Aceleracionismo, separatismo blanco y fascinación por Al Qaeda: así son los nuevos grupos terroristas de extrema derecha
“Descarrilar unos putos trenes, matar a gente y envenenar el agua. Más vale que estés listo para hacer esas cosas. Si no, no estarás preparado para lo que viene. Si quieres que la raza blanca sobreviva, tendrás que poner de tu parte”. Así se dirigía Patrik Jordan Mathews, un ex soldado de las fuerzas armadas canadienses a un aspirante a formar parte del grupo neonazi 'The Base'. Se trata de una de las conversaciones interceptadas por las autoridades y que constan en un escrito del fiscal del estado de Maryland que pedía la detención de Jordan y de otros dos miembros del grupo, hoy en prisión.
The Base es un grupo supremacista blanco, neonazi, que tiene como objetivo generar el caos, derrocar al Estado y ajusticiar a sus enemigos. La organización fue creada en 2018 por Rinaldo Nazzaro, un ex colaborador del FBI y del Pentágono que se hizo popular en redes sociales por sus posiciones separatistas blancas, esto es, la idea de que la raza blanca debe separarse del resto de la población ante el supuesto riesgo inminente de convertirse en una minoría racial. 'The Base' forma parte de lo que se conoce como un grupo aceleracionista, esto es, que sugiere llevar a cabo sabotajes y ataques violentos para promover el colapso de las instituciones e iniciar así una guerra racial contra los 'noblancos'.
Para ello, sus principales objetivos son las infraestructuras del país, los políticos, los funcionarios del estado, las minorías raciales y los antifascistas. El sistema, dicen, solo caerá mediante la violencia, y hay que acelerar ese proceso promoviendo una situación límite para las autoridades, que estas reaccionen con todas sus fuerzas y que así se produzca un enfrentamiento civil.
Su estrategia para llegar a todas partes consiste en la creación de pequeñas células que actúen de manera autónoma, o de simpatizantes que se conviertan en ‘lobos solitarios’. La comisión de diversos y reiterados atentados, según ellos, provocaría una crisis sin precedentes que aprovecharían para imponer su proyecto supremacista: “Aproximadamente, ¿cuántos ataques de lobos solitarios por semana y durante cuánto tiempo serían suficientes para obligar al sistema a adaptarse a las demandas legislativas problancas?”, decía uno de sus miembros en una conversación incluida en la causa contra varios de sus miembros en EEUU.
El separatismo blanco y el aceleracionismo
“Crear un Etnoestado Blanco es necesariamente una tarea revolucionaria que requiere liberar a nuestro Pueblo del Sistema y romper con él por cualquier medio necesario... No esperar a la balcanización, sino hacerla realidad”, afirmaban miembros de 'The Base' en uno de sus canales encriptados desvelados por las autoridades norteamericanas en 2020.
Esta idea de que existe un plan para disolver la raza blanca es uno de los mantras de los grupos neonazis y racistas, y tiene diferentes versiones. La más popular y actual es la Teoría del Gran Reemplazo, que presenta a los blancos como víctimas de un multiculturalismo forzado por las élites judías que promueven la inmigración y el mestizaje, así como la islamización de Occidente. Esta idea forma parte también del argumentario habitual de los partidos de extrema derecha, que, sin citarla explícitamente, se refieren a la substitución demográfica para presentar la migración como una amenaza para la “civilización occidental”, otro eufemismo habitual para aludir veladamente también a la raza.
El victimismo blanco viene de lejos en Estados Unidos, un país que se sirvió durante siglos de la esclavitud de personas afrodescendientes y que llevó a cabo un genocidio contra la población nativa. El separatismo blanco vendría más tarde, a mediados del siglo XX, en plena efervescencia de las luchas por los derechos civiles de la población negra y las reivindicaciones de los migrantes latinos, los pueblos indígenas y sus descendientes, que los racistas veían como una amenaza para sus privilegios.
