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Un PP sumido en la ignominia

El presidente y la vicepresidenta de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón y Susana Camarero.
19 de noviembre de 2024 22:39 h

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Lo terrible es que han muerto 219 personas y todavía hay algunas sin nombre adjudicado en el cupo de los desaparecidos. Y otros 3.000 afectados con baja médica como consecuencia de la DANA cobrando la protección especial de la Seguridad Social. Más de 75.000 viviendas dañadas, al punto de preverse la demolición de algunas, 100.000 coches destruidos, y 2.500 hectáreas agrícolas y otros negocios y medios de vida arruinados. Y cantidad de mugre arrojada desde el PP sobre semejante balance –que pudo ser menos trágico en vidas si hubieran avisado a tiempo a los ciudadanos–. No lo hizo a tiempo ni el presidente Carlos Mazón –ausente durante las cinco horas y media cruciales– ni nadie de su equipo que le esperaba sin hacer nada cuando las aguas ya inundaban los pueblos.

Y además que sobre este fiasco inmenso, sobre esta tragedia, el PP completo haya vuelto a su táctica habitual en los desastres que provoca: mentir flagrantemente y echar las culpas a otros. Hasta a la UME cuya actuación fue decisiva incluso desde antes que el gobierno valenciano moviera un dedo.

Y por si faltara poco que, atrincherado en su puesto, aunque miles de valencianos piden su dimisión, el president Mazón se haya puesto a la labor de “reconstrucción” comenzando, sin pudor alguno, por darle un contrato “a dedo” de 3,9 millones de euros a Becsa S.A, una constructora que confesó en la Audiencia Nacional ser uno de los empresarios implicados en la Caja B del PP en Gürtel. Y otro a la firma en la que trabajó su jefe de gabinete. Y dos más, por otros cuatro millones, a dos empresas condenadas por financiar al PP en la Gürtel, según se ha sabido a última hora de este martes. Todo queda en casa. Según costumbre, las grandes desgracias son como una lluvia de bienes para familiares y amigos de las cúpulas del PP.  También ha nombrado a un teniente general, con experiencia en las guerras de Bosnia-Herzegovina, Kosovo y Afganistán, como “vicepresidente para la Reconstrucción”. Un tanto peculiar Carlos Mazón en su comportamiento desde la DANA. O son los vaivenes de Génova.

Ha llovido demasiado sobre mojado para que lo ocurrido en Valencia se deje pasar una vez más en la impunidad. Horas de televisión nos han convertido en testigos a millones de personas dentro y fuera de España de la verdad de lo ocurrido. Ya no valen sus miserables medios de propaganda intentando sembrar dudas, con unos titulares que sonrojan al espíritu mismo del periodismo y la decencia humana. Hay quienes al parecer les creen: esos abducidos que comparten con la cerril ultraderecha. Igual que gran parte de los que han aupado a Trump a su gobierno del disloque.

El Partido Popular ha caído estos días en las más profundas simas de la ignominia. A alguien se le ocurrió durante la semana, de repente, que podrían intentar cargarle los muertos –textualmente– a la española Teresa Ribera como ministra al cargo de las Confederaciones Hidrográficas –que funcionaron a la perfección en su cometido– e impedir su nombramiento como vicepresidenta de la Comisión Europa. Es un puesto relevante y ya sabemos dónde aloja el PP su patriotismo: muy cerca del billetero, que termina siendo su principal motivación. Ha sido un puro bochorno. Ver aparecer en un telediario a Cuca Gamarra o a Tellado o Dolors Monserrat  hablando de falta de idoneidad para el cargo es como si una asociación de curanderos se permitiera denigrar a un premio Nobel de Medicina.

Encontrada la víctima y según costumbre, el PP y sus terminales mediáticas la agarran con sus fauces y no la sueltan. Es una profesional de gran prestigio y así la citan en medios internacionales. Pero eso no es relevante para el PP, que siguió engrosando la bola.

Si Mazón resulta patético en sus mentiras, escuchar a Feijóo hiela la sangre. Impertérrito, miente y acusa. Hace falta una desvergüenza descomunal para culpar al Gobierno de “indolencia manifiesta” mientras su hombre en Valencia estaba de festejo, copa y puro de euforia (según apreció el alcalde de Cullera en la insólita llamada que recibió de Mazón). Son, insistamos, 219 muertos, y los enfermos, y las pérdidas irrecuperables de vida. Qué desfachatez. La gente así es capaz de todo. En realidad, ya lo hemos visto. Aznar con los muertos del 11M, Ayuso con la condena a morir asfixiados y solos a 7.291 ancianos. Algunos empiezan a entender que avalar estas atrocidades una y otra vez solo sirve para que las repitan y algún día puede tocarles a ellos o sus familias.

La indolencia manifiesta ha sido y es la del PP, salvo para desplegar sus sucias cacerías. El colmo es haber trasladado a Bruselas la batalla por mantenerse, aunque sea sobre el dolor y la muerte en Valencia. Tienen un colega del mismo pelaje en la presidencia del grupo PPE. El alemán Manfred Weber, de la conservadora Unión Social Cristiana, que solo tiene representación en Baviera.

El contacto se lo ha trabajado durante los muchos años que lleva allí la europarlamentaria Dolors Monserrat. Manfred Weber quería el puesto de Von der Leyen –de la CDU, partido mucho más potente–, y en unión del Partido Popular español vieron una oportunidad de cargarse la Comisión, con la excusa de Teresa Ribera. Weber no tiene el mejor empacho en aliarse con la ultraderecha, no es que tampoco la actual presidenta los rechace frontalmente, pero hay alguna diferencia. De hecho Meloni ha sido ya asimilada como fascista buena y los socialistas europeos se abren a meter a un comisario italiano para desbloquear la situación. Y así parece que va a ser, dejando un borrón más en la cuenta del PP español.

La UE, sin embargo, languidece con estas cosas cuando más fuerte se la necesita ante la invectiva que se espera de los Estados Unidos de Trump. Y como en la famosa mariposa cuyo aleteo causa ciclones mucho más allá, la comida de Mazón, la misma incompetencia de su gobierno, la desvergüenza de Feijóo y la red trazada en Europa por los populares menos edificantes ha estado a punto de cargarse la Comisión como poco. Mal precedente para el futuro.

No se puede dejar pasar todo esto. La elegancia en las formas ante marrulleros de este calibre es un error que cuesta caro. Con Teresa Ribera, Pedro Sánchez, Begoña Gómez, estamos vendidos todos. No haber actuado desde el Gobierno contra similares prácticas dirigidas a Pablo Iglesias e Irene Montero se paga ahora. En este momento están infinitamente más crecidos, y las piezas son caza mayor para tumbar el Gobierno y dejarlo en estas manos podridas. No se sabe –o sí– dónde acaban estas tácticas de la organización a la que pertenece el PP como cabeza visible disfrazada de partido político.

No podemos más con esta política sucia, estos medios que degradan el periodismo, esa parte de la justicia que actúa por su cuenta, todos con el mismo objetivo. Miren a Estados Unidos y lo que viene. Tengan una mínima visión de futuro inmediato para advertir lo que se trama en Europa. España estaba siendo una excepción y todo son zancadillas, mírenselo, no es cosa solo del gobierno, es de todos. Arréglenlo. 

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