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1 de enero, 0 mujeres asesinadas

Barbijaputa

El 2016 acabó como empezó: con hombres matando a sus mujeres. Cada año, miles de hombres maltratan y vejan a sus mujeres; cada año, muchos de ellos acaban matándolas. Sin embargo, el contador de feminicidios se pone a cero cada 1 de enero. Poner a cero un contador de asesinadas sólo porque empieza un nuevo año no deja de ser un acto macabro. Como las fábricas que cuentan los días sin accidentes y ponen el contador a cero al día siguiente de que se produzca uno. La diferencia es que en esas fábricas se cuentan los días que nadie sufre una baja y nosotras contamos mujeres asesinadas.

Además, no estamos contando todas las víctimas de violencia de género que existen, estamos simplemente sumando lo que oficialmente se conoce como “violencia de género”, que incluye sólo a mujeres que tenían una relación sentimental con su asesino. Ni para el cómputo de víctimas mortales ni para que las Ley Integral de Violencia de Género te ampare, cuenta la violencia sexual, la violencia institucional, la violencia económica, etc. No cuentan las mujeres a las que maltratan o matan familiares o conocidos, y no entra el resto de mujeres que mueren porque un hombre así lo decide si ese hombre no es su pareja. Y con pareja tampoco nos referimos a un rollo esporádico. No computan todas las víctimas de violencia machista porque el Estado firmó en 2014 el Convenio de Estambul sobre las violencias contra las mujeres pero ha interpretado sus reclamaciones como le ha convenido. En la plataforma feminicidio.net recogen hasta 50 casos entre 2010-2016 de feminicidios que fueron no contabilizados porque no eran relaciones sentimentales convencionales.

El Gobierno, además, no sólo ha recortado el presupuesto contra la violencia de género en un 24% y el de Igualdad en un 42% -desde 2010 hasta hoy-, sino que los senadores del Partido Popular tumbaron el mes pasado una moción de Unidos Podemos para recuperar el presupuesto de 2010.

Mientras hasta la ONU reprocha a España el grave y desproporcionado impacto de los recortes en las mujeres, nuestros dirigentes (de los que nos quedan como mínimo otros cuatro años más) han dedicado en 2016 más presupuesto a asociaciones antiaborto que a mediación familiar para niños de padres y madres separados. También recibe más dinero la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y Padres de Alumnos que éstas asociaciones de mediación, que son las que proporcionan puntos de encuentro.

Mientras el Gobierno abandona a las mujeres que necesitan protección -y a las que la necesitarán, recortando presupuesto también en prevención-, guardan minutos de silencio en el Congreso, dedican palabras de desconsuelo por la “gran lacra”, mandan afecto a los huérfanos y huérfanas que dejan los feminicidas y se comprometen a pelear duro. De cara a la galería, su preocupación es muy honda, sus hashtags en Twiter muy inspiradores y sus minutos de silencio los 25N muy sentidos. Pero lo que de verdad pasa cuando se meten en sus despachos y cierran la puerta es un recorte demencial de unos presupuestos que están destinados a salvar vidas, a prevenir la violencia y los feminicidios, a dar trabajo a profesionales en asociaciones que son vitales para miles de víctimas.

Lo que hacen nuestros dirigentes mientras dicen que “Mariano Rajoy es el mayor aliado de las mujeres en la lucha contra la violencia ejercida contra ellas” es no contabilizar a todas las víctimas reales de violencia machista, así son “sólo” decenas cada año y no cientos.

Lo que hacen cuando acaban ese minuto de silencio para la foto es poner el contador a cero cada 1 de enero para que no se note que no son decenas -ni siquiera cientos- de víctimas sino miles de mujeres las asesinadas.

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