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Negros ahogados sin concertina

Imagen de la Guardia Civil con equipamiento antidisturbios recibiendo a los inmigrantes en la playa de Ceuta.

José María Calleja

Asistimos a la deconstrucción del concepto “tierra española”. La marca española, entendiendo por marca el territorio fronterizo, no es ya la línea de costa, esa que pisan alborozados ciudadanos de raza negra, santiguándose, abriendo los brazos al cielo como si hubieran marcado el gol de su vida. La marca española no es la tierra española, sino el territorio que hay detrás de una línea de guardias civiles mandados por arsénico Fernández de Mesa. Este director general de la Guardia Civil, de paupérrimo currículum, antiguo acomodador en los actos del PP, ha sido premiado por los errores cometidos desde que era delegado del Gobierno en Galicia, cuando se hundió el Prestige de los hilillos. No dirán que no se ha progresado en la construcción de la realidad desde que Mariano manda.

Un grupo de africanos sobrevive a todos los muros y obstáculos –incluido el lanzamiento de pelotas de goma, denunciado por uno de los supervivientes– y cuando, por fin, tocan tierra española, les mueven el suelo y les llevan a Marruecos guardias civiles que cumplen ordenes, aunque estas incluyan pisar tierra marroquí sin ser al alba ni haber fuerte viento de Levante.

Después de haberse dedicado durante años a convertir a las ONG en sinónimo de cosa inane, pelma y aprovechategui, va arsénico y dice que los que se preocupan por los negros que pasan hambre en África tenían que apoyar a los guardias civiles y no a los ciudadanos que salen expelidos de su tierra por el hambre y vienen aquí, aunque no haya pan para todos.

En el primer Gobierno del PP, con Aznar, se pasaportó en avión a un grupo de africanos, previamente drogados con haloperidol y esposados, a su lugar de origen. “Teníamos un problema y lo hemos resuelto”, nos dijeron entonces los campeones del Ibex del pragmatismo. Ahora teníamos un problema: los africanos, cuerpos mojados, habían pisado tierra española; pues se retrasa la tierra, se cambian las normas y se les dice a los parias que necesitan una póliza y una pértiga para saltar la barrera de guardias civiles mandados por arsénico.

La marca española lo mismo fabrica submarinos que se hunden del todo, y cuesta una pasta reflotarlos, que mueve la tierra y decide dónde está el limes que los bárbaros no pueden traspasar. Con mayoría absoluta, no descarten que pretendan derogar la ley de la gravedad.

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