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Diez reglas de supervivencia ante las encuestas

Antón Losada

Vivimos días de ruido y encuestas. Tal vez le interesen algunas normas básicas de supervivencia para no perecer agobiado bajo la avalancha demoscópica y distinguir mejor la información relevante de la mera propaganda.

1. Desconfíe de los sondeos donde cueste encontrar la ficha técnica. En ella debe figurar el tamaño y conformación de la muestra pero, sobre todo, el margen de error asumido y el nivel de confianza. A mayor margen y menos confianza, menor fiabilidad.

2. Desconfíe aún más de aquellos que no aportan la estimación de la participación. Subirla o bajarla constituye el camino más fácil y más seguro para alterar los resultados a gusto del consumidor. Asumir una participación por encima del 75%, el dato de 2004 y 2008, parece una suposición heroica.

3. No compren las estimaciones si no vienen acompañadas por la intención directa de voto: las respuestas de los encuestas sobre su intención de ir a votar y a quién, sin asignaciones ni estimaciones. Desde las últimas generales las cosas han cambiado mucho y los métodos de estimación ni han sabido ni saben medirlo. En las convocatorias electorales más recientes aquello que la gente respondía directamente ha acabado acreditando mayor capacidad predictiva que cualquier cocina.

4. Toda encuesta que aspire a ser fiable debe publicar las respuestas a dos preguntas relevantes para valorar las percepciones del electorado: quién quiere que gane y quién cree que va a ganar.

5. Atento a los subidones de azúcar electoral. Lo que responden los encuestados es una cosa. Aquello que le hacen decir los modelos, otra. Por ejemplo, en los datos del último CIS se descubren dos mundos opuestos: uno antes y otro después de la cocina. En el mundo precocina el PP saca una ligera ventaja al PSOE y, a más de cinco puntos de distancia de ambos en todo, Podemos y ciudadanos compiten por la tercera plaza. En el mundo postcocina, en cambio, el PP se destaca con claridad de un pelotón de tres que pelean por ver quién acaba segundo; precisamente la predicción común en otras encuentras que sólo enseñan la cocina y que encaja como un guante en la estrategia de campaña del PP.

6. Ojo con los indecisos. Casi nunca hay tantos como se declaran. La mayoría de la gente sabe qué va a votar pero se lo guarda y averiguarlo cuesta dinero. La volatilidad solo es una buena excusa para hacer cocina creativa en las predicciones sin más límite que el interés y justificar después las distancias siderales con los resultados reales.

7. No se fíe de los sondeos que no incluyan un cuadro de transferencia de voto que permita ver de dónde vienen y dónde van los votos de cada partido. Ellos la tienen y si no la publican por algo será.

8. Tómese con filosofía las encuestas que trabajen con horquillas de más de 2 diputados o senadores. Eso no es una predicción, parece una lotería. Puede que toque, o no.

9. En los trackings electorales lo importante no está tanto el tamaño de la muestra, como en el volumen de casos renovados cada día y por qué.

10. Huya de las encuestas con muestras ocurrentes o específicas, cómo quien ganaría entre los votantes con gato y ojos azules o en un pueblo del interior de Lugo. La tontería tiene un límite, incluso en la Ciencia Política.

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