Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
El ataque limitado de Israel a Irán rebaja el temor a una guerra total en Oriente Medio
El voto en Euskadi, municipio a municipio, desde 1980
Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Si prendes una cerilla en papeles impregnados de gasolina...

Rosa María Artal

Es asombroso. Tiras un vaso de cristal al suelo y, normalmente, se rompe. Prendes una cerilla en unos papeles untados de gasolina y se encienden. Si no les echas agua, se queman. Dejas de suministrar comida a un pájaro enjaulado y se muere. Le suprimes las medicinas a un enfermo y también, o al menos se siente mal. Dejas un helado al sol y se derrite. Colocas a 23º bajo cero una merluza y se congela. Abres un grifo en el primer mundo y sin haber privatizado el servicio, y ¡sale agua! Enseñas a pensar por sí mismas a las personas y son capaces de deducir sobre datos previos. Incluso de relacionar hechos con consecuencias.

España es famosa por haber disuadido el pensamiento racional y el pensamiento crítico en sus múltiples planes de educación, buena parte de ellos ideológicos. Algunos fueron más positivos de lo que se dijo, otros serán más negativos aún de lo que se prevé. Con un brutal atraso educativo, propiciado por los distintos prebostes, recuperó en el último tercio del siglo XX el rumbo. Pero la educación en este país ha dependido mucho del maestro que te tocara y de las luces de la familia o de los propios interesados; algo, bien es verdad, en lo que somos excepcionales.

Las personas que utilizan la lógica coligen que alguien que miente y no le pasa factura, difícilmente dejará de hacerlo. Entienden que quien roba y trampea sin consecuencia negativa alguna, continuará en la tarea que tantos réditos le proporciona. Llegan a la conclusión de que aquellos políticos que solo piensan en su beneficio no obrarán por el bien de la sociedad. Y, los más literales, que en una pocilga no crecen plantas sanas. Ni Perogrullo lo diría con mayor simpleza, pero se observa una clara dificultad en muchos ciudadanos de hacer deducciones de este cariz.

Uno debe plantearse una serie de cuestiones elementales antes de tomar decisiones de trascendencia. Atendamos al caso que está contando eldiario.es sobre los papeles de Naseiro como ejemplo:

Según esta documentación, un partido político crea una caja B en la que mete dinero sucio, negro, tiznado, de donaciones no declaradas ni aclarados sus fines, de comisiones y trapicheos. Con ese dinero paga sobresueldos a discreción y campañas electorales de lujo que le colocan en situación de ventaja sobre sus competidores. La pone en marcha desde el momento que se funda el partido. Y pasan las décadas y todo sigue igual. Trabajando por los objetivos previstos.

La ley española no ha castigado la financiación irregular. Sí, el cohecho, pero no es fácil probarlo, especialmente si no se pone mucho empeño en ello. El diseño de la justicia se pergeña deliberadamente politizado al depender de cupos por partidos. Al juez que sale díscolo le caen males diversos. ¿Por casualidad?

Los Gobiernos cuentan con medios económicos (procedentes del erario público que gestionan) para subvencionar a empresas, como las periodísticas, de muy diferentes formas. Apenas ningún medio ha hecho referencia a los graves hechos acreditados por eldiario.es respecto a la financiación en B del PP. ¿Por qué será?

En plena y agobiante campaña electoral ya, se lanzan encuestas como dardos. Y opiniones como si no hubiera mañana. Lo hay, y muy comprometido para todos. Se trata de pescar en el mar revuelto de una sociedad que –según los sondeos– parece mostrar unos vaivenes impropios de una ciudadanía madura y que en puertas de las elecciones mantiene un elevado porcentaje de indecisos. La dificultad de razonar y sacar conclusiones que evidencia un número decisivo de votantes se ve asistida por quienes les digieren los mensajes. Se ven plumeros de todos los colores y en todas partes. Las personas que saben cuestionar, para deducir, los ven. Muchos otros, no.

Múltiples preguntas a hacerse. Si votas privatización de la sanidad, ¿es raro que se privatice la sanidad? Si en estadísticas oficiales se comprueba que dos millones y medio de personas dejan de tomar medicamentos porque eligen comer, ¿no lo trajo el voto que otorgó ese poder para hacerlo? Si en el mapa de los desahucios farmacéuticos se producen más víctimas donde domina el partido que dictó la ley del copago, ¿qué cabe pensar que alberga la cabeza de esas personas?

Si se han destruido en esta legislatura más de un millón de empleos y se crean puestos de trabajo en precario y mal pagados, por horas y fecha de caducidad, si han descendido los sueldos, ¿quién se recupera?

Si se potencia el ladrillo y el turismo y se cercena la ciencia y la investigación, ¿será España un país avanzado y con futuro?

Si los recortes en todos los servicios esenciales para un bienestar que nunca alcanzó al de los europeos no han servido para equilibrar la economía y el PP ha aumentado la deuda pública a más de un billón de euros, tras desvalijar también la caja de las pensiones, ¿dónde está el milagro económico? ¿Por qué no se resalta en la prensa?

Si se dictan leyes y códigos mordaza para una sociedad ejemplar en su protesta, ¿qué fin persiguen?

Y hay más, mucho más. Si un partido tiene el mismo programa neoliberal de FAES, es decir, del PP, ¿cabe pensar que hará políticas distintas? ¿Con quién pactará en consecuencia y quién obtendrá el poder? Si ha recolectado candidatos por diferentes partidos y esquinas con la única condición de lucir upper class y repeinados, ¿ofrece solvencia?, ¿qué intereses defenderá?

Hay otros partidos en liza, claro está. Pero no son por completo de la cuerda dominante del “sálvese quien pueda” que ha triunfado en el Reino Unido y tiene visos de ganar también en España, vía pactos, si la lucidez no lo remedia. Que puede aún remediarlo.

El egoísmo se impone como lema. De ahí que el pobre Adam Smith tratara de sistematizarlo para ser usado y abusado casi tres siglos después. La ley de la selva rige para el más fuerte o el más traidor. El más débil sucumbe aunque pague impuestos para que le pisoteen. Y ni siquiera es regla fija que funcione siempre auparse pisando a los demás. Legiones de jóvenes que enarbolan la bandera de una pretendida libertad absoluta (de mercados, de las otras no hablan) precisarían cambios frecuentes de pañal si les cayera a ellos o sus familias una enfermedad “cara” que no pudieran pagar.

Salvo oportunas huidas a diferentes limbos, nos queda el grueso de la campaña electoral. Caminaremos entre plumas, plumones y plumaje. Hay que preverlo. Y que el escorpión siempre mata a la rana en mitad del río… porque en este caso le esperan en una barca para llevarlo a la otra orilla. Los entusiastas del “yo primero” y el “sálvese quien pueda” en política, ¿se han planteado si quienes la proponen y practican van a favorecer los intereses propios o los de los ciudadanos? Es esencial el pensamiento lógico.

Encender con una cerilla papeles empapados de gasolina solía producir fuego y consunción. Corren a apagarlos sin cuartel, mientras siguen vertiendo carburante. El “sálvese quien pueda” empieza en estos casos por uno mismo. Las víctimas no cuentan. Esas se ahogan en el emplasto, voluntariamente en muchos casos.

Pero imaginemos que todos nos apuntásemos a abandonar la lucha por ese modelo de convivencia que el poder actual y sus colaboradores han destruido. Hasta en el “sálvese el que pueda”, el más tonto es el último.

Etiquetas
stats