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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Brindis por lo único que logrará un 2013 mejor

Rosa María Artal

Las mamás suelen decir a sus hijos para infundirles confianza que son los más guapos y los más listos –guapos, primero-, y algo así sucede con quienes manipulan esta sociedad infantilizada. La España de Campofrío ha resaltado nuestros tópicos más vacíos, confiando el orgullo nacional a la paella o a los triunfos deportivos en los que toda la contribución del usuario es mirar. El gazpacho y las anchoas forman parte de la saga comercial destinada a elevar el ánimo de los españoles, por zonas o a escala nacional.

Unos padres responsables estudian las aptitudes de sus retoños y tratan de estimular sus mejores valores. No le dicen al crío que es guapo si es feo porque tarde o temprano se enfrentará con la realidad. Tratarán sobre todo de darle instrumentos para que saque petróleo de su potencial y administre sus carencias. Inducirán - fundamentalmente con el ejemplo- una escala de valores poco superficial que sirva para afrontar los retos. Y tratarán, ante todo, de fomentar su propio pensamiento y su actitud reflexiva ante la vida. Lo grave es que no estamos hablando de niños, sino de una sociedad adulta a la que tratan como si tuviera tres años y fuera dependiente e incapaz. Y… ella, en muchos casos, se deja.

La podredumbre en la que vivimos está sobradamente reseñada. El desmantelamiento y venta de la propia estructura que nos mantenía como ciudadanos, una estafa económica y social a gran escala, y una cúpula que permite y ampara la evasión de impuestos, el espionaje político, o las maniobras policiales y mediáticas para intentar cambiar gobiernos. Un inmenso lodazal. Tampoco podemos fiar la resolución de tan gran caos a mirar, como en los triunfos deportivos, el derrumbe de nuestro sistema social. Tenemos un problema. Muy serio. Y no se trata de vender embutidos, sino los resortes para recuperar la propia vida y la de la mayoría.

Es difícil reconstruir todo lo destruido y limpiar los cimientos podridos, pero no imposible. No es irremediable. Vamos a la tarea. Dejemos la paella y la cerveza para reponer alegrías, y fijémonos en nuestro auténtico potencial de cambio positivo. Lo más costoso puede ser reedificar la Justicia que ha destrozado Gallardón -en nombre del Gobierno de Rajoy- para dotarse de medios con el cuño de la legalidad e imponer su modelo. Y, con él, este insostenible estado de cosas. Pero tampoco es irreparable. Las leyes injustas pueden derogarse.

La ciencia cambiará nuestro modelo económico. Miles de investigadores -que “exportamos”… a patadas en el trasero- están estimulando otros países. Médicos, químicos, expertos en tecnología, reciben reconocimiento internacional. El físico catalán Juan Ignacio Cirac viene sonando con fuerza para Nobel… que recogería la Alemania y el mundo, donde trabaja. Hay que contar con ellos. Con los que aquí se emplean duramente por seguir avanzando contra las intolerables restricciones.

Fuera de los economistas del sistema que contribuyen al fracaso de la sociedad, tenemos a quienes sí saben qué hacer para acabar con la deriva. Muchos. Desde el incansable Juan Torres López al propio José Luis Sampedro que desde su avanzada edad sigue alerta y tiene todo un historial en sus libros.

Los médicos y profesionales de la sanidad son quienes mejor conocer las soluciones para que volvamos a confiar en que se cuida realmente de nuestra salud, sin discriminaciones por cuenta corriente. Nos va la vida en ello. Textualmente.

Los profesores y catedráticos pueden cimentar la educación de este país que ha disuadido siempre el pensamiento crítico. Hay que comenzar por desmantelar la ideología werteliana wertelianay aprender de países que, como Finlandia, arrojan –con menos gasto y mayor criterio- los mejores resultados del mundo. No podemos consentir que al “niño y la niña guapos” nos lo dejen aún más atontados e inermes.

También los profesionales de la Justicia despiertan. Había mucho que remodelar antes del obús lanzado por el gobierno del PP. Pongámonos a ello. Que encarcelen a los corruptos, que acaben con el latrocinio sin par que desfila ante nuestros ojos. Que exijan responsabilidades por el daño hecho a la sociedad desde tantos estamentos.

La información es esencial. Convirtamos a TVE en la BBC. No es una entelequia. Durante décadas, vivo incluso Franco, y solo antes de la toma del PP de Rajoy, muchos reportajes de Informe Semanal y En Portada podían haber sido exportados al mundo entero como hace la cadena británica con gran prestigio… y rentabilidad. Devolvamos a sus puestos a grandes profesionales expulsados de éste y tantos otros medios. O que busquen acomodo en otro con gran audiencia. Una ciudadanía ya educada muestra auténtica avidez por informarse y que no le engañen más. Sabe elegir e influir. Que eldiario.es y similares sean la tónica. Que sean visibles en las pantallas –en información y entretenimiento-, quienes construyen y no la morralla.

Prioricemos el trabajo de los jóvenes. Estimulándoles con la certeza de que una rehabilitación es posible. Apoyemos y hagamos crecer a esos emprendedores creativos que ahora han de luchar contra innumerables trabas. Acabemos con la degeneración del empleo a través de una organización empresarial e impositiva que piense en la sociedad y no solo en el lucro de unos pocos. Redistribuyamos el dinero que sí hay, pensando en todos. Restablezcamos precios justos para transporte, Universidad, productos básicos, anulando las subidas abusivas, y que la economía vuelva a funcionar.

Unámonos a los europeos que siguen nuestra misma trayectoria hacia la debacle. También van a por ellos. La peste de la precariedad y la injusticia se extiende sin control, como el fuego devastador que es. Construyamos una UE que piense realmente en los ciudadanos, hecha por los ciudadanos.

Hay políticos que pueden apuntarse a la tarea, la mayoría –hoy- no representa a la sociedad que gestiona. Y eso hay que cambiarlo. Regenerar la política también. Han de aprender que un voto, que el voto de una minoría decisiva, no es un cheque en blanco para cambiar el sistema. Que la ciudadanía comunicada ya no vive en el siglo XIX como ellos.

Pero ha de ser la sociedad la que tome las riendas. No puede seguir mirando solo como al balón que detiene Casillas, y menos mientras destrozan su vida. Aquella España que llenó las plazas del 15M demostró una gran capacidad organizativa, educación, sentido cívico y de colaboración de los unos con los otros. No todo es caspa, no todo es la España de FAES. Y hay muchas personas esperando a ver un camino para emprenderlo con pasión y razón. Esa senda no es la paella, el infantilismo, el paño caliente, es la madurez adulta. Existe ese potencial. La basura que no lleva visos sino de crecer se puede aventar. Lo que nos pasa no es irreversible.

En el año nuevo –ese capricho del calendario- alcemos la copa no porque 2013 sea un año “próspero” y feliz, él solo no lo será. Todo lo contrario. El brindis es éste: “porque nosotros lo cambiemos”.

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