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El Principito

Cristina Pardo

Cuando estuve en la campaña electoral de Cataluña, asistí a varias ruedas de prensa de Artur Mas, Oriol Junqueras y Raül Romeva. Y no dijeron la verdad. Tanto los periodistas españoles como la prensa extranjera, les preguntaron de una y mil maneras cuál iba a ser el modo de proceder en caso de que ganaran sus elecciones plebiscitarias. La respuesta siempre fue la misma: “Lo primero que haremos será hablar con Madrid y con la Unión Europea para iniciar un proceso dialogado de desconexión”. Hace pocos días, Ferreras entrevistó en 'Al rojo vivo' a Josep Rull, Secretario de Organización de CDC, y con la resolución independentista ya presentada en el Parlamento, éste admitió que actuaban de espaldas a Madrid. De nada sirve mandar señales con hechos consumados.

Mal está que Rajoy no llamara a Artur Mas al día siguiente de las elecciones para sentarse y hablar, aunque fuera a cara de perro. Muy mal. Pero peor todavía me parece que el Presidente de la Generalitat en funciones no levantara el teléfono, puesto que es quien lleva la iniciativa en este proceso de independencia. Él debería ser el más interesado en sentarse con el Gobierno central hasta el infinito y más allá, para que así sus pretensiones tuvieran unas mínimas garantías de éxito. En caso contrario, la sensación que traslada Artur Mas es que su verdadero objetivo es tensar la cuerda sin llegar nunca a romperla.

No me convence la manida teoría de 'Junts pel sí' de que no merece la pena venir a Madrid porque el Gobierno les maltrata y les da la espalda. ¿Qué sentido tiene entonces la política? ¿Por qué no presentarse en Moncloa para explicar la resolución, dado que Rajoy siempre ha recibido a Mas? Incluso un encuentro sin acuerdo podría haber sido rentable para 'Junts pel sí', porque hubieran demostrado que no mienten cuando dicen que su verdadera intención es dialogar para luego irse. Además, hubieran conseguido poner de manifiesto –una vez más- que el líder del PP tampoco está por la labor de hacer política y mover ficha en un sentido u otro. Por lo tanto, la conclusión a la que llego es que a Mas le conviene presentarse como el hombre que hizo frente al PP, el gran estadista falto de cariño, que terminó agotado porque no había respuesta. Lo triste es que ni siquiera tendría que innovar. Esto ya está inventado: “Hola, ¿es el enemigo?”.

Mas –así lo vi en campaña- da la sensación de ser un político que levita, el líder que va desnudo mientras la corte elogia sus ropajes e incita al aplauso. Creo que ningún país del mundo alabará su vestuario, porque un 47% de los votos no son suficientes. A estas alturas, es incoherente que Mas no renuncie al poder. Dijo que lo más importante era el proceso, y por eso se creó la lista unitaria. Entonces, ¿por qué no se va, como pide la CUP, para acelerar la independencia? Esto también está inventado. Lo dijo Saint-Exupéry, autor de 'El principito': “El hombre se descubre cuando se mide con algún obstáculo”.

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