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Que hagan lo que quieran, pero que no lo llamen “violencia de género”

Rivera, rodeado de dirigentes de su partido, en el acto del sábado.

Barbijaputa

Albert Rivera, después de su famosa entrevista con Wyoming y su paso por La Sexta Noche, volvió el domingo de nuevo a La Sexta (esa cadena a la que siempre se le acusa de sacar “demasiado” a Pablo Iglesias) para ser entrevistado en El Objetivo de Ana Pastor.

No fue su mejor noche, huelga decir. Estuvo nervioso, evitó el contacto visual, estuvo agresivo en sus respuestas e incluso llegó a molestarse con su entrevistadora. Si bien se le suele reprochar a la periodista que no deje acabar las frases a sus entrevistados cuando se van por las ramas, en esta ocasión fue a ella a quien Rivera no dio tiempo a terminar las preguntas. Esta entrevista recordó bastante al debate que el candidato de Ciudadanos mantuvo con Iglesias en Salvados, donde cortó continuamente el discurso de su interlocutor (cosa que su interlocutor permitió, también hay que decirlo).

Andrés Gil ya ha hecho un análisis bastante certero del paso de Rivera por El Objetivo, que pueden leer aquí, titulado “Los 10 peores momentos de Albert Rivera en la entrevista con Ana Pastor”. Uno de esos momentos fue cuando se le preguntó sobre la violencia de género.

Lo que Ciudadanos tenía en su programa para acabar con la violencia de género (violencia ejercida por el hombre hacia la mujer dentro de la pareja), de la cual la OMS ya ha alertado que ha adquirido “proporciones epidémicas”, es lo que van a leer a continuación:

La preocupación principal de Ciudadanos sobre la violencia de género y los feminicidios, para empezar, es el nombre de la ley que se ocupa de la cuestión. Por eso, en vez de Ley Integral de Violencia de Género (o machista) propone cambiarlo por el de Violencia Doméstica, aunando dos violencias completamente distintas en una y dándole, casualmente, el nombre de la que menos víctimas genera, y quitándole así el matiz de “género” como el que no quiere la cosa. Esto es el nuevo “que hagan lo que quieran, pero que no lo llamen matrimonio” pero en naranja: “Que hagan lo que quieran, pero que no lo llamen de género”. ¿Qué le pasa a la derecha española con la nomenclatura de las cosas?

Tal es su empeño en lo del nombre que ya lo dan por hecho y titulan así (“Violencia Doméstica”) el apartado que supuestamente intenta acabar con la, llamada por ahora, Violencia de Género.

Lo cierto es que las víctimas de la violencia doméstica (aquella que ejerce cualquier persona independientemente de su sexo hacia otra en el ámbito familiar) es la cuarta parte de las víctimas de violencia de género. Los datos del año pasado, por ejemplo, reflejan que el número de afectadas por violencia de género (y sólo contando los casos con orden de alejamiento o medidas cautelares) ascendía a 27.087 mujeres, mientras que las personas afectadas por la violencia doméstica no llegaban a 7.100. Hay que tener en cuenta que, en el caso de esas 27.087 personas todas eran mujeres y que de las algo más de 7.000 de la doméstica, casi 5.000 fueron también mujeres. Y es importante resaltar que resultaron denunciadas 5.632 personas, de las que 4.289 eran hombres.

Es decir, una de las pocas propuestas de Ciudadanos para combatir la violencia machista es cambiarle el nombre a la ley que hoy protege las mujeres e incluir a los hombres. Se negaría así que se trata de un problema de género, que casi la totalidad de víctimas, se mire como se mire, son mujeres y que la gran mayoría de maltratadores y verdugos, son hombres. ¿Por qué? ¿Para qué? Cosas del patriarcado, ese que Ciudadanos ni nombra porque... lo que no se nombra: no existe.

Parece que Ciudadanos no ve (o no quiere ver) que si de 37.774 denunciados por maltrato, 36.431 eran hombres, igual la propuesta de homogeneizar los casos y dejar de centrarse en la víctima real, la mujer, no sólo no va a solucionar el problema, sino que va a invisibilizarlo aún más.

Obviamente las cifras oficiales dejan constancia año tras año de que tenemos un problema grave con el machismo, problema sobre el que las instituciones tienen que formar, sensibilizar y poner de relieve, y no ignorar ni renombrar ni crear aun más confusión en torno a él, como propone Rivera. Que la propuesta de Ciudadanos se centre en incluir a los hombres y cambiarle el nombre a una ley es una declaración de intenciones. De intenciones machistas y misóginas, por supuesto.

