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Las tórtolas de Franco

José Luis Gallego

Hubo un tiempo no demasiado lejano en el que, sin representar a la mayoría, muchos cazadores tenían una concepción del campo tan primitiva como rancia según la cual los animales salvajes se dividían en dos grupos: las especies cinegéticas y las alimañas. Las primeras eran de su propiedad, las segundas sus grandes enemigas.

El concepto alimaña adquirió rango institucional durante la dictadura franquista. En el año 1953 se crearon las funestas Juntas de Extinción de Animales Dañinos y Protección a la Caza, que oficializaron dicha división en el monte. A un lado lobos, linces, zorros, aves rapaces, urracas, cuervos y todo lo que el dictador y sus compañeros de escopeta consideraron dañino para el campo. Al otro todas las especies cuyos restos disecados aportasen señorío a las paredes del salón y/o tuvieran acomodo en el puchero. Entre estas últimas una de las aves más bellas de la fauna ibérica: la tórtola (Streptopelia turtur).

Hace años tuve la ocasión de conocer a un viejo guarda de un coto de caza al que solían acudir el dictador y sus secuaces para satisfacer sus ansias cinegéticas. Además de comentarme que eran capaces de “bajar” en una sola jornada miles de aves de todas las especies (incluidas las grandes águilas: sus favoritas) me dijo que Franco sentía una especial afición por las tórtolas, a las que mataba por docenas desde exclusivos aguardes reservados para él. Aquellas –me dijo el anciano- eran las tórtolas de Franco.

Y es que hubo un tiempo en que las tórtolas, como las perdices, las codornices, las becadas o los zorzales, eran de los cazadores. Mis primeras citas de estas preciosas aves fueron las que colgaban inertes de sus perchas. La tórtola se caza a finales de verano en el interior de los puestos cercanos a charcas, abrevaderos y otros lugares a los que acuden a beber. En España se capturaban por millones a finales de los 80. Ahora cada vez son más raras. La especie, acuciada por muchos otros problemas de conservación (uso de plaguicidas, abandono del campo, especies invasoras, etc.) no puede más, ha entrado en declive y necesita ayuda.

Por eso SEO/BirdLife la ha elegido como ave del año y pide a la ministra de agricultura que aplique una moratoria temporal de caza para dejar respirar a la especie y lograr que se recupere. Según los datos de esta organización, que lleva más de 60 años dedicada al estudio y la defensa de las aves silvestres, en la última década la población de tórtola común o europea ha disminuido más de un 30 % en España, donde a pesar de ello cada año se caza a más de la mitad de las que son abatidas en Europa.

Insisto en que los cazadores no son los únicos responsables de la delicada situación que atraviesa la especie, pero sí que pueden convertirse en su principal aliado: dejando de dispararles. Por eso más que a la ministra Tejerina, de quien uno espera más bien poco (fue quien declaró a Julia Otero en su programa de Onda Cero que el atropello de linces es buena señal pues significa que cada vez hay más) a quien habría que exigir ayuda para salvar a la tórtola es a la Federación Española de Caza. Porque siendo cierto que el cazador de hoy en día no tiene nada que ver con aquellas escopetas nacionales de bigote recto, gafas de pasta y barbour con corbata, todavía son demasiados los que creen que ir por el coto con la escopeta al hombro les unge de un rango superior por el que pueden disparar hasta extinguir.

Siempre he defendido la necesidad de llegar a acuerdos con los cazadores para colaborar juntos en la protección de la naturaleza. No comparto ni entiendo su afición: ni desde un punto de vista ético ni desde una posición moral, pero aunque parezca un oxímoron lo cierto es que conozco a algunos cazadores conservacionistas. Y a ellos debemos apelar.

Si seguimos disparando a las tórtolas como antaño vamos a acabar con ellas, por muy abundante que fuera la especie tiempos atrás ahora la estamos empujando hacia el abismo de la extinción. Es algo que ya ha pasado antes. Un día les contaré aquí la trágica historia de la paloma migratoria americana (Ectopistes migratorius): el ave considerada como la más abundante del planeta, extinguida a balazos a principios del siglo XX.

Nota final: la propuesta de SEO/BirdLife de sacar a la tórtola del listado de especies cinegéticas y protegerla cuenta con el apoyo de más de cuarenta científicos del máximo nivel. El informe completo puede consultarse aquí.

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