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Me alegra que me haga esa pregunta

Barbijaputa

El sábado pasado Rivera volvió a la tele. Me encanta este hombre. Camisa planchada, pelo perfecto, sonrisa calmada. Empático. Chaqueta azul impoluta. Ademanes calculados, provistos de una calma y una seguridad que te hacen pensar que nadie podría abanderar mejor el “cambio tranquilo”. Porque España no necesita otra cosa que eso, tranquilidad. Estamos todos muy nerviosos. Que si el paro, la corrupción, los desahucios, los feminicidios… hay que poner al mando a alguien que esté sereno.

Es como cuando sales de noche con tus amigos y uno tiene que joderse y no beber para poder volver a casa en coche. Pues Rivera es el sobrio y España, nosotros, los borrachos. Albert es el único al que podemos darle la llave para que nos lleve. Solo que, en realidad, en vez de beber alcohol voluntariamente nos han drogado sin permiso y Rivera, en vez de ser nuestro colega, el responsable, es más amigo de los que nos drogaron que nuestro. Pero si obviamos estos pequeños matices, el símil es perfecto.

El sábado, recién llegado de Cádiz (había elegido el 7N no para dar respaldo a la marcha contra la violencia de género sino para hacer promoción de su partido) contestó con un tono de voz monocorde y una expresión relajada a las preguntas que le fue haciendo el público de La Sexta Noche. 16 ciudadanos, 16 preguntas.

Resaltemos algunas de ellas.

Una chica le preguntó cuánto de verdad había en que Ciudadanos es el partido de las grandes empresas. Con una sonrisa, Albert le respondió que no iba a criminalizar a las grandes empresas. Es curioso que le pregunten cuánto de verdad hay en ser un partido del Ibex 35 y su primera reacción sea decir eso, cuando nadie le estaba pidiendo que lo hiciera. También añadió que lo que él quiere en realidad es que estas empresas paguen impuestos. Pero si nos ceñimos a la realidad, impuestos ya pagan. Si se refería a pagar más, debería haber dado, al menos, una cifra. ¿Cuánto más? ¿Un 1% más? ¿Un 50%? Ah, dudas.

Un hombre en sillas de ruedas le preguntó cómo fomentaría el empleo entre los discapacitados. Rivera afirmó, empático, que premiando a las empresas que los contrataran. En este caso la discriminación positiva sí está bien para Albert, no así la de la ley de paridad. Pero incluso en esta respuesta, que parecía darle apariencia de alguien concienciado con el problema, él sólo se la echó abajo cuando dijo “porque todos tenemos alguna discapacidad”. No, Albert, no todos tenemos una discapacidad, esa frase es una invisibilización de la discapacidad real, una normalización de un problema que a muchas personas no les permite vivir la vida plenamente. Pero, di que sí, Albert, ¿qué más da? Ya es suficiente con que digas que vas a fomentar su empleo, ¿qué más quieren, por el amor de dios?

Un autónomo le preguntó por las medidas que tomaría Ciudadanos para favorecer la creación de pymes y ayudas al autónomo. Rivera dijo que sus medidas en este sentido eran “revolucionarias”, ya que el pago de la cuota de autónomo iría en función de lo que se facturara. Esto está muy bien, en realidad, (ya lo dijeron todos los partidos antes: ningún Gobierno lo llevó a cabo), pero luego añadió “porque es muy duro hacerse autónomo y empezar pagando 300 euros de cuota”.

Bueno, a ver, si la medida revolucionaria de tu programa es la de la ayuda a los autónomos, ¿qué menos que saberte la política actual para con ellos antes de evaluar cómo de revolucionaria es la tuya? Porque esto es falso, los autónomos no pagan 300 euros desde el primer mes, sino que tienen disponible una tarifa plana, que aprobó el PP en el Real Decreto Ley 4/2013 de medidas de apoyo al emprendedor reforzada con la ley 31/2015, y que consisten en una reducción temporal de la cuota de Seguridad Social. La 'tarifa plana' se basa en comenzar pagando 50 euros los primeros seis meses e ir aumentando progresivamente durante 18 meses. Es decir, no es hasta el mes número 19 cuando el autónomo tiene que pagar esos “300” euros por primera vez (259 en realidad, nunca fueron 300, pero ¿qué más da?).

Otro ciudadano le preguntó por las cuentas de su partido y la posibilidad de una auditoría externa. Albert Rivera aseguró que le gustó mucho aquella pregunta porque así tenía la oportunidad de explicarlo, cosa que no hizo. Sonrió muy sereno mientras movía las manos y explicaba que el descuadre se debía a que habían superado las expectativas en la consecución de diputados y militancia. (Tras varias noticias sobre el descuadre de sus cuentas y varios intentos fallidos de explicar de dónde salía el dinero, finalmente se concluyó lo que aparece en este artículo de eldiario.es).

Si con unas cuentas de tres millones de euros los fallos en los descuadres y los fallos en las excusas son éstos, ¿tenemos derecho a decir que da cierta inseguridad si llegan al Gobierno y manejan ellos solos los Presupuestos Generales del Estado? Igual es demasiado malpensado. Al fin y al cabo solo le han descuadrado varias veces en cientos de miles de euros.

