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¿Primarias abiertas frente al “No nos representan”?

El 15M sale a la calle en Madrid bajo el lema "Fuera mafia, hola democracia"

Isaac Rosa

Igual soy yo, que no me he enterado, pero no me pareció oír entre los vecinos de Gamonal muchos gritos pidiendo primarias abiertas. Tampoco he visto que las Marchas de la Dignidad que se preparan para el 22 de marzo las incluyan entre sus lemas. En las movilizaciones de los últimos años, mareas, rodeos, antidesahucios y todo tipo de manifestaciones, no recuerdo muchas pancartas que pidiesen primarias abiertas. Decían “No nos representan”, pero no sé si se referían a eso o pensaban en algo más.

De pronto, las primarias abiertas se han situado en el centro de la agenda. No ya la del PSOE, que se agarra a ellas como la última oportunidad de levantar cabeza, sino en la de todas las fuerzas de izquierda que estos días discuten la conveniencia o no, las ventajas y riesgos, de un proceso de primarias abiertas, tanto dentro de cada organización como en forma de frente amplio que incluya a otros partidos y colectivos.

Yo mismo no lo tengo muy claro. Entre otras cosas, porque decir primarias es como no decir nada. Por sí mismas no tienen mucho valor, dependen de cómo se hagan, y sobre todo de si son primarias y nada más, o si se incluyen en un programa más amplio de medidas democráticas, de participación y de control. No olvidemos que hasta ahora la mayoría de primarias han servido para reforzar al candidato oficial de turno; y que el francés Hollande salió de unas primarias abiertas y, sin embargo, no ha tardado en decepcionar a sus votantes.

Estos días leo a gente muy sensata defender las primarias abiertas, y a otra gente no menos sensata cuestionar este modelo de elección. Sigo el debate con interés pero, sin entrar a fondo en él, me sorprende ese desplazamiento de atención hacia un procedimiento que no deja de ser eso: una herramienta, no un fin en sí mismo. Un primer paso, no una estación final. Todos los defensores de las primarias abiertas comienzan avisando de que “no son la panacea”, pero para no ser la panacea sí se han convertido de pronto en la piedra de toque de la calidad democrática, la prueba del algodón de la renovación y, algo aun peor: la respuesta al descontento ciudadano.

Nos equivocaríamos y malgastaríamos energías si pensásemos que la respuesta al “No nos representan” son unas primarias, por muy abiertas que sean. En ese caso estaríamos dando la razón a quienes en el PSOE creen que han llegado más lejos que nadie, y por ese camino no extrañaría ver pronto unas primarias abiertas en el PP.

Abrir la elección a la sociedad seguramente sea un avance, pero el malestar democrático es mucho más profundo, no tiene tanto que ver con quiénes nos gobiernan sino con cómo lo hacen. No tanto con que podamos elegir no una sino dos veces (en las primarias y luego en las urnas), sino con la falta de mecanismos democráticos de participación y de control. El déficit democrático está en cómo los aparatos partidistas eligen sus listas cerradas, sí, pero eso es sólo una parte del problema democrático, y no la más importante. El hartazgo de Gamonal, y de tantos otros, no hay primarias que lo resuelva.

En cuanto a las fuerzas de izquierda, ¿servirían unas primarias abiertas para crear un frente amplio y popular, como parece que propone la iniciativa Podemos? Está por ver. Ojalá. Pero en materia democrática está ya todo inventado, y hay experiencias interesantes y exitosas que deberíamos tener en cuenta: por ejemplo la CUP, que antes que por primarias abiertas ha apostado siempre por la asamblea abierta. Puede parecer lo mismo, pero es muy diferente. La propia CUP incluye en su funcionamiento otras garantías democráticas desde su implantación municipal y su funcionamiento radicalmente asambleario. Como me cuenta David Fernández, sus cargos electos son revocables, rinden cuentas y someten las principales decisiones a las asambleas, además de tener limitaciones salariales, de duplicidad de cargos y de duración.

Frente a esa construcción auténticamente desde abajo, para la que no sé si tenemos tiempo ni sobre todo fuerzas, está la tentación de acelerar, quemar etapas deprisa y empezar la casa por el tejado, que no necesariamente tiene que salir mal pero conlleva riesgos importantes.

En fin, que las primarias están muy bien, y tal vez abiertas sean incluso mejor. Bienvenidas sean si sirven para ventilar interiores irrespirables. Pero si nos quedamos ahí, no sólo no resolveremos nada, sino que acabaremos dando un balón de oxígeno a un sistema moribundo en el que muchos seguiremos diciendo que “no nos representan”, pese a que salgan de primarias.

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