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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Rajoy, Sánchez y Bertín: había una vez un circo

Gumersindo Lafuente

Rajoy, desde que llegó al poder, subido en su mayoría absoluta, se ha dedicado a laminar la televisión pública. Primero desbarató la ley que regulaba su independencia para poder elegir a sus responsables a dedo y luego fomentó la inanición presupuestaria e imaginativa para ir desactivando su repercusión. Y así, la tele de todos, la que debería ser de utilidad social, un reducto de calidad frente a la ordinariez de la mayoría de los programas de éxito de las privadas, se fue diluyendo. Pero llegan las elecciones y el sistema, sostenido por el bipartidismo agonizante, quiere perpetuarse. Y la tele que pagamos con nuestros impuestos, sea mala, buena o regular, vuelve a ser necesaria.

Y el miércoles saltó la noticia. Mariano Rajoy y Pedro Sánchez serán entrevistados en TVE, sí, pero esta vez no lo hará Ana Blanco, presentadora estupenda, cara eterna de los telediarios, pero no precisamente muy ducha en los temas políticos, ni en las entrevistas aguerridas. No, ahora va en serio, los candidatos ya pueden prepararse (Sánchez, revisa la historia de la Transición, que colgarse la medalla de la Ley del divorcio fue un buen resbalón), el interrogador justiciero, el que les pondrá contra las cuerdas de la corrupción, la crisis y la ley mordaza, el que no tendrá piedad cuando estén caídos en la lona, será el gran e inimitable nuevo rey de las audiencias: Bertín Osborne.

“No ha sido difícil convencer al presidente” ha asegurado Bertín. ¡Toma, claro! Ya podemos imaginarnos a su equipo de asesores dando brincos de alegría: De las cañas con Ana Rosa en Telecinco a la charla de sofá con Bertín, una ruta algodonada para controlar los daños ante un posible resbalón.

Y Sánchez, ese líder del PSOE que empieza a tender a la invisibilidad, que le teme a las cornadas periodísticas de Ana Pastor más que a un victorino, irá de telonero en este experimento. Legitimando con su presencia en un momento tan decisivo y singular de la historia política de España, la gran estafa democrática a la que nos tiene sometidos el PP desde hace cuatro años.

El mensaje que los ciudadanos reciben desde el poder no puede ser más claro ni más triste. Esto es un circo y el jefe de pista ha decidido que la política, el debate, lo público, nuestro futuro, es un elemento más del espectáculo y está dispuesto a dar un triple salto mortal que frene el crecimiento veloz de sus nuevos competidores y le permita seguir manejando el látigo.

No sabemos aún, lo veremos los próximos miércoles, si Sánchez y Rajoy hablarán tranquilamente repanchingados en el sofá del salón mientras sus mujeres dan un repaso a la decoración de los dormitorios y terminan de charleta en la cocina, dónde si no, para al final ponerse todos el delantal de 'En la tuya o en la mía' y hacer el paripé de amitos de casa por un día. Así ocurrió el pasado miércoles durante la entrevista de Manuel Díaz El Cordobés, en una emisión que, así es la tele, batió récords de audiencia.

Y es que el problema no es Bertín, que lo está haciendo bien, ni el formato de su programa, que funciona. Lo trágico es que no podamos disfrutar en nuestra televisión pública de una buena serie de entrevistas serias, duras, exigentes, hechas por profesionales de la casa preparados -que los hay- y no solo con Pedro Sánchez y Mariano Rajoy, también al menos con Albert Rivera y Pablo Iglesias. Al final, esos son los cuatro candidatos con los que de verdad España está jugándose su inmediato futuro.

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