de 128 millones de euros y los inquilinos pagarán sus alquileres al Fondo de Inversión Blackstone. Para Botella se trata de un mero “cambio de casero”. Es su punto de vista. Al resto, que sacamos las cosas de quicio, nos da otra sensación: el fondo no garantiza la prórroga de los contratos ni el mantenimiento de los criterios sociales que definen sus condiciones. Las viviendas sociales son un servicio público destinado a colectivos especialmente necesitados, como desempleados o mujeres maltratadas, a quienes garantiza el derecho a una vivienda. Garantía que, previsiblemente, no será una prioridad para Blackstone. Nos da la sensación. Es nuestro punto de vista. El de Botella respecto a la EMVS quedó clarísimo cuando espetó (habría esputado si fuera Cañete): “Las empresas públicas que den pérdidas hay que suprimirlas”. ¡Toma neoliberalismo! No plantearse una redistribución presupuestaria que establezca prioridades, no: suprimirlas. El servicio público entendido como negocio puro y duro. Venden nuestro patrimonio, es la sensación que nos da. Un punto de vista.

En fin, la entrevista discurrió también por las sensaciones que a Ana Botella le ha producido y le produce su experiencia como alcaldesa. Fueron estas: que siente “pasión por la política y el servicio público”; que sigue en el cargo con las mismas “ganas e ilusión”; que el Madrid multicultural la hace “muy feliz”; que disminuir la deuda es un “papel ingrato”; que la desafección de los votantes es porque nos hemos equivocado “todos”; que el Ayuntamiento necesita “estabilidad” y si se decide que se la dé ella “pues fenomenal”. Todas ellas sensaciones de gran calado político; puntos de vista, casi. Oyéndola, a Cañete se le enredaría la baba en la barba pitufa de los carteles electorales (por cierto… ¿se sabe algo de eso, alguna explicación? Yo me inclino por que la elección del cartel es producto de la superioridad estética pepera o lo que sea).

Eso sí, Ana Botella venía de pedir a San Isidro, patrón de la ciudad, trabajo para todos. Se lo pidió al Santo “de corazón”, que ahora mismo me pillas que no sé si es un punto de vista o una sensación.

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