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La comisión de vigilancia de pseudoterapias en Catalunya, inactiva desde el inicio de la pandemia

El conseller de Salud, Josep María Argimon.

Pau Rodríguez

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La pandemia ha obligado a priorizar la atención de la COVID-19 por encima de otras patologías menos urgentes. En Catalunya, ha comportado también la paralización de la comisión que supervisa las pseudociencias y terapias alternativas. Se llegó a constituir justo cuando comenzaba a estallar la crisis del coronavirus, en marzo de 2020, y desde entonces no se ha vuelto a reunir. 

Ahora, un año y medio después de que la epidemia pusiera el sistema sanitario patas arriba, hay voces que empiezan a plantear que debería retomarse la actividad de esta comisión, más aún cuando la COVID-19 ha conllevado también un aumento de la difusión de terapias sin aval de la comunidad científica. Desde el Departamento de Salud, donde se inscribe este organismo, aseguran que tienen previsto reunirlo en octubre. Pero la fecha todavía “no es firme”, añaden fuentes de la conselleria. 

La creación de esta comisión de control, que iba a reunir en una misma mesa a distintos profesionales expertos en salud, consumo o comunicación, se anunció tras la polémica desatada por el congreso Un mundo sin cáncer, en Barcelona, a principios 2018. Más allá de la sanción impuesta a sus organizadores, la consejería de Salud, entonces dirigida por Alba Vergés, defendió la necesidad de constituir un grupo interdisciplinar para controlar mejor la proliferación de estas terapias, sobre todo en internet y redes sociales.

Tras algunos aplazamientos, se creó en octubre de 2019 la Comisión Asesora en Terapias Complementarias en el marco del Tratamiento del Cáncer y otras Enfermedades Graves, adscrita bajo el ala de la dirección general responsable de la regulación sanitaria dentro de la Generalitat. Entre sus integrantes, más allá de los responsables de la administración, están representantes de la Agencia Catalana de Consumo, del Consejo del Audiovisual de Catalunya, del Comité de Bioética y de los colegios profesionales de médicos, enfermeros y enfermeras, farmacéuticos y nutricionistas.

Su primera reunión, la de constitución, fue el 4 de marzo de 2020, diez días antes de la declaración del estado de alarma. “No se han hecho más reuniones evidentemente a causa de la pandemia, que ha requerido priorizar otras actuaciones”, justifican fuentes del Departamento. Añaden, además, que “se han mantenido abiertos los canales de de interlocución” para controlar estas terapias y productos sin aval científico. Entre tanto, también ha cambiado el Govern y el equipo de Salud, que ahora lidera Josep Maria Argimon.

Gustavo Tolchinsky, miembro del Colegio de Médicos de Catalunya y representante en la comisión de pseudoterapias, constata cómo la COVID-19 les ha sobrepasado. “No hemos podido levantar la cabeza del coronavirus más que algunos días entre ola y ola”, certifica sobre su trabajo en el Hospital Municipal de Badalona. Pero también añade: “Me encantaría que se reactivase y que todos sincronicemos nuestras actuaciones”.

Impulso de las pseudoterapias en la pandemia 

Este facultativo, responsable del Colegio de Médicos de Barcelona para evaluar los casos de mala praxis profesional, recuerda que hace apenas unas semanas dos jueces obligaron a aplicar una terapia con ozono a dos pacientes, en Castelló y en Barcelona, sin que esta tenga ninguna evidencia de que aporte beneficios a los pacientes de COVID-19. Pero además advierte que esto es solo la “punta del iceberg”, porque es la pequeña parte de todo el abanico de pseudoterapias que ha llegado hasta los hospitales públicos. 

A menudo estas escapan al conocimiento de los profesionales y los expertos porque se difunden por Youtube, Telegram o chats de WhatsApp. Es lo que ocurrió sobre todo con el boom del MMS también al inicio de la crisis del coronavirus, cuando curanderos como Josep Pàmies empezaron a defender como útil contra la COVID-19 esta solución de clorito de sodio rechazada por la Agencia Española del Medicamento. Pàmies llegó a presentarse con este producto a las puertas de la residencia de Tremp (Lleida), donde fallecieron más de 60 ancianos en la segunda ola.

“Durante la pandemia se ha puesto mucho más en crisis el concepto de credibilidad que algunos sectores de población y algunas ideologías otorgan a la ciencia”, reflexiona Tolchinsky, que pone como ejemplo las dudas generadas por algunos grupos alrededor de la seguridad de las vacunas contra la COVID-19. 

“En cuanto a pseudoterapias o falsos remedios contra la COVID-19 tenemos desde el uso de los derivados de la lejía, conocidos como MMS, hasta preparados 'naturales' tales como complementos alimenticios y vitamínicos, inhalación de vapores, homeopatía, biomagnetismo… Incluso la aplicación de ozono”, enumera Elena Campos Sánchez, investigadora en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa UAM-CSIC y presidenta de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP). 

¿A qué se debe este impulso de las pseudoterapias? Para Campos Sánchez, hay varios motivos: “Desde el miedo y la ansiedad que generan la inseguridad ante el presente y el futuro hasta el hecho de haber asistido a un circo mediático de medidas poco compartidas, e incluso contradictorias, entre las diferentes autonomías y el Gobierno central”. También cree que los avances científicos se deberían haber comunicado “con más cautela” y no “a golpe de titular”. 

Sobre la necesidad de activar la comisión en Catalunya, esta investigadora se muestra clara. “Es un imperativo ético y social exigir que exista un control real frente a las pseudoterapias, principalmente aquellas dirigidas al mantenimiento, recuperación o mejora de la salud, pero es que resulta además que es un imperativo legal que no se está cumpliendo”, zanja.

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