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Nunca fuimos todos

La infanta Pilar, hermana del rey Juan Carlos, una de las personas que aparece en los papeles de Panamá / EFE

Cristina Pardo

Los papeles de Panamá han confirmado lo que todos sabíamos: Hacienda nunca fuimos todos. Por un lado, parece legítimo intentar exprimir las ventajas fiscales, en tanto en cuanto las permite la ley. Incluso podría llegar a entender que algunas de las personas que figuran en esa lista interminable tengan su dinero repartido por el mundo, de la misma forma que su trabajo se desarrolla en múltiples países. Pero me resulta del todo inexplicable y absolutamente lamentable que haya políticos que busquen atajos para pagar menos, teniendo en cuenta que son ellos los que fijan qué impuestos debemos soportar los demás. Solo por esa indignante falta de ejemplaridad creo que es exigible, como mínimo, la dimisión.

Por lo que se refiere a España, y con la información de la que disponemos a día de hoy, hay casos especialmente sangrantes. Me refiero, por ejemplo, a Josep Lluis Núñez. No tanto por quién es, sino por la altanería y la sensación de impunidad con la que parece actuar este hombre. Solo una persona convencida de estar por encima del bien y de mal, se lanza a abrir sociedades en las Islas Vírgenes mientras se le investiga en España por un delito fiscal que además finalmente le llevó a la cárcel.

También me parece verdaderamente escandaloso, mucho más si cabe, todo lo que rodea a la sociedad opaca de Pilar de Borbón. Es muy chocante que la apertura y cancelación de su compañía coincida al milímetro con el reinado de su hermano Juan Carlos I. En todo caso, ella es una persona que de rondón también representa a España y, por lo tanto, no debería hacer ingeniería fiscal fuera del país. No hay excusa. De hecho, se ha pasado la vida cultivando la imagen de patrocinadora de buenas causas pidiendo dinero en mercadillos benéficos. Así aportaba también su granito de arena a la foto perfectamente artificial de la familia real. Pilar de Borbón ha emitido un estrafalario comunicado para justificar su sociedad panameña. Asegura que su marido llevó a cabo actividades profesionales fuera de España por culpa de la amenaza de ETA, que está al día con el fisco y que nunca hubo afán de ocultación. Es sencillamente increíble. Tan estrafalario es el comunicado como sus escuetas declaraciones públicas, arrancadas en plena calle y carentes de toda humildad: “El escándalo lo han montado ustedes”, en alusión a los medios de comunicación. Probablemente, Pilar de Borbón vivía más tranquila en aquellos años en los que el mensajero tapaba de alguna forma las polémicas que afectaban a la familia. De hecho, recuerdo que la prensa le preguntó un día por Iñaki Urdangarin y ella apeló a la presunción de inocencia y terminó diciéndoles a los periodistas “¡a callar!”. Pilar de Borbón no puede dimitir de nada, porque ya no figura ni siquiera en la cada vez más raquítica composición de la familia real. Es tía del rey Felipe, pero no. Y a callar.   

Mientras tanto, se ha abierto el plazo para hacer la declaración de la renta y supongo que nos pilla a todos con unas ganas locas. Hace unos días, Jordi Évole le preguntó a Rajoy con qué autoridad puede pedir el PP el pago de impuestos si, según Hacienda, abonaron en negro las obras de su sede. El Presidente contestó: “Con la autoridad de que la ley dice que hay que pagar”. Sencillo, ¿verdad? Es mucho más lógica esa afirmación que la irritante cantinela de que la ley es igual para todos.  

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