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Pacto PP/PSOE: ¿truco o trato?

Gonzalo Cortizo

Nadie por las calles reclama a gritos un pacto anticrisis entre los dos grandes partidos. Sin embargo, Rajoy y Rubalcaba se han lanzado a la danza de declaraciones sobre quién debe hacer qué para que ese acuerdo sea posible. El presidente el Gobierno ya ha deslizado sus condiciones: Rubalcaba debe compartir el desgaste político y asumir las medidas del PP. El Líder socialista pide “humildad” a Rajoy y que, al menos, estudie sus propuestas. Conclusión: El pacto es imposible. Puro teatro.

Que el acuerdo no sucederá es algo que, además de evidente, dan por seguro en las direcciones de PP y PSOE. El espíritu de acuerdo, la búsqueda de pactos no es más que otro estadio de la política cuando la política poco puede hacer por la ciudadanía. Un síntoma más de esta sintomatología política llamada “espíritu de la transición”.

El PSOE nunca podrá asumir los copagos sanitarios o los recortes en educación puestos en marcha por Rajoy. Los populares, entregados al ahorro, tampoco podrán asumir el gasto de 30.000 millones que propone Rubalcaba para frenar despidos y desahucios.

Cuando todavía gobernaba Zapatero fue el PSOE el que entonó la cantinela del acuerdo proponiendo cita en un palacio para rubricar los Pactos de Zurbano, un ensayo de acuerdo que evocaba a los acuerdos de la Moncloa y que no sirvió para nada más que la sobredosis de cafeina de algún periodista en las cafeterías aledañas al lugar de las reuniones.

Tan sólo hace unos meses Rubalcaba reconocía en rueda de prensa haber perdido algunas plumas en la búsqueda de acuerdos con el presidente Rajoy. En aquella comparecencia, a Rubalcaba se le pregúntó “cuán de desplumado se sentía”. “Algo”, se limitó a asegurar el líder del PSOE amagando con no volver a ofrecer acuerdos y empezar a hacer caso a los que en su grupo le reclaman dureza y una oposición sin complejos.

El veterano político socialista explica a quien le quiera oir que “el sentido de Estado” obliga a esfuerzos ideológicos y a cuadrar el círculo hasta la saciedad del cuadrado. Cualquiera diría que el pactismo es un estilo, un perfume o un tejido con el que los políticos se miran en el espejo. Puro humo. Pura lejanía.

Rajoy tampoco desaprovecha la oportunidad de insinuar un acuerdo imposible. La mera proposición de entendimiento alimenta el bipartidismo, del que PSOE y PP están tan necesitados, ahora que las encuestas les desploman al unísono hacia el suelo histórico de sus perspectivas electorales.

“Yo le ofrecí ayuda”, podrá decir Rubalcaba a partir de ahora. “Yo lo intenté, pero con usted no se puede”, responderá Rajoy.

Y todos contentos.

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