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Decoro y televisión pública: ¿lo hacen para provocar?

Merche Negro

“Si al hablar no has de agradar, te será mejor callar”. Podría haber sido Confucio pero en este caso es la madre de Tambor en la película de Bambi, la que me lo dice.

El vídeo emitido ayer martes en el TD1 sobre el decoro en la forma de vestir de los jóvenes me provoca una doble reacción inmediata, de ira: como periodista y como madre. No estoy segura de cual va en primer lugar.

Y como que me conozco, he decidido buscar otras voces que expliquen de forma más calmada lo que quiero decir, o como mínimo sin faltar al respeto a nadie. De ahí que me haya venido a la cabeza la mamá coneja.

Va otra: “Lo que empieza en cólera acaba en vergüenza”. Es de Benjamin Franklin, uno de los padres de Estados Unidos. Y en este caso tiene razón, viene a incidir en la contención del carácter animado de Disney. He dado con él rebuscando frases y textos que definan los marcos de la libertad en una sociedad. Y sobre eso, Mr Franklin también tenía algo que decir: “Cualquier sociedad que renuncie a un poco de libertad para ganar un poco de seguridad, no merece ninguna de las dos cosas”.

Me encaja: me la llevo. Porque entiendo que el grupo de psicólogos y pedagogos que imparten este curso que tan diligentemente TVE ha decidido ilustrar en el informativo público pretende poner una solución concreta a una situación, o peligro, o error, o desajuste, o elemento perturbador de las sociedades decentes detectado en la vestimenta de nuestros polluelos, que con su infinita sabiduría marcada en sus diplomas y másteres de Wichita (por ejemplo) solventarán. No perderé tiempo con ellos ni con lo que dicen porque efectivamente y como se suele decir, hay gente pa tó. Me merecen el mismo respeto que aquel que decía que había venido de Raticulí. Ni más, ni menos.

Mi doble preocupación -las disfruto a pares oigan, me las quitan de las manos- está relacionada con las palabras de la periodista que cubre la pieza, y de la madre abnegadamente entrevistada por la misma.

Vamos por partes, entonces: La redactora nada más empezar el reportaje afirma que los problemas de Maite La Abnegada, hablaremos después de ella, “son los de todos” (los padres, se entiende): cómo se visten los adolescentes. Yo soy madre de una y oye, que me preocupa más poder darle de comer todos los días y que cuando se haga un esguince no me den fecha para dentro de diez días en el ambulatorio, pero no seré yo quien ponga en duda su perspicacia. Ante el grado de conocimiento global en psicología paterno-filial de la redactora solo me queda añadir que yo quiero ser una periodista como ella. ¿De qué universidad habrá salido, será un espécimen evolucionado, medio drone? Va dando paso a aquellos pedagogos que cité antes, hablando de que hay que “mentalizar” a los chavales para vestirse respetándose a sí mismos y al resto. Ponen como ejemplo esta habitual costumbre de enseñar los calzoncillos en los hombres. Yo reconozco que no me gusta, aunque no diría que verlo suponga faltarme al respeto. Quizá si me enseñaran la misma porción de su cuerpo sin llevarlos, ya me lo tomo peor. Vaya, lo que sería un calvo de toda la vida. Más adelante su voz en off nos da el golpe de gracia, audaz: y ante el gran miedo, la gran pregunta... ¿irá mi hija provocando?”. Yo grito a la pantalla: “Y tú, ¿sabrás que me estás poniendo un poquito de los nervios, ya?”. Pero claro, no me escucha. La pieza culmina con un cierre de la periodista insuperable: ...“vamos que aunque nos cueste, no hay que mezclar ropa con sensualidad/sexualidad/sensualidad/sexualidad...” me repito porque como en realidad dice “sesssualidad” no tengo claro a qué se refiere. Una recomendación: no os fiéis de los que no saben pronunciar la X de SEXO. Ni de los que dicen conflizzto o Vizztor.

A mí este fin de fiesta me resultaría insignificante si estuviera escuchando al padre Fulgencio en la misa de mi pueblo. Pero aguantárselo a una redactora que teóricamente ha de presentar la información de forma imparcial me pica en la boca del estómago. Y menos mal que no soy diseñadora de ropa, porque si algo hace la estética en este caso aplicada a la moda es resaltar la sensualidad/sexualidad del hombre y la mujer. Y a mí me encanta.

Vamos con la madre de las criaturas. Está muy preocupada porque según cuenta, y refiriéndose a las adolescentes y entre ellas sus dos hijas de 12 y 21 años, “ellas a lo mejor no creen que van provocando, pero los que las ven sí lo piensan”. Acabáramos. Ya. Ajá. Mmmm. (Estoy contando hasta cien por dentro). Claro. Espera que te digo una cosa: quieres decir que, lo de menos es cómo vayan, lo de más es cómo los hombres perciban que van tus hijas, ¿no?. Ya. Ajá. Mmmm. Maite, estamos en 2013, ¿sabes?. Hace tiempo que nos importa bien poco si los hombres son capaces o no de mantener la sangre en el cerebro si ven unas tetas. Y fíjate que no estoy ha hablando de ir en bolas por la calle.Tú has citado camisetas “amplias, muy que se caen los hombros, muy extravagantes”. No sé qué decirte Maite, que espero que tus hijas sean capaces de enseñarte que el mundo es otra cosa que el manual de la buena esposa de la Sección Femenina de la Falange. Échale un ojo porque dice cosas sospechosamente parecidas a lo que tú piensas. Y oye, que aquí paz y luego gloria, tú opina lo que quieras pero déjanos a las demás madres en paz con nuestros errores, y a nuestras hijas e hijos con su libertad de disfrutar y enseñar o no su cuerpo, que es precioso y lleno de vida, y no tienen nada que ocultar. Si acaso la aberración estará en el que mira, y valga la redundancia, que se lo hagan mirar los otros.

Por otra parte, no doy crédito de tener que hablar de esto a estas alturas, estoy alucinada del nivel de regresión que estamos sufriendo en tantos ámbitos, francamente. Es como para empezar a correr y trepar por los Pirineos con las uñas, si es menester. Como ya hicimos en el pasado, sí. Por otro lado se podría añadir que vestirse como la beata más entregada al rezo y sentarse al lado del nuevo Papa no te hace buena persona. Queridas aludidas, buscaos la vida por ahí o mejor, demostrad que me equivoco.

Desde que he visto el vídeo se me ha incrustado en los dedos la frase que abre la primera escena de la Casa de Bernarda Alba: “En ocho años que dure el luto no ha de entrar en esta casa el viento de la calle”. Mira que la he leído veces, y aún me espanta. Qué pensaría Federico al encontrarse un reportaje así en un medio público. Él, que disfrutó la II República y no supo nada de lo que vino después. Que sí, que le fusilaron por maricón y rojo pero verlo, no lo vio, que es lo que estoy aquí planteando.

¿Recordáis que os he dicho que prefería buscar citas de otros hoy, que mi boca estaba de veneno a reventar? Tengo la última de la reina de la sexualidad/sensualidad/sesssualidad, indiscutible. Y que viene a resumir exactamente lo que muchos pensamos, y que seguiremos pensando por muchas barbaridades que suelten en la tele que aquí también nosotros abnegadamente, pagamos. Con ella os dejo:

“El sexo forma parte de la naturaleza. Y yo me llevo de maravilla con la naturaleza”. Marilyn Monroe.

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