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Peta Zetas, el nuevo PSOE

Pedro Sánchez, haciéndose un selfie con un hombre en la feria del Libro de Madrid.

Marta Flich

Qué pena que no podáis oír lo que estoy oyendo yo. Los artículos es lo que tiene, que no llevan música. En mi cabeza suenan pajaritos y una arpa que me anuncia que, aunque el mundo haya entrado en barrena, en España hay un tío que se ha puesto capa y los calzoncillos por fuera. Ya tenemos superhéroe.

Pedro Sánchez lidera el nuevo PSOE, el menos viejo. Bueno, llamémosle el nuevo. Todo estaba roto y revuelto y ahora, de repente, todo está de diez. La posverdad. Queremos pensar que es así. Es un ejercicio que se hace mucho en la infancia: vale va, hagamos como si no hubiera sucedido nada y miremos al futuro. Eso sí, la María Dolores de Cospedal del PSOE que se quede en Andalucía que, mientras toca las palmas, no nos toca los huevos.

Me hace ilusión pensar que hoy día da igual ser impecable en los actos. Lo que hay que conseguir es cagarla un poquito menos que el que menos la haya cagado. Eso te hace convertirte en líder. Ha mentido, sí, pero menos que los demás. Ha robado, puede ser, pero menos que los demás. Ha blanqueado, quizás, pero el tuyo lo hizo con una asociación de síndrome de Down y el mío solo con guarderías para niños sin síndrome ninguno.

Cuáles han sido las claves de la victoria de Pedro Sánchez. No te hago perder el tiempo. Solo hay una: si la izquierda y la derecha se pone de acuerdo por tercera vez (la primera fue en la Transición y la segunda en el darse brillo en la sucesión Borbonil) para odiar a alguien, es porque ese alguien está haciendo algo bien. Fin.

Todavía no sabemos muy bien el qué. De momento sabemos que tiene telegenia y que habla bien. Es decir, un poco menos mal que el que menos mal habla. Así que ha pasado de china en el zapato a víctima. Ha pasado de haber podido liderar un gobierno de izquierdas a que el nuevo partido de derechas bisagra le hiciera la cama. Ha pasado de un posible transplante de cuello con movilidad 360º para que le aplaudan la cara hasta hacérsela giratoria, a quererlo canonizar. Ese es Pedro Sánchez, el Peta Zetas de la política.

Harvard, ya vas tarde con la llamadita para el nuevo doctorado de “al modus Sánchez”.

¿Cómo va a ser el nuevo PSOE? De momento se ha ganado un respeto, por lo pronto ya sube en las encuestas y para empezar a hablar ha puesto en relevancia que “el pueblo manda”. Eso nos ha puesto muy cachondos y ahora todo lo que dice Pedro es “¡eh, un respeto, que lo ha dicho Pedro!”. Que Pedro ha dicho que quiere hacer cosas y si alguien tan valiente como él dice que quiere hacer cosas es porque esas cosas van a ser hechas, ¿entiendes?

Pues bien, esto es lo que va a pasar: aquí no va a haber ninguna moción de censura. Unirse a Podemos en ello sería volver querer mear en el colegio cuando a lo que estás acostumbrado es a hacerlo en el campus de la Universidad. No va a haber moción de censura sencillamente porque no le va bien ahora. PSOE style. Primero hay que coger un poquito de solidez, de solera, de anclaje, de carismita y luego cuando eres una primera figura, actuar como el líder que eres. Los tiempos los manejas tú, las iniciativas las propones tú. Ya tienes equipo, ya tienes roles asignados. Hasta el de escudero lo tienes apalabrado. Patxi siempre fue un buen “claro que sí, guapi”.

Todo va bien. Y nos tienen donde querían: con una ganas de que se pongan a currar hacia fuera y no hacia dentro.

No entiendo Marta, no entiendo, ¿me lo puedes explicar? Fácil.

Hagamos el siguiente ejercicio: imagina que te dedicas a lo que sea que te dediques pero en político. Es decir, que explicas qué es lo que vas a hacer en el trabajo pero no lo haces nunca. Tu jefe encantado, claro. (Nótese que la autora sonríe).

Supongamos que vamos a una carnicería. No quiero poner género al comprador que está la cosa de un sensible con las actividades cotidianas asignadas por la sociedad a un hombre o mujer que ya da miedo hablar. Supongamos que hombres y mujeres hacemos de todo y que todo “ok” en la cabeza de la sociedad a este respecto.

Dice el carnicero: “Le voy a cortar el lomito”. Preparamos el corte, quitamos huesos y retiramos grasas. Limpiamos la carne con precisión quirúrgica. Cogemos el cuchillo chuletero y procedemos a un corte perpendicular a las fibras musculares, nunca en paralelo. El carnicero acaba su relato y le aplaudes.

El carnicero político ha explicado perfectamente todo y en tu imaginario tienes la carne en tu poder. Y te vas tan tranquilo pero cuando vas a comer caes en la cuenta de que el carni-poli solo te ha vendido humo.

Pero eso va a cambiar. Estamos en la “era del sí”. Todas las formaciones tienen sus guantes y ya están arremangadas para trabajar. En el nuevo PSOE dicen que ya se han comprado los guantes de malla para cortar el bacalao (se han hecho un lío con la materia prima).

Igual es raro lo que digo pero, carniceros de España, la política os espera. Políticos de España, STOP carnicería.

Y mientras tanto el mundo entró en barrena, no como nosotros.

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