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“Mi vida es una mierdecilla”

Begoña Huertas

Madrid —

En un colegio público de Madrid, la profesora pidió a los niños, de once años, que se valoraran del 0 al 5 en el grado de confianza que tenían en sí mismos, en su capacidad para resolver problemas, en lo satisfechos que se sentían y en la seguridad que encontraban a su alrededor. Tras dejarles unos minutos para reflexionar y anotar sus respuestas, le preguntó a uno de ellos. El niño contestó:

-Profe, yo le he puesto a todo cero. Como sabes, mi vida es una mierdecilla.

Se hizo un silencio y, antes de que la profesora pudiera reaccionar, intervino el compañero de pupitre del “chico-mierdecilla”:

-No digas eso, Ramsés, si tuviste una novia rubia…

Supongo que siguió una carcajada general.

La novia rubia -el novio rubio- es equiparable a los artículos de lujo que ofrece el mercado. El deseo suscitado por la publicidad. La cáscara vacía, el cristalito de colores. ¿Qué valores estamos transmitiendo? Valores… ¿financieros? Pues sí.

Hace ya unos años que el BBVA puso en marcha un programa “de educación financiera” bajo el título “Valores de futuro”, destinado al alumnado de primaria y del primer ciclo de la ESO. Uno de los talleres se titulaba “El supermercado del mundo”, y otro “El banquero de los pobres”. Ya, es difícil elegir entre reír o llorar. El nombre de otro taller inspiraba al chiste fácil: “El principito y el hombre de negocios”. No es broma. Lo que se busca es legitimar el capitalismo y hacer que los alumnos asuman el statu quo actual, que acepten a la banca como un agente social indiscutible. ¿Valores de futuro?

En los colegios, la clase de religión se afianza mientras se prescinde de la educación para la ciudadanía u otro tipo de contenidos humanistas que enseñaran a los estudiantes a participar y a decidir su futuro; se llevan a cabo concursos sobre el rey (al más puro estilo norcoreano) y por supuesto ni se considera la posibilidad de introducir contenidos novedosos, el ajedrez por ejemplo, cuando hace dos años el Parlamento Europeo aprobó un programa para este fin. Ahora parece un asunto menor; el respeto del otro, la concentración, la creatividad, el pensamiento lógico y la autocrítica son valores que por lo visto no están en alza.

Fuera de la escuela, campan a sus anchas la corrupción y la avaricia, el desprecio del otro y el sálvese quien pueda. La carta del director de una sucursal de Caja Madrid, despedido por Blesa por devolver dinero a preferentistas, es sintomática. El hombre que pagó de su bolsillo a unos clientes engañados termina diciendo a su jefe: “Le pido una oportunidad con el correctivo correspondiente, no lo hice bien”. ¿Cómo que “no lo hice bien”? ¿Los valores se han dado la vuelta? ¿El que engaña es el que lo hace bien?

Y así las cosas, ¿qué puede motivar a nuestros niños en este contexto? El deseo se centra en acumular objetos y perseguir metas absurdas. Deseos impuestos por el mercado: La novia, el novio rubio como un rolex bañado en oro o un bolso Louis Vuitton. La falta de expectativas y las desigualdades en aumento convierten, en estos años de crisis, muchas vidas en “mierdecillas”. Pero que no nos vendan novios rubios como consuelo.

El pasado domingo la paloma de la paz lanzada al aire por dos niños junto al Papa Francisco fue atacada por una gaviota frente a sus atónitas miradas. También esto parece broma –una versión del mítico momento en que marcianos y terrícolas se encuentran en la película Mars Attack-, pero así ocurrió. La pobre paloma atacada sin piedad por la naturaleza salvaje. Lo salvaje, ¿será éste uno de los valores de futuro? De momento, la ley del más fuerte es un valor del presente. Por eso, Ramsés, tu vida no es una mierdecilla. La mierdecilla está en lo que te rodea.

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