Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
La izquierda presiona para que Pedro Sánchez no dimita
Illa ganaría con holgura y el independentismo perdería la mayoría absoluta
Opinión - Sánchez no puede más, nosotros tampoco. Por Pedro Almodóvar

La disolución

Miguel Roig

En una secuencia de la película El hombre de las mil caras de Alberto Rodríguez sobre el espía Francisco Paesa, un intermediario del Gobierno español interpela al protagonista. Este quiere saber si el funcionario es enviado por el entonces ministro de Justicia e Interior Juan Antonio Belloch, y Osorno, el emisario, responde: «hay mucha gente buscando a [Luis] Roldán en el Gobierno». Paesa, entonces, pregunta, «¿Y tú de que lado estás?». «Del lado bueno», responde Osorno.

La película es un thriller y está bien que lo sea ya que aún en los años noventa buena parte de la política se podía observar desde ese género. El diálogo, por su lado, plantea una mirada ética que no pierde valor temporal: donde se para cada actor político en la escena.

La crisis cainita desatada en el PSOE esta semana comenzó con una entrevista en la Cadena SER en la que Felipe González desde Chile dio, de alguna manera, luz verde para que comenzara la operación de acoso y derribo de Pedro Sánchez. Aunque Susana Díaz ocupa –y no sin mérito– la cabeza del sector disidente, el rol cardenalicio de González es innegable aunque con el paso de las horas se diluya. En la película tampoco se lo nombra y sin embargo está siempre allí.

¿Cómo distinguir a los buenos de los malos en esta crisis? Tal vez sea prudente mirar desde otro lugar, el sitio desde el cual se nos narra el relato. Si bien hay una tensión que no es ajena al suspense no estamos ante nada vinculado al género. El golpe contra Pedro Sánchez no se nos presenta como un thriller, se nos plantea desde un reality show.

El reality, la telerrealidad, no es la narración de la realidad, es hiperrealidad. El juego es que parezca real pero no lo es. Cuando Iñaki Urdangarin huye a la carrera al ver las cámaras, no está escapando del enjuiciamiento público; está ofreciendo un efecto colateral del entramado judicial que protagoniza: entretenimiento.

La telerrealidad no tiene guión, lo construye sobre la marcha y su interés no reside en obtener un gran final: su fin es que el espectáculo no decaiga.

En un thriller el lado de los buenos suele estar en el del espectador o el lector. Su mirada moral es la que da sentido a la lectura. En un reality show también se supone que el lado de los buenos esta en la audiencia pero no para que analice sino para que asista con excitación permanente ya que si la tensión baja apaga la pantalla.

Pablo Iglesias, por ejemplo, no observa en la crisis del PSOE ningún lado bueno. Al bando disidente lo señala como el sector del «reacomodo», es decir que, ante el nuevo escenario político, las fuerzas del régimen se reagrupan en torno al Partido Popular y buscan desde allí la permanencia. La opción que defiende Pedro Sánchez, según Iglesias, es la de la «restauración», un regreso al bipartidismo en el que el PSOE seguiría operando con un apéndice funcional, Unidos Podemos, al igual que en el pasado lo hacía con Izquierda Unida. Si alguien se ha movido hacia delante, entonces, es Felipe González, capaz de evolucionar desde las pautas iniciales de la Transición a esta etapa de cambio para impulsar una convergencia de populares y socialistas con sus entramados mediáticos.

La pulsión de Felipe González es absolutamente líquida: confluencia en una nueva hegemonía neoliberal sin asumir los daños de una posible disolución del socialismo. Da por buenas las tesis que entierran a la socialdemocracia y en lugar de obstinarse en el relato tradicional que persigue Sánchez, avanza, sin guión en un argumento hiperreal en el que se pretende enseñar las lágrimas desnudas de la política que ocultan, en realidad, la emoción de la economía.

¿Pasamos del thriller a la telerralidad? Sí. Felipe González es la vanguardia, el hombre de las mil caras. Tanto, que en su reality político, no falta el famoso por relación en quien fijar la mirada: Susana Díaz.

Etiquetas
stats