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2018, el año de los jóvenes que deciden elecciones

Imma Aguilar Nàcher

“Al mes siguiente llegará Navidad, pero habremos olvidado a los que fuera mueren de hambre. Mientras tanto un político habrá cenado con la tarjeta Black que tus impuestos le han pagado. Y aun así siguen saliendo favoritos en encuestas, a pesar de ser todos unos mentirosos de mierda. Luego dicen: ¡Tu opinión es necesaria! Van a no sé cuántos sitios fomentando la cultura, pero luego ten cojones a llevarles la contraria, que la puta Ley Mordaza rapidito te censura. Tienen fotos de perfil mostrando apoyo para Gaza, fotos insultando al Rey Juan Carlos por su caza. Tienen fotos de perfil contra el maltrato y amenazas, ¿y van cada domingo a ver morir toros en plazas? Que esa es otra muy graciosa, espérate. Va el Gobierno con la tauromaquia, y pone una FP. ¿Para qué? ¿Para que el cabrón viva de lo que es y que cobre más que toda mi familia a fin de mes?”

Esta es parte de la letra de un tema del rapero Dante titulado “Cinismo”. Mi hija (15 años) me lo mostró hace unos días, contrariada –literalmente- por “la falsedad de los políticos”. Dante habla de esto que le indigna y habla de amor y de desigualdades. Es un trovador de la protesta. ¿Qué piensan de la política los jóvenes? O mejor: ¿Qué piensan los jóvenes? Lo cierto es que no lo saben ni ellos. Y eso es bueno. La duda es creadora y creativa. Ellos y ellas tienen claro lo que no quieren pero no saben lo que quieren.

Si partimos de la idea, desde mi punto de vista inamovible, de que la gente vota por lo que ellos son y no por lo que es el candidato, en el caso de los jóvenes se nos genera una incógnita fundamental: ¿que son los jóvenes? En estas preguntas ya hay, de entrada, una trampa, y es que los jóvenes no son iguales, por lo que debemos determinar que no hay un voto joven, como no hay un solo voto femenino o un solo voto latino. Le pregunto a Dante por DM de twitter si vota y si cree que la política española representa en algo a los jóvenes. Me responde: “Con 25 años he cambiado de voto dos veces debido a tantas mentiras que nos venden. Cada vez cuentan menos con nuestra opinión, sólo quieren que trabajemos y las oportunidades son mínimas”. Yo le que contesto que “hay esperanza” y él me pone un sticker de angelito sonriente.

Este es el primer año en el que los primeros integrantes españoles de la generación Z podrían votar en unas elecciones políticas, en caso de celebrarse. Nacieron en el año 2000 y son los primeros nativos digitales que han abordado su futuro en medio de una grave crisis económica, en un país que en plena revisión de su modelo territorial y con una política incapaz de resolver sus propios conflictos. Entra una nueva generación, muy distinta a los millennial, forjada frente a una pantalla, dispersos y capaces de hacer sus tareas mientras contemplan vídeos de youtube, interactivos, tendentes a crear sus propios contenidos y a compartirlos, fascinados por lo analógico y lo táctil, pero no por la tecnología móvil, digital y en red, que es su medio natural.

En 2018 hay elecciones en muchos países de América Latina y todos los expertos en comunicación política coinciden en que el voto de los jóvenes y de los nuevos votantes es tan desconocido como decisivo será en esos comicios. Así fue ya en los últimos procesos de 2017, los cuáles nos dejaron perplejos por los resultados imprevistos. Y no sólo es importante qué incidencia puede tener su voto en función de sus preferencias políticas, sino también si es que votan, si se sienten apelados por la política.

En los mencionados procesos electorales de 2017 (Brexit, Colombia, Trump…) que podemos considerar clave en un cambio de paradigma electoral a favor de candidatos auténticos, sin partido, anti-establishment; el factor determinante fue el voto de las grandes bolsas de olvidados que hay en muchos países. Los olvidados son votantes, generalmente inactivos, que se activan si alguna propuesta los levanta y moviliza. Compruebo con la repuesta del rapero Dante que no se siente escuchado, que no cuentan con su opinión, que es un olvidado. Los jóvenes forman parte de esa bolsa de electores desactivados pero que despertarían si encontrasen esa opción que hoy no parece haber. Los jóvenes son “carne de movilización”, son decisivos, son el futuro de la política. Qué menos que escucharles.

La próxima semana, segunda parte de los protagonistas políticos del año: 2018, el año de las mujeres

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