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Los cuidados, la precariedad y la claustrofobia milenial encauzan el Festival de Cine de Gijón

Los actores Joaquin Phoenix y Woody Norman en 'C'mon C'mon', dirigida por Mike Mills

José Antonio Luna

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La pandemia de la COVID-19 puso en stand by a la sociedad y, como consecuencia, también al cine. Los grandes lanzamientos se retrasaron, los rodajes se paralizaron y los grandes festivales se tuvieron que adaptar a los nuevos protocolos sanitarios. Ese fue el caso de la pasada edición del Festival de Cine de Gijón, que encontró en el streaming el principal aliado para retransmitir el evento que coronó a la bella fábula de First Cow como la gran ganadora. 

La 59ª edición del certamen, que se celebra del 19 al 27 de noviembre en Gijón, recupera la normalidad. Al menos en lo que a prespecialidad se refiere, porque si se tiene en cuenta el argumento de las obras presentadas para esta ocasión, resulta evidente que la pandemia ha servido de trampolín para ahondar en una serie de temáticas que ahora parecen adquirir más importancia que nunca. Es, a grandes rasgos, una invitación a reflexionar sobre la condición humana. 

Ya sea en la selección oficial o en las paralelas, el festival gijonés ha programado películas que tienen en común la capacidad de abordar conceptos como los cuidados, la precariedad o la claustrofobia de la generación milenial. Historias que, en definitiva, sirven como reflejo de una sociedad contemporánea azotada por la sucesivas crisis económicas y la reciente pandemia mundial. 

Es el caso de la película encargada de inaugurar esta edición: C'mon C'mon. Siempre adelante, del director estadounidense y realizador de videoclips Mike Mills. Se trata de una road movie protagonizada por Joaquin Phoenix que propone un viaje por carretera que como es habitual en este subgénero sirve de excusa para narrar el crecimiento personal de los protagonistas tras enfrentarles a una serie de conflictos. Aquí, quien también encarnó al Joker en la película homónima, es un periodista radiofónico que durante unos días será responsable de cuidar a su sobrino pequeño. 

Otro tipo de cuidados, no tan relacionados con las relaciones afectivas en el núcleo familiar, es abordado por la joven cineasta hispano-argentina Amalia Ulman en su ópera prima, El Planeta. El largometraje, coprotagonizado por la propia directora y su madre, presenta a dos personas con problemas económicos a punto de ser desahuciadas como consecuencia de la última crisis. Pero no se plantea desde el tremendismo, sino desde una tragicomedia embadurnada de filosofía carpe diem en una ciudad gris y aletargada.

Y aunque el desgaste derivado de la crisis es intergeneracional, hay un grupo que especialmente señalado por este agotamiento: los milenials (nacidos entre 1980 y 2000). Por eso una de las apuestas del festival habla de la claustrofobia de una generación y de cómo las redes sociales, que en principio debía servir para conectar a las personas, se han convertido precisamente en un problema para las relaciones sociales.

Los tres títulos reseñados no son lo único reseñable de un amplio programa que igualmente se podrá disfrutar desde casa a través de pases online. También existen propuestas como Imaculat, George Chiper-Lillemark y Monica Stan, sobre las tensiones que se crean en un centro de desintoxicación; el documental Un cielo impasible de David Varela, que resucita la batalla de Brunete de la Guerra Civil española; o Belle de Mamoru Hosoda, uno de los animadores más talentosos del cine japonés contemporáneo.

Más de medio siglo de historia

Con casi medio siglo de historia, el Festival de Cine de Gijón se ha convertido en una de las citas obligadas del séptimo arte. De ahí que no resuenen muchos grandes nombres y que su atractivo, más que por lo comercial, venga por el descubrimiento. Tanto de directores más primerizos en la sección Retueyos (que presenta primeros, segundos o terceros largometrajes) como de más experimentados en la sección Albar (con un número importante de películas). Ambas forman parte de la sección oficial y, aunque las componen diferentes creadores, comparten relatos que abordan la coyuntura social, política y económica.

De ahí que para la inauguración del evento hayan elegido al ya mencionado Mills. No cuenta con una amplia trayectoria en cine (aunque sí en videos musicales), pero su elección no es baladí: el encuentro gijonés recapacita sobre si es posible el cine de autor hoy día.

La intención siempre ha sido poner la lupa en aquello al margen del recorrido comercial, una filosofía que ha acompañado al festival desde su inicio en 1963. Fue entonces cuando el dibujante y cinéfilo asturiano Isaac del Rivero creó el Certamen Internacional de Cine y TV Infantil, orientándose en el público más pequeño cuando pocos encuentros cinematográficos lo hacían. El nombre actual del festival no llegaría hasta 1986, pero el especial interés hacia los jóvenes se mantiene a través de su sección más veterana: Enfants Terribles, que precisamente propone una selección de cintas para adolescentes en diversos idiomas. 

Del Rivero continuó al frente del festival hasta el 1981, pero tras de sí una tradición que cada año a finales de noviembre viene cargada de una agenda que además de cine también incluye conciertos de música, exposiciones, presentaciones de libros o talleres. Para esta ocasión, por ejemplo hay programada una clase magistral de la directora Ainhoa Rodríguez sobre el proceso de creación de su largometraje Destello bravío, galardonada en la anterior edición del festival. 

La cercanía es otro de los aspectos a tener en cuenta del festival, ya que durante la más de una semana que dura no es extraño encontrar cineastas independientes paseando por las calles, convirtiendo a Gijón en punto de encuentro además de las salas. Ha sido el caso de prestigiosos directores del cine independiente que hicieron acto de presencia años anteriores, como Abbas Kiarostami, Jem Cohen o Claire Denis, entre muchos otros.

En esta ocasión, por ahora, ya conocemos a varias premiadas: la cineasta Icíar Bollaín, que recibirá el premio Mujer de cine 2021; la actriz Chiara Mastroianni, premio de Honor; y Gonzalo Suárez, ganador del II premio Isaac del Rivero en reconocimiento a su trayectoria creativa. Unos galardones que, junto a la lectura del palmarés del sábado 27 de septiembre, son de casi obligado interés para todo cinéfilo interesado en historias más allá de los habituales circuitos comerciales. 

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