A los grupos racistas tradicionales como el KuKluxKlan se sumaron otras nuevas formaciones como las Naciones Arias, un grupo fundamentalista cristiano, profundamente racista y antisemita, que promovió a mediados de los años 70 del siglo pasado la creación de un territorio solo para blancos en el noroeste de los Estados Unidos. Su fundador, Richard Butler, erigió este proyecto en el estado de Idaho, y varios de sus miembros se han visto involucrados en numerosos casos de violencia, como la masacre en un centro comunitario judío de Los Ángeles en 1999, o numerosas agresiones y hasta asesinatos de médicos que practicaban abortos. Sus ideas han impregnado la abundante literatura neonazi y supremacista de estas últimas décadas. Distopías en las que el hombre blanco lucha por su supervivencia ante unas élites corruptas y una mezcla de razas contra natura, causante de todos los males. Una de las obras más importantes es ‘Los diarios de Turner’ de quien fuera el líder de la organización neonazi Alianza Nacional, William Luther Pierce, escrita en 1978.
Uno de los principales seguidores de esta idea fue Harold Covington, fundador del Partido Nacionalsocialista del Pueblo Blanco en los EEUU, quien también escribió algunas novelas que promovían la migración de las personas blancas al noroeste del país. Covington trató de llevarlo a la práctica con la creación de otra organización llamada Northwest Front, con la intención de poner en jaque a las autoridades y generar un conflicto que terminaría con una guerra civil. “Nuestro objetivo a largo plazo es presentar al gobierno de Estados Unidos una situación en la que la lucha por conservar el Noroeste se vuelva política y financieramente insostenible”, declara en su web esta organización. La idea de que una respuesta violenta del Estado contra los separatistas blancos generaría una adhesión mayor a su causa es lo que inspiró a Rinaldo Nazzaro, un conocido neonazi norteamericano, para la creación de 'The Base'.
'The Base' aterriza en España
La reciente desarticulación de una célula de este grupo terrorista en España, en la que ha participado también la Europol, confirma que el grupo sigue manteniendo sus canales de comunicación a pesar de estar proscrito en varios países. Es más, las autoridades afirman que los detenidos estaban en contacto directo con su líder, recibían financiación del extranjero y que planeaban acciones terroristas inminentes.
Es por eso por lo que la operación policial se habría precipitado. En los registros se han incautado numerosas armas, algunas de fuego, y todo tipo de parafernalia nazi. Y según la policía, ya habían realizado entrenamientos con la intención de llevar a cabo una acción en breve. También se acusa al líder, David Dionis Gandia, de 24 años, de financiar a la organización mediante el tráfico de drogas, algo que no es excepcional entre los grupos neonazis. Dionis, natural de la localidad castellonense de Onda, era conocido por sus vecinos como una persona fanática y violenta, que ya había protagonizado algunos incidentes recientes motivado por su ideología nazi. Tal y como mostró en un vídeo este periódico, también amenazó a políticos y a antifascistas durante la retirada de la cruz franquista de Castelló, en enero de 2023.
La fascinación por Al Qaeda
Uno de los aspectos más singulares de este grupo es la abierta fascinación de los miembros de The Base por organizaciones como Al Qaeda. De hecho, 'The Base' y Al Qaeda significan lo mismo: La Base. En una de las conversaciones desveladas por las autoridades norteamericanas contra una célula de esta organización, ponían de ejemplo a seguir a este grupo terrorista: “Afganistán es un buen ejemplo de ideología unificadora (piense en 14 palabras) utilizada militarmente. Aunque los propios talibanes tenían una orientación local, Al Qaeda utilizó su red internacional y su propaganda para unir a combatientes de todo el mundo en torno a una sola bandera, unidos en su convicción y sacrificio”.