Pero este ciudadano repreguntó sobre la auditoría externa, que Rivera había intentando esquivar. Así que no tuvo más remedio que contestar y dijo que estaba a favor de que se hiciera, pero con tranquilidad, es decir, en el futuro, y todos los partidos, no solo ellos. El ciudadano preguntó por qué no ahora, como Podemos (Podemos no ha esperado a que lo hagan los demás, ni tampoco a un futuro indefinido: al César lo que es del César). Rivera le contestó a la defensiva, diciéndole que no debíamos “juzgar a partidos que tenían las cuentas limpias”. Y no se puso ni colorado ni nada. Con los descuadres de las cuentas de su partido, que todavía nos tiene mareados, y pidiéndonos que no juzgáramos... Tiene madera de político, eso no se le puede negar.

Sobre la memoria histórica, un chico, nieto de un republicano asesinado y tirado en una fosa, le preguntó qué medidas tomaría Ciudadanos para facilitarle su búsqueda con el objetivo de poder darle una sepultura digna a su abuelo. Rivera contestó que él está muy a favor del derecho a recuperarlo y enterrarlo donde él quisiera. Vamos, que él oponerse, no se va a oponer, pero que por favor dejáramos ya el rollo de “rojos y azules”, porque eso ya pasó. Sí, le dijo al familiar de un asesinado que estábamos “en el siglo XXI” ya como para andar con los colores o ir quitando medallas a Franco. Me pregunto si su respuesta hubiera sido la misma si el allí presente fuera el familiar de una víctima de ETA. Bueno, no, en realidad no me lo pregunto, es un recurso estilístico.

Otro señor preguntó sobre el aborto. Rivera volvió a mencionar lo de “fracaso social”, frase que han utilizado antes en Ciudadanos al referirse a este derecho, el cual ellos se niegan a reconocer como tal, alegando no es un derecho de la mujer sino solo eso, un fracaso. Insistió en criminalizar el aborto incluso el día en el que las mujeres salieron a la calle para reivindicar su derecho a ser dueñas de sí mismas. Rivera afirmó creer en una regulación a plazos, sin dar más detalle que ese. Con la palabra “regular”, Ciudadanos ya tiene hecho la mitad de su programa.

Lo mismo dijo sobre la muerte digna: “hay que regularla”. ¿Cómo? ¿De qué forma? ¿Quién asesoraría? ¿Hacia qué lado se regularía? (La palabra “regulación” fue 'trending topic' en la cabeza de todos los que oímos el sábado a Rivera). El señor le preguntó específicamente si la persona afectada iba a poder decidir por sí misma (y sin permiso de un juez) morir o no morir, y Albert contestó afirmativamente mientras lo negaba con la explicación: “Sí, habrá que regularlo, claro, tiene que haber garantías, tiene que haber un comité que estudie la situación, no solo un médico, la muerte es parte de la vida (...)” (¿?). Un batiburrillo de conceptos durante cinco minutos para no contestar directamente si el afectado podrá decidir cuándo morir. Quedé aturdida.

Ante la pregunta de si podremos refugiar a los que huyen del hambre, Rivera contestó que si tienen trabajo aquí, claro que pueden venir. Me pareció una irresponsabilidad, porque a ver cómo contenemos ahora la avalancha de personas con hambre que tienen aquí un contrato de trabajo esperándolos; estamos hablando de una cifra que puede elevarse al vertiginoso número de cero personas.

La última pregunta la hizo una mujer: “¿Por qué Ciudadanos no votó a favor de la moción de Compromís contra la violencia de género?”. Rivera volvió a repetir aquello de “me alegro de que me haga esa pregunta”. La respuesta: “Fue porque en el texto no se incorporaba el 25N (día internacional contra la violencia de género)”. Realmente en aquella moción, C's alegó que se abstenían también porque el texto contenía expresiones que culpaban al hombre, como “violencia patriarcal”. Pero de esto, por supuesto, Rivera tampoco habló. Da igual, ya la excusa del 25N era lo suficientemente ridícula como para alargar la agonía. Y además era la última pregunta, de perdidos al río.

Me llamó la atención que usara la primera persona del plural para hablar del apoyo de Ciudadanos al 7N: “Hemos estado hoy allí apoyando la marcha”, realmente él había estado en Cádiz en un acto de autobombo.

Como 'bonus track', antes de despedirse, defendió que ningún hombre tenía derecho a tratar a las mujeres como objetos, solo dos semanas después de haberle dicho a Iglesias “te rodeas de tías, jeje”, cuando este dijo que el equipo que lo acompañaba estaba formado por tres mujeres.

Nadie le preguntó por su cambio de parecer sobre homosexuales, de los que opinaba hace tan sólo unos años que no debían llamar matrimonio a su unión ya que “llamar matrimonio a una unión homosexual genera tensiones innecesarias y perfectamente evitables en la sociedad”. Una pena que nadie sacara el tema, estoy segura de que Rivera le hubiera gustado que le hicieran esa pregunta, y que está convencido de que es algo que hay que regular.

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