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Uno de cada cuatro casos de violencia sexual contra mujeres revisados por el Supremo son agresiones en grupo

Manifestación feminista contra la sentencia de 'la Manada' en Santander

Marta Borraz

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No son la mayoría, pero hasta un 26,7% de los casos de violencia sexual contra adultas revisados por el Tribunal Supremo el pasado año son agresiones en los que no hay un único perpetrador; más de una de cada cuatro son en grupo. La media es de 2,4 agresores por cada una. Así lo refleja el último informe publicado por el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial, el primero de estas características, que analiza las el centenar de sentencias dictadas por el Alto Tribunal en 2020.

El informe revela que en siete de cada diez (el 68,1%), la víctima era un menor de edad. En estos casos, el 68% fueron niñas y el resto, niños, mientras que las víctimas adultas son en su práctica totalidad mujeres (un 97,7%). El informe, publicado coincidiendo con el Día Internacional contra la Violencia Machista y elaborado por el médico forense Miguel Lorente, analiza uno y otro grupo de víctimas por separado: mientras que en seis de cada diez casos de víctimas adultas el delito más cometido fue agresión sexual, cuando son menores, el delito predominante es el abuso sexual, cometido en la mitad de los casos.

La mayoría son agresores conocidos

Los agresores son hombres en ambos supuestos, aunque en el caso de las violencia sexual a la infancia hubo un 1,5% de mujeres agresoras y un 4,7% de casos en los que participaron agresores de ambos sexos. El informe concluye, además, que se trata de hombres conocidos por la víctima en el 65,7% de los fallos dictados con víctimas adultas y en el 75% de los referidos a niños y niñas.

Sin embargo, hay algunas diferencias: en el caso de las primeras, son en su mayoría amigos o personas conocidas por las mujeres en ambientes de ocio (42,8% de las sentencias), familiares (20%) o conocidos a través de Internet (5,7%). A pesar de que la imagen más extendida de este tipo de violencia implica una agresión sexual de noche, en el espacio público y por parte de un desconocido, la realidad es que no es lo mayoritario: en uno de cada tres casos, en el 34,3%, el agresor era alguien al que no conocía la mujer.

Cuando se analizan los dictámenes referidos a menores de edad, la mayoría de agresores (37,7%) son familiares o conocidos y vecinos o entrenadores y profesores del ámbito educativo, de ocio y deportes, un espacio en el que se producen una de cada cuatro agresiones. Más de la mitad tenían, además, “una relación biológica” con la víctima, explicita el estudio; eran padres, tíos, abuelos o parejas de la madre, tal y como reveló hace poco un informe de Save the Children.

En cuanto a los efectos citados en las sentencias, destacan las lesiones psicológicas, más frecuentes que las físicas. Estas aparecen en ocho de cada diez de los fallos relativos a violencia hacia la infancia, “probablemente como consecuencia”, señala el estudio, de la larga duración de los hechos, que es algo que distingue a estos casos de los cometidos contra mujeres adultas. En un tercio los abusos contra los menores se prolongaron durante varios meses mientras que hasta un 10% duró entre cinco y seis años y un 12% más de siete.

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