Pero sin duda, la propuesta para acabar con la “Violencia Llámala X” que más llama la atención es la de las denuncias falsas: “revisar los mecanismos para evitar los abusos que se están cometiendo que buscan conseguir ventajas en los procesos de divorcio”. En algún lugar de su razonamiento esto va a acabar con el maltrato. ¿Cómo? Se preguntarán ustedes. Y yo, yo también me lo pregunto.

Poner el foco de atención en estas denuncias que, según cifras oficiales, no superan el 0,01% del total es, como mínimo, sospechoso. En ese sentido, Ana Pastor le preguntó a Rivera si verdaderamente lo consideraba un problema, tanto como para ser una de las pocas propuestas que Ciudadanos tiene para atajar la Violencia Cual Sea. Rivera contestó: “Yo no voy a discutir con usted si se trata de un 0,2 o un 3% o un 5%”. Curiosa respuesta a una pregunta que nada tenía que ver con el número en cuestión, ya que es una cifra indiscutible que no admite debate. Si la periodista está dando un porcentaje (conocido por todos, por otra parte) y Rivera contesta con ese condicional de “no voy a discutir si es el 0,2, el 3% o el 5%”, ¿está queriendo decir que es discutible esta cifra aunque él no vaya a entrar a discutirlo? ¿Está albergando dudas o creándolas al espectador? Es necesario, creo, hacerse estas preguntas, básicamente porque su programa se centra justo ahí.

Pastor le dijo entonces que con ella no tenía que discutir, en todo caso con el Poder Judicial, pero que llamaba la atención que sus medidas propusieran sólo, por un lado, incluir a los hombres en la Ley de Violencia de Género (obviando el hecho de que los hombres agredidos ya tiene su propia cobertura en el Código Penal) y por otro acabar con las denuncias falsas.

Rivera, visiblemente molesto, contestó que no iba a negar que había denuncias falsas (y dale Perico al torno) y casi a regañadientes terminó con un “nos centraremos en la violencia contra las mujeres”. Pero, Albert, centrar los esfuerzos en las mujeres no es contestar a la pregunta de si Ciudadanos sigue pretendiendo incluir a los hombres en esta ley.

Además contestó ambiguamente sobre si van a retractarse en el punto del programa que pretende “revisar los mecanismos para evitar los abusos que se están cometiendo que buscan conseguir ventajas en los procesos de divorcio”. Pastor sólo consiguió que aceptara el hecho de que sí, que vale, que son pocas. Y tanto que son pocas. Si las denuncias falsas son un 0,01%, no sé cuántas de ellas tienen la motivación que ellos mencionan (ni ellos tampoco lo saben, claro), pero es fácil suponer que es una cifra bastante ridícula, por lo que no se explica (a menos que tiremos del comodín del machismo) que amplifiquen así a lo anecdótico mientras ignoran la abultada cifra de mujeres maltratadas y asesinadas.

Lo que no se le preguntó a Rivera es si incluirá en la Ley de Violencia de Género cualquier forma de violencia machista, tal y como pedía el 7N (y el convenio de Estambul), movimiento que él aseguró apoyar, pero quizás no se le hizo porque la respuesta era demasiado obvia.

Lo que queda claro es que, entre las preocupaciones de Ciudadanos, las mujeres no están.

Alardeó en la misma entrevista de tener “50 economistas” trabajando en el programa, pero claramente no tiene a tantas personas expertas en Igualdad, si es que tiene alguna.

Los que seguimos los pasos de Rivera no estamos sorprendidos tampoco, máxime después de ver este fin de semana su ponencia en un acto por la igualdad que su partido llamó “Las mujeres piden paso” y cuyo ponente estrella fue… él.

Es decir, las mujeres, para alcanzar la igualdad, tenemos que “pedir paso”. ¿A quién? Pues él (que por abarcar, ya basa en él mismo un acto de mujeres) lo dejó muy claro: “Somos los hombres los que tenemos que abanderar y liderar estos cambios”. Ah.

Nos queda muy claro a todas, Albert.

No sé ustedes, pero yo estoy deseando que Rivera llegue a la presidencia, lidere el feminismo, abandere nuestra lucha y, entonces, nos dé permiso para avanzar en esta carrera de obstáculos. Deseando.

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