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¿Cómo son los 'techos de cristal' en España?

J. Ignacio Conde Ruiz

Ignacio Marra —

En los últimos tres artículos de esta serie sobre género hemos hablado de desigualdad en participación laboral, en condiciones laborales y sobre como el mayor nivel educativo de las mujeres hace que no podamos considerar que esta sea la causa de tales brechas. En este artículo vamos a recopilar toda una serie de gráficos sobre el porcentaje de mujeres en los puestos más altos de su carrera profesional, incluyendo distintas instituciones, áreas del sector público y empresas cotizadas. Es decir, vamos a analizar de forma visual si existen o no 'techos de cristal' que coarten asimétricamente el desarrollo profesional de las mujeres. También incluiremos comparativas con Europa, para tratar de reflejar la posición de España en el entorno europeo.

En primer lugar, vamos a mostrar un gráfico con el porcentaje de mujeres en los puestos más altos de distintas instituciones españolas. Ni el poder ejecutivo, sea a nivel regional o central, ni el poder legislativo, ni el judicial tienen paridad de género. Tampoco la representación exterior o la ejecutiva de nuestro banco central. En general, se observa una mayor representación en aquellas instituciones con mayor visibilidad pública como el Congreso (36% de mujeres) y el Consejo de Ministros (30%) y especialmente bajo en el número de embajadoras (un 11% aproximadamente).

En las cámaras parlamentarias nacionales observamos un crecimiento lineal en el porcentaje de mujeres en prácticamente todos los países. Si tenemos en cuenta ambas cámaras España está en tercer lugar de los ocho con un 39% de mujeres, aumentando desde aproximadamente el 30% en 2003. Destacan Suecia por su nivel muy cercano al 45% durante todo el periodo de 2003-2015 e Italia por el fuerte aumento (del 10% al 30%) en dicho periodo.

El porcentaje de mujeres en el Consejo de Ministros es mucho más volátil. Durante las legislaturas socialistas observamos un número muy cercano a la paridad, mientras que en las del Partido Popular el número ha rondado el 30%. En Italia y Francia observamos una clara tendencia hacia la paridad en los últimos 12 años y en Alemania y Suecia se encuentran en el entorno del 40-45% y 45-55%, respectivamente.

En los parlamentos autonómicos el porcentaje de mujeres en España es de alrededor del 45%, la tercera cifra más alta de los 8 países (encabezan la lista Francia y Suecia). De nuevo, destaca la baja representación femenina en Italia.

En cuanto al número de alcaldesas, las cifras en abril de este año, sitúan a España con 17%, algo más alta que en varios países, pero por detrás de otros como Holanda o Suecia (que duplica la media europea). Algo similar ocurre con el número de embajadoras: desde el 38% sueco al 7% en Italia pasando por el 17% francés. En España, destaca el fuerte cambio en la última década: de un 1% de embajadoras en 2004 al 13% de 2013.

Finalmente, en el poder judicial (si no desagregamos por nivel) observamos cifras cercanas o incluso superiores al 50% en bastantes casos. Una excepción es el Reino Unido, donde sólo un 25% de los jueces y magistrados son mujeres. Más adelante veremos como la diferencia aumenta a medida que miramos puestos con mayor responsabilidad dentro del sistema judicial.

En general, observamos varios patrones. Por un lado, en ningún país, con la excepción de Suecia, hay datos relativamente cercanos a la paridad de forma más o menos generalizada. Y como decíamos, las instituciones españoles están más o menos en la media europea en el porcentaje de mujeres en las mismas pero claramente muy lejos de la paridad. Parece que existe un problema de representación femenina a nivel europeo.

¿Qué ocurre en las empresas más grandes? Entre las empresas cotizadas el porcentaje de mujeres en los puestos de mayor responsabilidad es menor que en la instituciones públicas. Solo un 17% de los asientos de los consejos de administración de empresas del Ibex 35 están ocupados por mujeres, una de cada seis sillas. Se trata de la cifra más baja de Europa: en el resto de países estamos hablando de una de cada cuatro sillas y en Francia, de una de cada tres. Estas diferencias son incluso mayores si nos centramos en las consejeras ejecutivas (el puesto con mayor poder dentro de los consejos), que no llegan al 5%, menos de 1 de cada 20.

En puestos directivos la diferencia es incluso mayor. En una hipotética reunión de directivos de las grandes empresas españolas una mujer tiene una probabilidad del 90% de que la persona que se siente a su lado sea un hombre. Si se trata de una reunión de los presidentes de tales empresas, la probabilidad sube al 97%.

Finalmente, queremos terminar mostrando tres ejemplos de cómo varía el porcentaje de mujeres en puestos de responsabilidad según se asciende en una determinada carrera profesional.

En primer lugar, vamos a mirar la representación política local o regional. En España el porcentaje de concejalas es inferior al porcentaje de alcaldesas, que, a su vez, es inferior al porcentaje de mujeres en la presidencia de diputaciones provinciales o Comunidades Autónomas. Esta dinámica de “a mayor responsabilidad, menor representación femenina” se mantiene desde hace, como mínimo, 16 años. Existe después un salto enorme en el porcentaje de mujeres en las instituciones nacionales de gran visibilidad.

Algo parecido ocurre en el sistema judicial. La progresión dentro de la carrera profesional de fiscales y jueces es relativamente paralela y en ambas ocupaciones observamos como el porcentaje de mujeres se va reduciendo desde más de un 60% en la primera fase (abogados fiscales y jueces), hasta un 24% en la categoría con más responsabilidad de fiscales (fiscales de Sala del Tribunal Supremo o fiscales de categoría 1) y un 13% en su equivalente en la carrera de jueces y magistrados (magistrado del Supremo). Este fenómeno se mantiene desde hace por lo menos ocho años, con relativamente pocos cambios.

Finalmente, encontramos el mismo paralelismo en el mundo universitario español. El porcentaje de mujeres entre el profesorado titular es ligeramente inferior al porcentaje entre el profesorado contratado y la caída cuando miramos catedráticas (21%) o rectoras (8%) es bastante notoria. En la trayectoria académica sí que parece haber habido un pequeño acercamiento hacia la paridad desde 2004. Además, para quien tenga interés en informarse sobre la situación académica de las mujeres en el área de Economía, acaba de salir un informe del COSME muy interesante que lo analiza.

En definitiva, en todas estas posiciones la experiencia profesional es un factor muy importante y que podría servir para explicar una parte de las diferencias de género y tratar de justificar algún 'techo de cristal'. Lo preocupante es que en todas las dimensiones que la evidencia empírica disponible nos ha permitido ver estas diferencias en la progresión de mujeres y hombres, en todas y cada una de ellas. Destaca además el bajo progreso en la representatividad en los puestos más elevados, especialmente dado el importante aumento en el nivel educativo medio de las mujeres en los últimos 30 años. Parece que la representación femenina va descendiendo en todas las ocupaciones a medida que subimos peldaños en la escalera profesional. Cabe destacar, sin embargo, que con la excepción de los países líderes en igualdad de género, este problema es de índole europea.

Y hasta aquí los datos. Llevamos más de 40 gráficos sobre el panorama de las brechas de género en España y, sin duda, es mucha información a digerir. Reflexionen, comenten y tomen sus propias conclusiones.

En el último bloque de esta serie usaremos toda la evidencia empírica mostrada para hacer un diagnóstico personal y mostrar la caja de herramientas a la disposición de aquellos que no nos resignamos y consideramos que la situación debe cambiar. La escasa representación del talento de la mitad de la población española es un problema que, a nuestro juicio, el próximo gobierno debería poner encima de la mesa desde el minuto uno.

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