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El periodismo matará la democracia

Fotografía de archivo del 6 de enero de 2021 donde aparecen unos partidarios del presidente de los Estados Unidos, Donald J. Trump, durante al asalto al Capitolio en Washington.

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Los periodistas solemos tenernos en alta estima. Cuando alguien nos ataca salimos en comandita corporativista gritando la proclama de “Sin periodismo no hay democracia” creyendo que somos los guardianes de la lucha contra el totalitarismo. Pero no es cierto, si hay que trazar un retrato robot del periodismo estamos más cerca de ser el mayor peligro para las democracias liberales que su cancerbero protector.

El asalto al capitolio se pudo dar por las mentiras de un presidente que un ecosistema mediático favorecía, promovía y creaba. La opinión pública estaba completamente intoxicada por una mayoría mediática a favor del poder y que no dudaba en manipular y difundir bulos en la mayoría de los casos y otros muchos que mostraban una posición de tibieza y cobardía ante lo que implicaría enfrentarse de manera frontal a un presidente sin escrúpulos para ejercer su poder de manera déspota. El resultado de esa distribución mediática es que el 68% de los republicanos cree que a Donald Trump le robaron las elecciones, y eso no se puede conseguir con una cuenta de Twitter escribiendo en mayúsculas, es necesario que exista una FOX y un ecosistema mediático que prime el poder de los de su ideología a la verdad, el rigor y la honestidad. 

No hace falta irse a EEUU para comprobar lo que sucede cuando la mentira y la desinformación arraigan en la ciudadanía para que no se puedan tomar decisiones acertadas. Estos días hemos visto cómo se ha mentido para que Alberto Garzón parezca que ha criticado al sector ganadero español. Es posible que muchas personas, incluso algunos ganaderos con explotaciones extensivas, a los que defendió, hayan creído que eso ha sucedido. Esa es una de las razones para instaurar un bulo en el imaginario colectivo, atraer a votantes con engaños que por la vía de los hechos jamás serían suyos. La mentira tiene potencial de arma de guerra en tiempos de paz, un mecanismo de destrucción masiva que sirve para exonerar de responsabilidades a criminales o negligentes, por eso es posible que haya más gente que crea que Pablo Iglesias fuera el responsable de las residencias en lo peor de la pandemia en vez de Isabel Díaz Ayuso. El periodismo ha dejado de ser útil a la democracia para convertirse en su mayor lastre al quedar subyugado a los intereses de cualquier jerarca con mucho dinero y poca moral. 

El periodismo solo es un poder más completamente intoxicado por las dinámicas que emanan del capital, habrá medios más decentes y periodistas en quienes ustedes confíen, pero no se engañen, si los periodistas estuviéramos representados en un hemiciclo con 350 escaños más de 300 estarían copados por la derecha y la extrema derecha. Ese es el entorno mediático en el que nos movemos y hasta que no rompamos el tabú y asumamos que es necesario afrontar una reforma legal que equilibre la balanza mediática valdrá mucho más en política la mentira de la reacción que todas las buenas medidas, certezas, verdades y el rigor científico de cualquier propuesta de este gobierno o cualquier otro que no sea el que creen que les pertenece. No importa la verdad cuando no hay nadie que la diga para que alguien la pueda escuchar, si la democracia muere en el siglo XXI el que le dé el tiro de gracia será un periodista. 

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