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El 15-M rompe su rutina para calmar la incertidumbre

Juan Luis Sánchez / Juan Luis Sánchez

Una cacerolada no es el método de protesta más innovador. Tampoco el más original de entre las ideas que se barajaban entre algunos grupos del 15-M para cerrar estos cuatro días, desde el sábado 12, entre la protesta y el reencuentro. Pero les funcionó. Hacer ruido y lanzarse a una marcha nocturna espontánea durante horas en Madrid han sacado al 15-M de su propia rutina, devolviéndole algo del pulso perdido.

A las 18.30 empezaron a retumbar en Sol miles de sonidos metálicos: cucharas de palo contra cazos de hervir; espumaderas contra sartenes; cucharas de sopa contra tapas de olla; tenedores contra coladores. El estruendo duró, y parece una exageración, 45 minutos.

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Y les funcionó porque la cacerolada ha supuesto la catarsis por la vía del ruido de un 15-M madrileño que estaba algo atrapado en el rito: asamblea, grito mudo, manos al aire, asamblea hasta el amanecer, tensión por el desalojo, desalojo, detenciones, protestas, convocatoria, asamblea, grito mudo... El martilleo les cambió el tono vital, les ayudó a desahogar de una manera sencilla y contundente cierta frustración e indefinición que ha acompañado a muchos.

Porque si la pregunta más repetida en las semanas previas al #12M15M era ¿qué va a pasar?, la más escuchada en torno al movimiento 15-M es ¿cuál es el futuro del movimiento? Es decir: y ahora, ¿qué?

Ahora toca “seguir en asambleas, aunque las hagamos más ágiles”, nos dicen. Y seguir “aprendiendo a leer”. O “crear una red asociativa”.

Otros confían en el impacto que pueda tener el 15-M, su capacidad de presión sobre la política.

Y los hay también “escépticos con el movimiento” porque “parece que se está diluyendo” en “una gran resaca”. O quizá sea cuestión de expectativas.

Si es verdad que la gente espera del 15-M en 2012 que sea ya un espacio de acción más que de formación, porque para eso está el resto del año, las asambleas generales masivas de la Puerta del Sol no satisfacen esa necesidad. Y la de este martes iba por su cuarta hora ininterrumpida, con la atención entregada pero cada vez más decreciente de los asistentes, cuando se dejó caer la propuesta de ir “a la sede central de Bankia”. La idea no cuajó inmediatamente, pero en cuanto terminó la asamblea, entre los cacerolazos que volvían a ensordecer la plaza, se escuchaba “¡vamos a la Bolsa!”. Y el epicentro del 15-M, por primera vez desde el 12 de mayo, salió de Sol.

Miles de personas llegaron a las inmediaciones del edificio de la Bolsa de España, donde ya durante el verano pasado se organizaron unas jornadas de economía crítica. Allí les esperaba un amplísimo dispositivo policial para impedir que los manifestantes se acercaran al edificio, y desde este momento la noche desarrolló una tensión contenida con la policía.

Una de las imágenes de la noche, la de dos coches de patrulla retrocediendo marcha atrás en plena avenida ante el avance de la manifestación. Otra, es esta:

Ante la sospecha de una posible “encerrona” en la plaza de la Bolsa, el grupo decidió seguir avanzando. Ante el Congreso, la policía volvió a hacer un alarde de estrategia y consiguió taponar la zona, forzando a los manifestantes a desplazarse en dirección contraria al edificio oficial.

Los agentes han ido acompañando a la manifestación en todo el recorrido en una decena de furgonetas, casi siempre detrás de la marcha, pero en ocasiones a pie en fila india junto a los manifestantes. A pesar de transitar por calles estrechas, no ha saltado la chispa de un posible incidente.

Al llegar al parque de las Vistillas, el grupo decide pararse. Se estanca la situación y se abre debate entre los que quieren seguir “paseando” y los que piensan que el riesgo de una intervención policial inminente no vale la pena. Toma la palabra una de las chicas que han estado en las asambleas de Sol desalojadas de madrugada por la policía estos días y dice: “Vayámonos ahora y será una victoria, todos juntos”.

Pero no se van. Siguen. Y media hora después, a las 3 de la madrugada, vuelven a parar en otra plaza, Tirso de Molina. Mientras vuelven a debatir si irse o no, la policía rodea la plaza y entra en tropel, rodeando a los que no salen corriendo.

“Imposible entrar en Tirso de Molina. Está tomada por la UIP. Van a identificar a todos”, suena por la radio de un policía. Los antidisturbios han detenido a una persona e identificado a todo aquel al que han conseguido encerrar dentro del grupo. Desde fuera, junto a los policías, el resto de concentrados han esperado a que termine la identificación para dar la noche por concluida, ahora sí.

Este largo, nocturno, ruidoso y bastante numeroso paseo por Madrid es la acción más potente de las madrugadas del 15-M de este 2012. Sin acampadas y sin desalojos.

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