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Un clamor por la independencia en Barcelona

Jordi Mumbrú

Barcelona —

Nunca antes se había manifestado tanta gente por las calles de Barcelona y, lo que es más remarcable, jamás tanta gente había coincidido en un grito tan claro y contundente: independencia. La manifestación de la Diada no tiene precedentes. En Cataluña todo el mundo estaba convencido de que sería un éxito, de que sería histórica y no hubo sorpresas. Se batieron todos los récords. “He estado en todas las manifestaciones que reclamaban más derechos para Catalunya desde la dictadura y esta es sin duda la más multitudinaria”, aseguraba Joan De Quadras, un médico de 70 años que había conseguido encontrar una silla libre en el abarrotado Passeig de Gràcia. “Con esta manifestación, la gente ha sobrepasado al propio Artur Mas”, añadió De Quadras, que se mostró convencido de que la independencia llegará.

La Guardia Urbana contó hasta un millón y medio de personas (la Delegación del Gobierno, 600.000). La riada de manifestantes llenó el Passeig de Gràcia, pero ante la imposibilidad de avanzar, muchos optaron por descender por otras calles, donde se veía la caravana de autocares estacionados en los carriles del autobús. En total entraron a la ciudad más de 1.100 autocares. Algunos de ellos estaban estacionados a kilómetros del punto donde empezaba la marcha.

La protesta terminó dentro del Parc de la Ciutadella, donde se encuentra el Parlament. Tras reclamar el derecho a la autodeterminación en varios idiomas, una delegación de los convocantes se separó de la multitud para entrar en el Parlament y, de manera oficial, plantear sus reclamaciones a la presidenta, Núria de Gispert. “Hemos llegado hasta las puertas del Parlament para pediros que iniciéis el camino hacia la independencia”, dijo Carme Forcadell, presidenta de la recién creada Asamblea Nacional de Catalunya. Forcadell reclamó un encuentro con Artur Mas en los próximos dos días porque “el pueblo no puede esperar ni un día más”.

De Gispert felicitó “de todo corazón” a los organizadores por su capacidad de movilización y todo ello sin incidentes graves. De Gispert aseguró que ya había hablado con Mas y que la reunión se celebrará en las próximas 48 horas.

La presidenta del Parlament dio así una respuesta a la pregunta evidente que mucha gente se hace después de la masiva protesta. ¿Y mañana qué? Para empezar, Artur Mas se reunirá con la delegación y tomará nota. Difícilmente se llegará a ningún compromiso, como tampoco se prevé ningún acuerdo concreto el 20 de septiembre en la reunión entre Mas y Mariano Rajoy. Desde el Govern se había insistido en que si la protesta era masiva, Mas tendría más fuerza para reclamar a Rajoy el pacto fiscal (que copia el concierto económico del País Vasco) pero tras el éxito de la marcha por la independencia, el tan ansiado pacto fiscal para muchos catalanes puede empezar a saber a poco.

Los partidos políticos, sean independentistas o no, son ahora conscientes de que ahora llega su hora. Todos los discursos pronunciados antes de la Diada parecen ahora desfasados. En una parte del tablero están el PP y Ciutadans que no quisieron participar ni tan siquiera en los actos oficiales de la fiesta nacional catalana. En el otro lado están los partidos independentistas, como ERC, Democràcia Catalana y Solidaritat Catalana, que ya avanzó que en el próximo pleno del Parlament presentará una declaración de independencia.

En medio se encuentra ICV, que se ha subido al carro de la autodeterminación sin complejos, y también CiU y el PSC, que son las piezas claves de la partida.

CiU hace guiños constantes al independentismo, con llamadas “a la libertad” y al “proceso de transición nacional catalana”, pero todavía no se atreve a hablar claramente de independentismo. De hecho Artur Mas aseguró que “su corazón” estaría en la protesta, pero él no asistió.

El PSC tiene un quebradero de cabeza todavía mayor. Muchos de sus votantes, incluso militantes y diputados, participaron en la marcha pero su primer secretario, Pere Navarro, dejó claro que su catalanismo es “integrador”, que están por el federalismo y que no podían sumarse a una movilización que llevara por lema “Catalunya, nou estat d’Europa”.

Los dos extremos del tablero seguirán sus caminos pero los partidos que se encuentran en medio tendrán que mover ficha y cada vez será más difícil moverse entre dos aguas. Todo está por ver, pero tras la demostración de la Diada quedó claro que el ritmo lo irá marcando la sociedad civil.

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