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Se le acaban las vacaciones a Pedro Sánchez

Pedro Sánchez, en una imagen de archivo durante un mitin.

Carlos Hernández

La encuesta publicada este lunes por eldiario.es confirma que el viento sigue soplando a favor de Pedro Sánchez. Da igual que el líder socialista esté de vacaciones y que el debate político nacional continúe entontecido por la cuestión catalana. A este nuevo PSOE le basta, de momento, con no hacer nada. El secretario general sigue viviendo, básicamente, de las rentas que le dio su asesinato político en aras del 'No es No' y de su posterior resurrección de la mano de los militantes.

Es verdad que enfrente tiene un PP con un suelo electoral de granito; un suelo a prueba de bombas, por mucha metralla corrupta que estas puedan albergar en su interior. No me sorprendería que Rajoy, cualquier día, parafrasee a Donald Trump y diga algo así como: “Podría pararme en mitad de la Puerta del Sol y disparar a gente y no perdería votantes”; podría decirlo, podría hacerlo y no le faltaría razón.

Sin embargo, a los populares la corrupción sí les está impidiendo capitalizar la supuesta recuperación económica y recuperar buena parte de los electores que les abandonaron entre 2011 y 2014. No es de extrañar porque estos dirigentes del PP, cuando se trata de confundir los recursos públicos con su cortijo privado, no descansan ni en verano. Lo llevan tan grabado en su ADN que Alfonso Dastis no debió tener dudas a la hora de elegir el hotel más económico para sus vacaciones; ¿para qué buscar la mejor oferta en Booking o en Expedia si podía disponer gratis de las instalaciones y los servicios de la Embajada de España en Ecuador?

Podemos, mientras tanto, continúa en una posición de aparente estancamiento. Valoraciones éticas y políticas aparte, parece claro que su estrategia parlamentaria, moción de censura incluida, no le ha reportado ningún rédito electoral. Una parte de los votantes que viven ideológicamente en la frontera que separa la formación morada del PSOE ha decidido regresar momentáneamente al campo socialista.

El problema para Sánchez es que su credibilidad y su valor político tienen fecha de caducidad. Si hoy sigue creciendo en las encuestas y representa una esperanza para parte de la izquierda española, es por su promesa de echar a Rajoy y a este PP corrupto del poder. Hasta ahora los españoles parecen haberle dado los habituales 100 días de gracia que, por cierto, terminarán a finales de este mes de agosto. Es previsible que el inminente choque de trenes que se producirá entre la Generalitat de Cataluña y el Gobierno central entorno al 1-O le den otro mes de prórroga. Ahí terminará todo; ahí los ojos de sus votantes, ciertos y probables, se volverán hacia él para comprobar si cumple o no su promesa.

El último trimestre del año será su prueba de fuego en la que, por acción u omisión, incrementará o dilapidará todo el capital acumulado durante este último año. Sánchez debe decidir si hace honor a la palabra dada e impide que Rajoy se coma el turrón en la Moncloa. Por eso, solo por eso y para eso fue repuesto en su cargo por los militantes socialistas. Si opta por escudarse en la falta de una mayoría clara, si decide intentar vender la falaz idea de que se puede gobernar desde el Parlamento… estará repitiendo los argumentos y prolongando la estrategia de aquella gestora que tanto criticó. Estará permitiendo gobernar a Rajoy.

Sánchez tendrá que demostrar en otoño si su 'No es No' brotaba de unas convicciones profundas o era pura estrategia de supervivencia política. Millones de votantes le estarán mirando para decidir si le siguen apoyando o si una nueva desilusión socialista les empuja definitivamente al lado morado de la frontera. El líder del PSOE puede disfrutar de su éxito unas semanas más, pero debe ser consciente de que sus vacaciones tocan a su fin.

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