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Jesús Cintora

Ahora que se habla de “golpe de Estado”, de “muerte de la democracia” y de que llega un “choque de trenes”, mi amigo Rafa no verá la colisión, porque se pasa el día cerca del aeropuerto. Alquiló una habitación por Barajas, cuando se ganaba la vida con el puente aéreo Madrid-Barcelona y, ahora mismo, digamos que a Rafael todo esto del “conflicto con Catalunya” se la bufa. Él me asegura que así piensa un montón de gente.

Digamos que el referéndum no está entre las inquietudes de Rafa. Sobre todo, desde que, una mañana, leyó en los breves de la prensa del día una polémica porque la ministra de Trabajo anunciaba una “primavera del empleo”. Esa misma tarde, lo echaron a la calle. Rafael está entre los 313.141 parados que dejaron de estar afiliados a la Seguridad Social el 31 de agosto. Engrosa la cifra récord de la destrucción de empleo en un día en España.

Rafa no ve “el robo a Catalunya”. Bastante tiene con buscar la “recuperación a la española” que, según la ministra, ha llegado y anda por ahí con pinta de “sólida, sana y social”.  Rafael es de los que cobraba algo más de 800 euros al mes, de una empresa subcontratada, y oyó a Báñez decir que “el empleo que llega con la recuperación es de mayor calidad que el que se fue con la crisis”. Por eso, Rafa espera ver llegar la “primavera”, mientras otros pregonan sin parar que no hay que perderse la llegada del “choque de trenes”.

Cuando los multimillonarios aumentan un 50% en 4 años en España, Rafael ha pasado a estar entre el 50% de españoles que llega con dificultad a fin de mes. Ahora, con los “préstamos” y los “tuppers” de su madre, ya forma parte del 30% de hogares que tienen su principal fuente de ingresos en un jubilado. El 30% es también lo que ha subido de media compartir piso de alquiler en Madrid. Echando cuentas, es obvio, Rafa vive una especie de estado asociado, pero no le da para independizarse del todo, ni para montar una “república independiente de su casa”.

Rafa espera un futuro mejor en un bar de Barajas, mientras en una tertulia se tiran los trastos por ver quién es más patriota, con las cuentas de Ignacio González en Suiza y la pasta de los Pujol en Andorra. El final del verano se crispa entre quién es más español o más catalán y con pertinaz sequía se siembra abundante cizaña. El clima se carga de “desafíos”, “amenazas”, “ultimátum”, “guardia civil”, “mossos”, “ejército”... Me quedo con Rafa y los suyos y paso de los que fanfarronean por ver quién la tiene más grande (la bandera).

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