Las 14 palabras a las que aluden son las que dejó como lema el líder neonazi David Lane: “Debemos asegurar la existencia de nuestro pueblo y un futuro para los niños blancos”. Es por esto que los neonazis usan a menudo el número 14 como acrónimo, como símbolo de su compromiso supremacista. Lane fue uno de los fundadores de otro grupo neonazi armado conocido como The Order, que operó a mediados de los años 80 y cuya historia fue recientemente llevada al cine.
Rusia como base
El líder de 'The Base', Rinaldo Nazzaro, vive en Rusia con su esposa desde hace años, y desde allí sigue dirigiendo la organización. La BBC publicó en 2020 una fotografía del líder de The Base con una camiseta del presidente Vladímir Putin, y la presencia de una célula de la organización en Ucrania ha desatado numerosas sospechas entre varios exmiembros sobre la posible vinculación de su líder con los servicios secretos rusos, según publicaba The Guardian el pasado mes de abril. El diario británico explicaba que 'The Base' ofreció en sus canales habituales una remuneración a aquellos dispuestos a llevar a cabo ataques contra “centrales eléctricas, vehículos militares y policiales, personal militar y policial, edificios gubernamentales, políticos [ucranianos]”, específicamente en Kiev y otras ciudades de Ucrania. El atentado contra el coronel Iván Vorónich, miembro del servicio de inteligencia Ucraniano (SBU) el pasado mes de julio y reivindicado por The Base no hizo más que ampliar estas sospechas.
La organización usa habitualmente redes sociales rusas para comunicarse y difundir su propaganda, ya que escapan a menudo del control y la censura de las agencias occidentales. Es en estas donde se han podido localizar fotografías de la célula española realizando entrenamientos militares, manuales para cometer atentados y asesinatos y comunicaciones entre sus miembros. Nazzaro, el jefe de la organización tiene un canal propio donde sube vídeos de él mismo hablando de política y promoviendo la lucha violenta.
En 2019, Nazzaro se empeñó en señalar a los antifascistas como uno de sus principales objetivos, y emprendió una campaña contra ellos: «Debemos tomar cartas en el asunto para neutralizar la intimidación y el acoso de Antifa», dijo en su cuenta de Twitter. El líder de The Base publicó en sus redes fotos de activistas antifascistas, sus direcciones y lugares de trabajo, llamando a los suyos a atentar contra ellos.
'The Base' ha conseguido instaurar diferentes células de militantes en países como Australia, Sudáfrica y algunos países de Europa, aunque las autoridades de algunos de estos países han detenido a sus miembros y mantienen una vigilancia constante sobre estos grupos, que consideran una de las principales amenazas para su seguridad, tal y como reconocía Europol en 2022.
El terrorismo neofascista, una amenaza global
Aunque 'The Base' no es un movimiento de masas, se necesitan muy pocas personas y pocos medios para sembrar el terror, como ya lo hicieron anteriormente otros terroristas de extrema derecha que actuaban por su cuenta. Anders Breivik asesinó a 69 adolescentes socialistas en la isla de Utoya, y mató a 8 personas más con un coche bomba en Oslo en 2011, guiado por su islamofobia, su racismo y su odio a la izquierda. En 2019, Brenton Tarrant, un neonazi de Nueva Zelanda, retransmitió en directo en su perfil de Facebook cómo masacraba a decenas de personas en una mezquita y un centro islámico de Christchurch, dejando un balance de 51 muertos y decenas de heridos. El mismo año, el neonazi Patrick Wood Crusius, de 21 años, asesinó a 23 personas en un supermercado de El Paso, EEUU. Tan solo un año después, en 2020, el ultraderechista Tobias Rathjen, de 43 años, se presentó en dos locales de Hanau, Alemania, regentados por personas de origen turco, y asesinó a nueve de ellas con una pistola semiautomática. Después asesinó a su madre y se quitó la vida.
