Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Podemos y el chiste del becario

Ramón Lobo

En el diario El Sol, que era muy dado a cambiar de timonel, hizo fortuna un chiste: “Un jefe se acerca a un becario y le dice, ”hay rumores de que te hacen director“; el becario se ruboriza y agacha la cabeza pero al día siguiente pregunta ”¿cómo va lo mío?“. Algo de esto le ha pasado a Podemos. Nació aupado por el 15M con el objetivo de cambiar la manera de hacer política en España. Era la respuesta a la boutade del PP cuando dijo a los manifestantes que ocupaban decenas de plazas, ”si queréis cambiar algo presentaros a las elecciones“.

El éxito de Podemos en las elecciones europeas, en mayo de 2014, les convirtió en el centro de todas las miradas y de todos los análisis. La palabra más buscada en Google aquella noche fue “Podemos”, lo que auguraba más éxitos. La mayoría de los periodistas veían a sus dirigentes con cierta simpatía, “esos chicos” o “el de la coleta”. Fue una luna de miel efímera: pronto llegaron los intereses y las prohibiciones de escribir de Podemos. Solo se permitía el ataque.

Después llegó el mitin de Vista Alegre y la transformación del movimiento asambleario (círculos) en una organización jerarquizada. Aparecieron los disensos y los primeros heridos: Pablo Echenique, Teresa Rodríguez y Miguel Urbán. Desde ese día, Podemos maneja un dilema: qué ser, ¿un movimiento o un partido? Con las asambleas solo no se ganan elecciones ni se obtienen buenos resultados, pero con un partido corre el riesgo en convertirse en lo que crítica, como señaló Juan Carlos Monedero la semana pasada. Del equilibro entre dos fuerzas antagónicas dependerá el éxito a final de año. Los círculos son la toma de tierra de Podemos. Si la pierde, fracasará.

Los Verdes alemanes vivieron a finales del siglo XX un proceso similar. Les llevó años concluir el camino que Podemos está andando (corriendo) en pocos meses. Entonces también hubo heridos, bajas, enfados, personas que se sintieron traicionadas. Los Verdes llegaron al Gobierno de la mano del socialdemócrata Gerhard Schröder. Tanta fue la mudanza que apoyaron el bombardeo de la OTAN sobre Serbia en la crisis de Kosovo en 1999.

El chiste del becario cobró vida cuando las encuestas empezaron la situar a Podemos en cabeza de la intención directa de voto y en disputa con el PSOE por la segunda plaza, al que terminó por superar. El grupo de jóvenes que parecía tan simpático e inofensivo se transformó en una amenaza para el sistema, lo que llamamos Ibex 35 para abreviar. Fue cuando estalló la guerra, el todo vale. El sistema ha logrado colocar varios mensajes: son peligrosos, quieren traer el chavismo a España y en el fondo son iguales que el PP y el PSOE. Los medios no han investigado las acusaciones, solo las han repetido. No hay que ser un lince para unir propiedad de los medios, Ibex-35 e informaciones tendenciosas.

Podemos ha cometido errores. El principal creerse que podían ganar y gobernar tras las elecciones generales a finales de 2015, el “qué hay de lo mío”. Se ha instalado en la dirección del partido la idea de que si no ganan este año habrá pasado una oportunidad histórica. Creo que su recorrido es más largo. Han venido a quedarse. Otro de los errores clave es considerar cualquier crítica como una campaña en contra. Solo hay un grupo que tolera peor las críticas que Podemos: los periodistas.

El traslado ideológico hacia la socialdemocracia es parte de la estrategia de ganar unas elecciones que no les conviene ganar. El partido que venza lo hará lejísimos de la mayoría absoluta, será un lío de pactos que diría Mariano Rajoy. No es descartable que los comicios se repitan en 2018. José Bono dijo hace tiempo que el caladero de votos que permitía ganar está en el centro, dos millones de sufragios que basculan de derecha a izquierda, o al revés, según les conviene. Muchos de esos votos serán ahora de Ciudadanos. Es una opción amable para los que se sienten estafados por el PP.

Entre sus propuestas consideradas radicales por muchos analistas está la auditoría de la deuda, una medida esencial para que la ciudadanía se informe de lo que se ha hecho en su nombre y a quién ha beneficiado. La idea es buena, lo que no tiene sentido es añadir que la auditoría servirá para denunciar la parte ilegal de la deuda. Eso es peligroso y poco práctico: no hay deudas ilegales, las ha asumido el Estado libremente. Otra cosa es que sus condiciones sean abusivas, denunciables, renegociables. Algo habría que aprender del camino que recorre Syriza.

Otro error de Podemos ha sido insistir demasiado en la casta. La idea es buena porque permite visualizar el desfalco, la gran estafa de estos años de crisis. Pero la insistencia ha generado un latiguillo. Cuando los latiguillos se instalan en un discurso es que no hay discurso. Le sucede al PP con la recuperación económica. Con los latiguillos no se ganan elecciones. Otro es el régimen del 78. Cuando ya se ha entendido es innecesario insistir tanto. Arremeter contra la transición es injusto; muchos hicieron lo que pudieron que no era mucho. El objetivo hoy deberían ser las instituciones ocupadas y malversadas por los partidos y personas sin escrúpulos: tribunales, supremo, constitucional, RTVE. Es hora de la regeneración efectiva, más allá de las frases ocurrentes.

El abuso de la casta infantiliza el lenguaje, proyecta la idea de que existe una ciudadanía sana frente a una clase política corrupta. Es una visión simplista: la clase política cleptocrática surge de una ciudadanía corrupta, que ve al Estado como un enemigo al que engañar. Lo mismo que en Italia y Grecia. El problema somos nosotros, nos falta de una conciencia ciudadana. Es urgente una revolución ética que arranque con una revolución en la Educación. En vez de hablar tanto de la casta habría que presentar ideas para crear un sistema educativo capaz de generar ciudadanos libres y no sumisos, como ahora. Podemos llega para estas cosas, no para entramparse en los clichés.

