Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

A votar Humanidades, gente

Maruja Torres

No es una tormenta en un vaso de agua, una falsa alarma, el hundimiento de un souflé. Ni un espejismo ni el sueño de una noche de verano. Ni un ramalazo ni un capricho ni un sarpullido ni un calentón. Cualquiera que sea el resultado -y va a ser duro quitarles a Estos el poder de que se apropiaron, a fuerza de añadas, prebendas y tentáculos-, el Nosotros, en sus múltiples manifestaciones, ha venido para quedarse. No es espuma. Es fermento. Y por mucho líquido que aún quede por cuajar, ahí está, hormigueando, dando vueltas con el sueño colectivo a cuestas, empapando las sábanas con el deseo de un mundo mejor, de un país mejor, de un municipio mejor, de un barrio mejor, de un corazón mejor entre dos puertas.

Es lo más emocionante que nos ha ocurrido en mucho tiempo. Porque lo que parecía lento ha fermentado rápido y carece de límites, porque se trata ya de un estado sólido de una voluntad que se ha ido fraguando poco a poco, desde abajo. Desde los jóvenes pero también con los más mayores. No quiero dar nombres, porque en Nosotros los sabemos y no quiero dejarme a nadie. Pero por primera vez en tantos años de letargo están cuajando en la calle las Humanidades que fueron desterradas de los estudios pero que es imposible, incluso para Estos, desterrar de la vida.

Nunca fueron más difíciles las condiciones objetivas. Un país aletargado, una clientela política fija, una corrupción medular, un reaccionarismo propio que se ve alimentado por el atraso general del reloj del mundo, una juventud desalentada, un cinismo que ha ido calando en las conciencias como lluvia amarilla. Y, pese a todo, existe. Se ha dado la contestación -bendita palabra de mi juventud-, se han enfurecido los espíritus, se mueve, nos movemos, nos mueven.

Y no es el cambio -palabra y sentido que ha devaluado, como suelen Estos, el recambio para el Ibex salido de Esade y de La Caixa-, sino la regeneración. La redecenciación, horrenda palabra que acabo de inventarme y que sustituiré cuando encuentre una mejor. Re-adecentarse. Que quiere decir reconstituirse, recuperarse, reencontrarse. Reparar los desperfectos causados por las re de reajuste o de recorte o de rencor social de arriba abajo. O por a re de repelentes, de repugnantes, de reptiles.

Hay que votar. Hay que salir a votar a quienes trabajan para que el ayuntamiento, que viene de ajuntarse, sirva mejor al bien común. Hay que votar lo que no está anquilosado, viejo o joven. Lo que no pertenezca al mohoso baúl de quienes conservan las reliquias -otra re- de la opresión y del desdén por sus semejantes.

Votad Humanidades para que pronto vuelvan a las aulas y al centro mismo de nuestra política.

Y, sobre todo, ocurra lo que ocurra, no os desaniméis. Hay que seguir removiendo y fermentando. No os rindáis.

Etiquetas
stats