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Bildu, a negro por la gestión

José María Calleja

Ha perdido Bildu, a base de votos, el Ayuntamiento de San Sebastián y la Diputación de Gipuzkoa. Han bastado cuatro años de gobierno para que los electores les hayan mandado a negro, término televisivo que significa que se corta la emisión.

Creo que por primera vez se ha votado a este partido por su gestión, por las cosas concretas que ha hecho o ha dejado de hacer, al margen de cuáles eran sus antecedentes, más o menos penales, su posición respecto de los asesinatos organizados –abominados con conocimiento de causa por el exetarra Rekalde, en La Sexta–, por su posición respecto a los presos terroristas, encarcelados por asesinar sistemáticamente; por su historia, su tradición o su mística. Esta vez se ha votado en libertad y se ha hecho por gestión, por pura gestión.

Este tipo de veredicto parece una forma empírica de normalización: hemos juzgado su actuación y no nos gusta; parece que han dicho los electores guipuzcoanos, y entre ellos incluyo a los votantes de Bildu, que han dejado de votar a esta opción al margen de que simpatizaran previamente o no con ella.

Veamos. En los últimos cuatro años la propuesta estrella de Bildu en Gipuzkoa ha sido colocar unos postes con unos clavos con la pretensión de que la población colgara de ellos bolsas de basura soviéticamente organizadas: plástico, vidrio, orgánica; según los días.

Después de cuarenta años de asesinatos y miedos, tiene pelotas que esta haya sido la propuesta estrella de los que hasta ayer apoyaron los crímenes: organizar las basuras de una forma que no mejoraba, en absoluto, la preexistente: contenedores de vidrio, plásticos, papel, perfectamente organizados, y basura orgánica recogida escrupulosamente.

La propuesta de Bildu ha cabreado a la mayoría de la población que, en una sociedad politizada, tendente a la protesta, concienciada, ha simbolizado el rechazo a esa forma de recogida de residuos con el gesto de colgar bolsas de basura en los balcones.

La foto de muchos balcones guipuzcoanos, en los que se podía ver a la vez el símbolo que reclama el acercamiento de los presos de ETA a Euskadi junto a la bolsa de basura, que simboliza la protesta por el plan batasuno de recogida de basuras, expresa la dimensión de esa irritación e informa respecto del cabreo transversal por esta nefasta gestión batasuna.

Simpatizantes de ETA en la calle, explícitamente contrarios al sistema de recogida de basuras que planteaban los simpatizantes de ETA en las instituciones.

Qué decir de las propuestas de al hasta ayer alcalde de Bildu en San Sebastián, que proponía, para segar la hierba, una legión de ovejas que igualara el césped, con sus cagarrutas vascas incluidas. Qué decir de su negativa a que se celebrara en San Sebastián un campeonato de bádminton, con sus 12.000 visitantes que deben comer, dormir, beber y gastar, en los establecimientos donostiarras, batasunos incluidos, que estamos muy mezclados, afortunadamente. Qué decir del desastre de la organización de Donostia capital cultural en 2016.

La lista es interminable, la incompetencia, la nefasta gestión, así en la recogida de basuras, en la capitalidad cultural o en el bádminton, han mandado al alcalde de Bildu, al diputado de Bildu a negro. Cuatro años han bastado para conocerlos, a los que no sabían de ellos; cuatro años han bastado para que pasaran de la mística al fracaso de la basura.

No está mal como balance, sobre todo después de cuarenta años de crímenes que parecían alumbrar el hombre nuevo.

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