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Morir no es tan fácil

José Sanclemente

Morir no es tan fácil es el título de la novela de Belinda Bauer que acabo de leer y que me ha parecido magnífica.

Suelo leer novelas cuando me aburre el panorama de la vida real. Ahora  es un buen momento, cuando la mayoría de noticias se centran en la tediosa campaña electoral, aunque ésta que vivimos sea menos aburrida, que no interesante, por la sarta de puñaladas que asesta la vieja política a los advenedizos que intentan emerger. No hay que permitir que la voz del pueblo sea modulada por los llamados populistas, es mejor que siga en manos de los populares.

Los medios de comunicación  de “la casta” se conjuran contra “los de abajo” y éstos, con medios audiovisuales prestados, aprovechan los minutos para sacarles sus vergüenzas y corruptelas. Todo por ganarse la audiencia tertuliana que se ha convertido en un infoshow. A lo mejor eso da votos. Es la nueva fórmula de la política.

Por ello, mejor una novela que me evada de tanto “reality tertuliano insustancial”.

Sin embargo, uno no suele acertar en todas sus lecturas por eso cuando me encuentro con una novela de las características de Morir no es tan fácil siento colmada mi necesidad de evasión.

Un joven que estudia para forense y que tiene Asperger, de entrada, puede tirar para atrás, pero si resulta que su falta de empatía y sus sentimientos planos, junto con su aséptica percepción de la realidad le llevan a descubrir un asesinato en un cadáver donado a la ciencia, te empieza a atrapar hasta que las neuronas se adormecen por el sueño.

¿Cómo consigue Belinda Bauer no dar asco y náuseas cuando sus personajes autopsian los cadáveres para estudiarlos? Claro, que a mí me produce más repugnancia el diagnóstico que resulta de hurgar en las tripas de la corrupción a pesar de que empezamos a estar acostumbrados a su mal olor.

Un forense me dijo una vez que la muerte es mágica porque nadie sabe cuándo va a morir, salvo los suicidas. Debe ser igual de parecido en la política: muchas veces no se gana, sino que el adversario se hace el haraquiri a base de pudrirse voluntariamente en la ciénaga de las tropelías. Es una forma de quitarse la vida política en una fecha concreta: las elecciones.

Cuando el protagonista de Morir no es tan fácil, Patrick Ford, de 18 años, busca entre las vísceras, con su Asperger a cuestas, encuentro que Belinda Bauer refleja en él lo que debería ser la labor de un periodista: aséptico, pulcro, metódico y sobre todo inquisitivo y tenaz. Nada de esas características le llevan a ser un tipo fuera de lo común, salvo en lo de su persistencia y perspicacia por descubrir lo oculto.

Me doy cuenta de que no he contado que la novela es un 10 de bien escrita que está, y que se puede leer sin necesidad de hacer comparaciones odiosas como las que yo he hecho. Vale para evadirse y para pasar un buen rato también, pero sería injusto no darle el valor que tiene la búsqueda de la verdad entre tanta podredumbre, entre tanto cadáver.

Será por qué Belinda Bauer, la autora, es también periodista. Os la recomiendo vivamente, aunque la trama se mueva entre muertos.

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