Ninguno de ellos pertenecía a ninguna organización, pero todos ellos bebían de la misma literatura y las mismas conspiranoias que hoy alimentan a estas nuevas formaciones como The Base y otras que siguen activas con un propósito similar, como Atomwaffen Division o Combat18. Una narrativa que, con palabras más ligeras, alimentan también partidos políticos de extrema derecha, influencers y agitadores ultras, azuzando el odio a los migrantes y el desprecio por la democracia y los derechos humanos.
'The Base' está declarada como terrorista en la Unión Europea, en Canadá, Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda. Sin embargo, no en los EEUU, donde varios de sus miembros han sido arrestados por preparar atentados y cometer actos violentos. La violencia de extrema derecha en los EEUU ha sido considerada durante muchos años como la principal amenaza interna para la seguridad. De todos los homicidios cometidos con motivación política en el país hasta 2021, el 84% han sido a manos de extremistas de derechas, según un estudio del Journal of Criminology, Criminal Justice, Law & Society (CCJLS). En febrero de 2020, el FBI anunció que había elevado el extremismo violento por motivos raciales a una “prioridad de amenaza nacional”, tras haber pasado durante muchos años de puntillas ante un fenómeno en auge difícil de esconder, y cuya violencia se hacía cada vez más evidente.
La mano tendida de Trump al supremacismo blanco y su guerra contra el antifascismo
Con la llegada del presidente Donald Trump, los grupos de extrema derecha han encontrado un aliado en la Casa Blanca, que durante su primer mandato se sirvió de muchos de ellos para ganar las elecciones y agitar las calles contra la izquierda, y que terminaron por asaltar el Capitolio cuando éste perdió las elecciones. En este segundo mandato, Trump no solo ha acentuado sus guiños a los supremacistas con numerosos mensajes a través de sus redes y declaraciones públicas reforzando estas ideas, sino que ha empezado a aplicar numerosas medidas para complacerlos, como la campaña de detenciones de migrantes o la demonización constante de los antifascistas. También con la incorporación a su gabinete de personas todavía más radicalizadas que en el anterior periodo, como el secretario de Defensa, Pete Hegseth, ex presentador de la cadena Fox, Linda McMahon, al cargo de Educación, o Stephen Miller, subdirector del Gabinete de Políticas de la Casa Blanca.
Tras el asesinato del agitador ultraderechista Charlie Kirk este mismo año, cuyo autor no tenía ninguna relación con la izquierda, como trató de hacer creer la extrema derecha y la propia Casa Blanca, el gobierno de Trump hizo desaparecer un estudio oficial del Instituto Nacional de Justicia (NIJ) sobre el terrorismo doméstico, que ponía de nuevo a los ultraderechistas como la principal y más mortal amenaza en suelo estadounidense. Sin embargo, el presidente usó el crimen de Kirk como excusa para declarar terroristas a los grupos antifascistas. El pasado 8 de octubre, Trump se reunió con varias figuras de la extrema derecha para solicitarles información sobre los grupos y los activistas antifascistas a los que acababa de designar como terroristas. Entre los presentes se encontraban nombres como Andy Ngo o Jack Posobiec, conocidos por ser los principales instigadores de campañas de señalamiento y acoso contra izquierdistas.
La amenaza del extremismo violento de derechas ha sido reconocida desde hace años por numerosas agencias de seguridad de varios países, pero la llegada de gobiernos de extrema derecha como el de Trump ha promovido un cambio en el relato, omitiendo estos análisis y manipulando los hechos. Estos nuevos líderes, así como sus principales propagandistas, tratan de librar su particular batalla cultural contra la izquierda acusándola de ser esta la principal causante de la violencia y la polarización. La guerra de Trump contra el antifascismo, que incluye a los movimientos sociales antirracistas, feministas y LGTBIQ+, ha estimulado a otros líderes y formaciones ultras a proponer esta misma cacería contra este fantasma que denominan ‘Antifa’, sumándose a la idea de declararlo terrorista, al mismo tiempo que guardan silencio ante la violencia de la extrema derecha.
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