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El Gobierno que no tenía que dar explicaciones

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, tras su comparecencia en el Congreso

Antón Losada

El pleno sobre corrupción donde Mariano Rajoy, envuelto en la bandera de la unidad de España y agitando el miedo al terrorismo, se dio el gustazo de no contestar ni una sola de las preguntas que le formularon sobre las cuentas de su partido mientras exigía respuestas a la testigo Margarita Robles o al comensal Pablo Iglesias constituyó la primera señal de alerta. La rueda de prensa donde el portavoz del Gobierno se negó a dar explicaciones sobre las alertas recibidas por la Policía, el CNI y la Guardia Civil pero se las exigió a la Generalitat por la alerta recibidas por los Mossos lo confirmó.

Rajoy y su Gobierno creen que viven en un país donde todo el mundo tiene que explicarse menos ellos, que son gente seria y responsable, que se ocupa de las cosas realmente importantes, que no tiene tiempo que perder en nuestras chorradas porque lo necesitan todo para salvar a España y a los españoles del terrorismo, el independentismo, el populismo y, en general, todas las cosas terribles que acaban en ismo; así que no los cabreemos con preguntas tontas y peticiones de explicaciones porque acabaremos teniendo que confesarlo todo y declarándonos culpables de todos los cargos.

“Los atentados fueron guiados desde fuera”, acaba de declarar nada menos que al ABC el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, pero al parecer que se hayan producido es culpa de los Mossos. En materia de culpabilidad parece que el gobierno de España sí le ha reconocido ya la independencia a Catalunya.

Ni el Gobierno, ni las fuerzas y cuerpos de seguridad e inteligencia que dirige tienen que explicarse por un atentado que, según ellos mismos reconocen, se dirigió desde fuera. Aquí solo tienen que rendir cuentas los catalanes. El vomitivo recurso de esconderse tras las consabidas “fuentes de la lucha antiterrorista” para soltar medias verdades que sirvan para pedir cuentas los Mossos y la Generalitat, que ni tienen a su cargo el control de fronteras ni tienen acceso directo a la inteligencia antiterrorista, resulta burdo, además de frívolo.

Para todo lo demás que quieran preguntar, sea inmigración, sea precariedad, sea desigualdad, sea Lexnet, sea lo que sea… ya saben la respuesta, primero Catalunya, luego Venezuela, de postre Irán y, cuando haya terminado de tragarse el menú, ya puede tener preparada una buena selección de razones y coartadas para la ristra de acusaciones que le van a caer encima por equidistante, por secesionista, por independentista, por populista, por bolivariano, por amigo de los islamistas o por acojonado ante los islamistas; lo que toque.

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