El Ibex-35, el sistema (la casta) ha reaccionado, sin duda. Hay campaña, es verdad. Pero no todo es campaña. También hay críticas y errores. Escuchar es un acto de inteligencia. El sistema ha reaccionado porque perder el poder es perder el privilegio de saquear impunemente y para los partidos turnantes, perder el poder es un ERE a gran escala. Por eso ganó el PSOE en Andalucía y por eso el PP está en cabeza en Madrid. Hay mucha gente que depende de la sopa boba.

El caso de Hacienda que salpicó a Juan Carlos Monedero fue una prueba, como lo fue el asunto de Íñigo Errejón en la Universidad de Málaga, en el que la Junta de Andalucía presionó para que hubiera caso pese a ser algo menor. Podemos no reaccionó bien a estas pruebas. En el caso de Monedero tardó un mes, una eternidad, y con ello perdió el relato. El sistema condenó a Monedero en esas semanas de silencio. Su salida de Podemos se debe a divergencias que empiezan en la gestión del asunto de Hacienda y a que Monedero se sintió solo, desamparado. Es sin duda un duro golpe, pero no es un golpe definitivo como ansían los críticos. Si Podemos lo sabe manejar puede ser positivo a medio plazo. La política se mueve a tal velocidad que nadie es capaz de predecir lo que pasará en una semana.

Tras llenar de mierda a Podemos, y aprovecharse de sus torpezas debido a la inexperiencia, el sistema ha descubierto el mirlo blanco de Ciudadanos, un partido amable, crítico dentro de un orden, que podría pactar con el PP o el PSOE y asegurar un cambio lampedusiano. Albert Rivera ofrece confianza. Al Ibex-35 le gustan los tipos con corbata o, en su defecto, con polo de Lacoste. El sistema sospecha de la ropa de Alcampo de Pablo Iglesias.

Susana Díaz ha sido hábil al adelantar las elecciones de Andalucía. Las hizo coincidir con su embarazo, que fue parte del mensaje en campaña. También logró sorprender a Podemos en plena formación y con una candidata que procede de la izquierda anticapitalista. Teresa Rodríguez ha sido la aspirante más urbana de un movimiento urbano en una sociedad rural en muchos casos. Podemos ha logrado los mejores resultados en Cádiz, la provincia con más paro de España y de la que es natural Rodríguez; Granada, con una fuerte población estudiantil, y Sevilla. Los 15 escaños son un excelente resultado para un partido que acaba de nacer pero están por debajo de lo que soñaba la mayoría de la gente. La encuesta a pie de urna de Canal Sur hablaba de más de 20 escaños. Ese era el objetivo.

Andalucía deja la sensación de que Podemos se estanca. Sea real o no, en política, como en todo, las sensaciones son importantes, crean tendencia. Si la ciudadanía se convence de que Podemos se desinfla, Podemos se desinflará. ¿Cómo evitarlo? ¿Cómo volver a enamorar, a entusiasmar? Monedero dio una clave en sus críticas antes de dimitir: el partido debe volver a conectar con el espíritu del 15-M. Quizá sea más fácil en las generales.

Podemos debería abandonar la táctica defensiva, el mourinhismo en el que se ha instalado desde el caso Hacienda. Hay tanto miedo a equivocarse que se ha perdido frescura. La frescura se consigue jugando al ataque, sin miedo a perder. Nada será igual después de noviembre, gane quien gane, y gran parte del mérito será de Podemos.

Quizá lleguen a estar algún día en el gobierno, como Los Verdes alemanes, o ganen elecciones como Syriza en Grecia, pero a corto plazo su objetivo debería ser mas modesto y generoso: poner patas arriba la política española, higienizar el sistema. Sean segundos, terceros o cuartos, tengan 120, 90, 70 o 40 diputados, Podemos será determinante en la próxima legislatura. Su sola presencia en el ambiente demoscópico, sin representación alguna en las instituciones hasta las elecciones andaluzas, ha obrado un cambio. Empiezan a destaparse los casos de corrupción, empezamos a saber más de Rodrigo Rato, tienen que dimitir dos ex presidentes andaluces, dos intocables. Algo se mueve.

John Benjamin Toshack contaba que en su primer trabajo como entrenador, en el Swansea galés, le recibieron muy bien. Cuando llegó el primer fin de semana y tuvo que anunciar la alineación, los once jugadores titulares, se encontró con 400 enemigos súbitos: los 11 suplentes, sus padres y madres, las novias, los amigos. Tomar decisiones, decir qué se ha de hacer en una ciudad como Madrid o Barcelona, apostar o no por los tranvías, la cultura, las nuevas tecnologías, el wifi gratuito, generará enemigos, pero también votos. ¿A qué jugamos? ¿A empatar?

Para retomar el rumbo solo hay que dejar de mirar las encuestas y volver a mirar a los ojos a la gente. Falta mucho para las elecciones generales. Aún se puede hundir Ciudadanos, que corre el riesgo de convertirse en un coladero de oportunistas, los mismos que se apuntaron al PSOE o al PP al oler poder. En esto, Podemos ha sido más inteligente. Esa táctica terminará por rendir resultados. Estamos en una maratón . No se gana al paso de los primeros diez kilómetros, sino en la meta. Pase lo que pase, son tiempos apasionantes, quizá los más apasionantes desde octubre de 1982, cuando la promesa del cambio. Espero que esta vez salgan mejor.

Etiquetas
stats