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Estas también somos nosotras

Barbijaputa

Anoche, a raíz de esta noticia sobre un exhibicionista que pululaba por el transporte público mostrando el pene a menores en Talavera de la Reina, una chica me dejó este comentario en twitter, con posterior sorpresa de un chico que la leyó.

Nosotras sabemos que los hombres no suelen estar al tanto de esta práctica y, sobre todo, no saben con qué frecuencia pasa. No sólo porque a ellos jamás les pasa algo así por parte de una mujer, sino porque –absolutamente todos– los hombres que exhiben sus genitales a niñas y mujeres no se atreven a exhibirse si sus potenciales víctimas están acompañadas por uno o varios hombres.

Así que animé a las seguidoras que pudieran estar leyéndonos en ese momento que compartieran este tipo de experiencias con el chico que, atónito, había preguntado.

La respuesta masiva sobrepasó a muchos, pero no sorprendió a ninguna.

Fueron cientos de respuestas. Otro chico dijo que jamás había oído hablar de esto. Y sí, es perfectamente creíble, porque lo peor de todo es que el mismo sistema patriarcal que hace que sean ellos los que recurren a estas prácticas consigue que seamos nosotras las que sintamos miedo y vergüenza.

Es curioso que, teniendo en cuenta que nos pasa tanto de niñas como de mujeres, temas como la violación y el acoso sigan siendo percibidos por muchos hombres como algo relacionado con cómo es el físico de la mujer: tiene que ser casi una modelo para que ellos crean que algo así te puede pasar. Quieren decir con eso que casi es un premio si te pasa, de ahí vienen luego expresiones como: “¿A ti quién te va a violar/acosar?”, que todos hemos visto y oído muchas veces cuando una mujer ha denunciado una situación así, por ejemplo, en los medios.

Si a día de hoy hay quien no se ha dado cuenta de que la violencia que reciben las mujeres es por su género y no por su físico, es simplemente porque ellos no las sufren. Además de porque su misoginia no les permite empatizar con nosotras.

Por supuesto, anoche tampoco faltaron los típicos hombres que contestaban a las chicas arriba mencionadas para reírse de sus experiencias o insultarlas. También a mí, por supuesto, y con más vehemencia si cabe, ya que yo fui la que empezó. Mi cuenta de Twitter y mi correo, esta mañana, se han despertado con varias amenazas de muerte y promesas de que conocen mi domicilio. (Las tienen aquí, si quieren ver algunas, no quería estropear este espacio de experiencias de mujeres dándoles el protagonismo a ellos).

Pero de verdad, las activistas feministas tenemos ya mucho callo y estas cosas están muy lejos de amedrentarnos. Foto-penes, amenazas de violación, de muerte, insultos, etc., están todos vistos. Van a tener que cambiar de estrategia, porque estamos ya en modo imparable.

Ya no tenemos vergüenza, ni miedo, ni culpa, y eso significa que no les queda ya con qué controlarnos. Es hora, quizá, de que entiendan que el control sobre nosotras mismas está cambiando a otras manos: las nuestras.

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